jueves, 3 de septiembre de 2015

La mansión de los Ryddle


¡Se venden patatas! ¡Patatas buenas! ¡A muy buen precio, señor, señora y gato robado del patio del vecino! ¡Compren sus patatitas! ¡Directas a la puerta de su casa!

Y otra semana más que actualizo el jueves de madrugada en lugar del miércoles ¿cuantas van ya? I'm sorry guys :c

Bueno, el caso es que el primer capitulo del cuarto libro es muuuuuuy aburrido de leer cuando ya lo has leído miles de veces (generalmente me lo salto) pero aquí no podía saltármelo ¿o si? Así que lo que he optado por hacer ha sido... Bueno, ya lo veréis vosotros mismos en unos minutos.

Answer time: 

Nana Hinamori: De hecho si, estaba pensando en lo de la semana roja de Ginny. Aunque tampoco había llegado a lo de los "hechizos matutinos" de Harry algo habrá, sí.
Pd: Eso suena peligroso para Harry, aunque seguro que lo disfrutaría.

Nashi Dragneel: Me alegro de que te gustara :) Y sí, Theo es Slytherin. Oh, y sobre lo del libro... Es complicado eso de recomendar libros a alguien de quien no sabes la edad o sus gustos pero, estoy (casi) seguro de que cualquier libro de Laura Gallego podrá satisfacerte.

Anonimus Maximus: No por el momento, pero ya veremos :)

LaurieAngel: ¡Ha sido completamente intencionado! Me refería a frió de freír ¿como has podido confundirte? Vale, no, ha sido completamente fallo mio. Me ha hecho gracia ver que he escrito más veces frió que frío ¿como ha podido pasar? Supongo que por escribir rápido pero... Madre mía. Me alegro de que te haya gustado el capítulo y, por supuesto, de haber acabado el tercer libro. Gracias por seguir diciéndome donde he fallado, ser consciente de tus errores es el primer paso para poder solucionarlos (de hecho ¿de que otra forma podía haber corregido lo de frió) Así que gracias :3

Kalita Bell: ¡Eso es cierto! Vaya, que palo... Bueno, mantengamoslo en secreto ¿vale? Recemos porque nadie más lo note y esperemos a que tenga tiempo y ganas de cambiarlo. Gracias por avisarme (y por la indirecta inicial que no entendí xD).

Erica: Gracias entonces por tomarte el tiempo para comentar :) Y gracias por las felicitaciones.

Alma: Si, es una parte de una poesía japonesa que no había leído hasta ese momento. Quería poner alguna poesía (o fragmento de una) que tuviese alguna relación con el frió. Mi viejo amigo Google me llevo hasta ella, me bastó con leer lo de "oh, espantapájaros" para convencerme de que quería que fuese esa. Me alegro que te haya gustado lo de Theo y Luna. Luna es un personaje genial (cosa que al terminar los libros espero que le haya quedado clara a todo el mundo) Y de Theo se sabe muy poco, apenas nada, pero yo me identifico mucho con la versión de el que tengo en mi cabeza.
Espera ¿soy un mal datil? Pero ya sabes lo que dicen: "Al mal datil, alma da til" Sea lo que sea til. (TIL son las siglas de Tratamiento Integrado de Lenguas, y no te lo tomes como una rara insinuación)
PD: Sobre el siguiente review que me acabo de dar cuenta de que existe... ¡NOOOOOOO! Me niego rotundamente a creer que tu también estuviste en el expreso de Hogwarts y no me viste. Y no me pongas la excusa de que un graciosillo de turno me desconfiguró la cara con un hechizo punzante y no te diste cuenta, porque no me vale.
PD2: No me había dado cuenta de que no habías puesto que eras tu hasta que leí que se te había olvidado ponerlo.


Todos los personajes y los fragmentos del libro original pertenecen a J.K. Rowling.

LA MANSIÓN DE LOS RYDDLE


Alguien, sin preocuparse en absoluto por quien era realmente, caminaba arrastrando los pies por un pasillo poco iluminado. No se fijaba demasiado en lo que había a su alrededor, no tenía tiempo para preocuparse por detalles. Al final del pasillo había una puerta. Tenía que llegar a ella. Comenzó a correr. Tenía que atravesar esa puerta. No sabía que había detrás, pero tenía que ir. Llegó a ella, su cuerpo se detuvo, falto de aliento, pero no notaba cansancio. Estaba frente a la puerta. Estaba tan cerca...

—¡Harry! —gritaba una molesta voz—. ¡Harry despierta!

Su frente comenzaba a arder, algo en su cabeza quería viajar al lugar desde el que provenía esa voz, pero estaba tan cerca... Extendió su mano. Si tan solo pudiera abrirla...

Soltó un gemido de dolor. El extraño pasillo había desaparecido, ahora se encontraba en un dormitorio, rodeado de chicos asustados. Se cubrió con la manta instintivamente.

—¿Qu-que hacéis aquí? —preguntó asustada.

—Bueno... —empezó un joven pelirrojo al que recordaba bien como su hermano—. Estabas teniendo una pesadilla. Sudabas y te revolvías... Pensábamos que debíamos despertarte.

—¡Es cierto Harry! —aseguró un muchacho de cara redonda al que recordaba como Neville.

—¿Harry? —preguntó confundida—. ¿Como que Harry?

Los dos jóvenes se miraron tan confundidos como ella.

—¿Estas bien? ¿Has perdido la memoria? —le preguntó el pelirrojo mientras le pasaba la mano frente a la cara.

—Aparta la mano, Ron.

—¡Bien, te acuerdas de mi!

—¡Pues claro que te recuerdo! ¡Eres mi hermano!

—Yo opino lo mismo, tío —le dijo Ron sonriendo.

Ginny estaba muy confundida ¿que hacían Ron y Neville en su habitación? ¿Porque le trataban como si fuera Harry? Aún estaba mareada y le dolía la cabeza. ¿Porque había estado tan preocupada por cruzar esa puerta? Además, ¿que clase de sueño siniestro era ese? Se dejó caer sobre la cama. No entendía nada.

—No es por meterte prisa, Harry, pero si no te levantas ahora no te va a dar tiempo a ducharte antes de desayunar. 

¡Desayuno! Ginny tenía hambre. Tenía la tripa algo revuelta, pero estaba segura de que era porque tenía hambre. Intentó levantarse de un salto, pero se acabó tendida en el suelo. No había sido capaz de saltar bien, eso era raro...

—¿Estás bien? —volvió a preguntarle Ron. Ginny asintió—. Bueno, pues yo voy bajando... Hermione me está esperando.

Ginny le habría dicho algo para molestarle en otra ocasión pero estaba demasiado confundida, algo muy raro estaba pasando y por fin estaba empezando a entenderlo. Ella era Harry Potter. Volvió a sentarse en la cama de Harry mientras repasaba los recuerdos que iban apareciendo nuevamente. Cuando termino de recordarlo todo tuvo ganas de encerrarse en el baúl de Harry y no salir nunca. Pero no podía hacerlo, el cuerpo de Harry era ahora una responsabilidad suya y no podía descuidarse, ¿haría Harry algo de ejercicio por las mañanas? Tal vez debería hacer unas flexiones antes de ducharse... ¿o tal vez unos abdominales? ¿un poco de cada? No. No podía perder el tiempo si quería llegar al desayuno, y ya había escuchado a Ron. Tenía que darse prisa.

No le supuso ningún esfuerzo prepararse para ducharse. Tampoco caminar hasta la ducha. Pero ahora llegaba lo complicado, lo primero era desvestirse, lo cual, fácil o no, hacía que estuviese nerviosa. ¡Y ducharse! Limpiar cada parte del cuerpo de Harry... Para que negarlo, había fantaseado con ducharse con el alguna vez, ¡pero esto era muy distinto! Una cosa era ducharse con el y otra muy diferente era ducharse por el.

Cogió aire y se quitó la parte de arriba del pijama de Harry, dejando su cuerpo al descubierto. Al ver el cuerpo de Harry frente al espejo tuvo una idea. Caminó hacia el espejo despacio, con una arrogante media sonrisa.

—Buenos días, Weasley —dijo con la voz más grave que pudo conseguir—. ¿Como has dormido? ¿Has soñado conmigo? Seguro que si... Vaya... ¿Ibas a ducharte? Está bien, me voy, no te molesto mas... A no ser... Que quieras que te moleste...

Le guiñó el ojo al espejo con descaro.

—Está bien Ginny, duchemonos juntos.

Por una parte le hacia gracia ver a Harry diciendo todas esas cosas y por otra parte le hacía emocionarse... Ligeramente. Sí, ligeramente suena más razonable. Tal vez hacer esto no fuera... apropiado, pero ¡venga ya! era una oportunidad única en la vida. De hecho, tenía que disfrutar más de todo esto. 

Comenzó a ducharse. A limpiar el cuerpo de Harry de arriba a abajo. Tomándose su tiempo, el desayuno podía esperar. Debido a su incesante e inapropiado monologo y a el autocontacto inevitable has estarse duchando tuvo una visita inesperada, o tal vez no tanto...

—Oh, Ginny... Eres toda una pervertida —dijo la voz de Harry por ordenes suyas.

...

—Hey, Ginny.

Ginny, es decir, Harry, estaba durmiendo pacíficamente en la habitación de las chicas sin que estas fueran conscientes de quien era en realidad. De hecho, estaban tan inocentemente lejos de saberlo que hicieron la siguiente pregunta:

—¿Vas a ducharte con nosotras o no?

Harry se levantó de golpe.

—¿Como has dicho?

—Ya me has oído, vamos a ducharnos, bueno, todas menos Ariane, que se ducho anoche por que pasa de nosotras —le explicó Diana, la chica a la que debía dar respuestas cortas.

—¡Yo no paso de vosotras! Simplemente me gusta ducharme antes de dormir.

—Ya, ¿y cuando empezó a gustarte eso de ducharte sola? ¿ayer?

—No tiene nada que ver con hacerlo sola.

—Lo que tu digas Ariane —Diana volvió a dirigirse a Harry—. En fin Ginny, espero que tu no nos traiciones.

Harry no podía asimilar todo esto, ¿tenía que ducharse con un grupo de chicas? No, no podía ser cierto, sería demasiado bueno como para que pudiera pasarle a el.

—Bueno, nosotras vamos entrando, ven rápido —le dijo Dorothy mientras se daba la vuelta y caminaba hacia el baño.

Entraron y cerraron la puerta del baño mientras Ariane le informaba que ella bajaba ya al Gran Comedor. Y así fue como Harry se quedó solo en la habitación de las chicas, sentado en la cama de la hermana pequeña de su mejor amigo, lugar donde había pasado la noche, con el pijama de ella puesto. Parpadeó un par de veces. Puesto así sonaba a locura impresionante, pero no era algo tan loco en realidad ¿no? Tenía que convencerse de eso.

Cogió aire, ahora tenía otras cosas por las que preocuparse. Estaba seguro de que, en este momento, solo una estúpida puerta se interponía entre el y la verdadera felicidad. Y era una puerta que, por lo visto, tenía permitido cruzar. El sabía que si no entraba por esa puerta se arrepentiría por el resto de su vida, pero también sabía que si entraba se arrepentiría por el resto de su vida. Solo había una forma de que no se arrepintiese, y era que pasara algo inesperado, algo que impidiera que pudiera tomar una elección.

Y el milagro ocurrió.

Aunque, bueno, no era exactamente lo que uno llamaría milagro...

...

Ginny estaba sentada tranquilamente en la sala común con una sonrisa de oreja a oreja mientras esperaba pacientemente a Harry. Tenía que reconocer que estaba algo nerviosa por las mil setecientas sesenta y dos cosas que podían estar pasando ahora mismo en su habitación, pero estaba segura de que Harry podría arreglárselas de alguna manera. En ese momento vio a su cuerpo entrar en la sala común, le sonrió y se puso en pie.

—Buenos días, Gi...

—Tienes que ayudarme —le rogó Harry en un susurro, Ginny frunció el ceño.

—¿Que te pasa?

—Me estoy muriendo —le explicó a la ahora más confundida Ginny—. Lo siento, en serio. Te prometo que he tenido cuidado y que no he tocado nada que no debía tocar pero ha pasado algo...

Ginny creía entender por donde iban los tiros.

—¡Voy a morir desangrado! —terminó de explicar Harry.

Ginny, sin saber bien como tomarse la noticia, comenzó a reír.

—¿Te hace gracia? —le preguntó Harry molesto—. ¡Yo me estoy muriendo y tu te ríes! ¡Esto es increíble!

—¿No lo entiendes, Harry? —le preguntó Ginny sin dejar de sonreír—. ¡Acaba de bajarte la regla!

Ginny contempló divertida como la expresión de enfado de Harry fue, poco a poco, a medida que el joven comprendía lo que significaban sus palabras, cambiando hasta llegar a poner una cara que rogaba por cualquier tipo de señal que le indicará que estaba siendo la victima de una broma de muy mal gusto.

—No —afirmo el chico negando con la cabeza—. No puede ser.

—Lo siento, Harry, pero así es. Ahora sube de nuevo a mi habitación, mira en mi baúl y coge un tampón.

—¿Que? —preguntó Harry abriendo mucho los ojos—. No, no, no, no, no. Ni hablar, ¡vamos, somos magos! No hay algún tipo de conjuro que...

—Si, hay uno, lo que pasa es que todas las brujas somos tan estúpidas como para no utilizarlo ¡Vamos Harry, si lo hubiera te lo habría dicho! Ahora sube y haz lo que te he dicho.

—Pero Ginny... ¿te das cuenta de lo que me estas diciendo que haga?

En ese momento a Ginny le dieron ganas de darle patadas a todo lo que había a su alrededor y de hacer explotar el castillo entero.

—Es una locura... —dijo Ginny, que en vez de destruirlo todo había optado por sujetarse la frente con la mano y suspirar.

—Hay... una forma de hacer esto —le informó Harry—. Vista desde fuera es un poco rara, pero creo que es lo mejor que podemos hacer.

—Sorprenderme.

—Subo a tu habitación, cojo uno de esos... esos, y vamos a mi habitación y... me lo pones tu. Te lo pones tu. Creo que es lo apropiado.

—¿Me estas diciendo que le ponga a mi cuerpo un tampón con tus manos?

—Mira, ya se que no es el mejor de los planes pero...

—Sí, creo que es la mejor salida aunque sea una locura.

—Espérame en mi cama.

Harry subió corriendo a la habitación de las chicas, rogando que ninguna hubiese salido todavía de la ducha. Y, por suerte, así fue. Harry rebuscó a todo correr en el baúl de Ginny hasta que los encontró. Suspiró, esto no iba a ser fácil.

—Ya estoy aquí —le informó a Ginny al entrar a la habitación de los chicos.

—¿Como te sientes?

Harry suspiró pensando en como describirlo.

—Duele —dijo al final—. Mucho. Es como si... Como si después de hacer, yo que se, trescientos abdominales alguien me hubiese dado una patada bajo el ombligo.

Ginny le dedicó una pequeña sonrisa mientras Harry comenzaba a admirar más a todas las mujeres que afrontaban cosas como estas cada mes.

—Oye... ¿y no tienes una de esas... compresas?

—Venga ya Harry, ya estoy mayorcita para esas cosas.

—Lo que estás es completamente loca.

—¿Que has dicho?

—¡Nada!

—Más te vale, ahora túmbate en la cama, cierra los ojos y relájate.

...

—Oye, ¿no está Harry tardando mucho? —le preguntó Hermione a Ron.

—Si... Hoy estaba muy raro... Debería ir a ver que pasa —dijo Ron mientras se ponía de pie.

—Ya voy yo... Tú aún no has terminado de desayunar.

—Eres la mejor —le dijo Ron sonriendo mientras Hermione pasaba por detrás de el y se dirigía a la salida del comedor.

...

Harry, quien estaba tumbado sobre su cama con el pijama de Ginny con los ojos fuertemente cerrados, dejó que Ginny le quitará el pantalón de pijama y las bragas que había decidido no quitarse la noche anterior. Escuchó a Ginny pronunciar un hechizo que, al parecer, hizo desaparecer toda la sangre que había ahí abajo. Harry estaba resistiendo todo lo que podía para que su cuerpo no empezara a temblar. Todo esto era aterrador.

Escuchó el ruido de un plástico. Ginny iba a abrir el envoltorio que tenía el tampón que había cogido.

...

Hermione caminaba por los pasillos de la escuela algo preocupada, su cabeza estaba llena de teorías sobre conspiraciones científicamente razonables, teorías que no podría desechar hasta comprobar que Harry estaba bien.

—¡Buenos días! —le saludó una alegre vocecita.

—Sí... Buenos días, Luna —saludó Hermione forzando una sonrisa a la alegre Ravenclaw que caminaba dando saltitos.

...

—Vale... Relajate... Voy a... —Ginny quería explicarle a Harry que es lo que iba a hacer antes de hacer nada.

—¡Espera! ¿No deberías bloquear la puerta antes de nada? Por si alguien intenta entrar.

Ginny suspiró.

—Se que tienes algo de miedo, y es normal, así que deja de buscar excusas tontas y poco razonables y vamos a empezar ya.

—Pero...

—Vamos, relájate. Coge aire, echalo... Sí, otra vez. Bien, ahora voy aah...

...

—¡Que está pasando aquí! —exclamó Hermione alarmada.

Dos Hufflepuff de segundo estaban teniendo un duelo en mitad del pasillo del séptimo piso.

—¡Dejad las varitas inmediatamente! ¡Y diez puntos menos para Hufflepuff!

—¡¿Diez?! —protestaron ambos.

—Si, diez puntos, por cada uno.

Soltando un par de maldiciones por lo bajo ambos muchachos caminaron juntos hacia las escaleras.

—Siempre había querido hacer eso —confesó Hermione en voz baja mientras se acercaba al retrato de la Dama Gorda.

—¿Otro más? —protestó la Dama Gorda—. Los retratos también tenemos cosas que hacer ¿sabes? ¿No deberíais estar todos abajo?

...

Para Ginny este momento fue uno de los momentos más incómodos del año, aunque para Harry estaría en la lista de los diez peores de su vida. Nunca se había sentido tan vulnerable. Sintió como Ginny intentaba deslizar... esa cosa... dentro de el (aunque en este momento casi prefería pensar en si mismo como en ella). Le temblaron las piernas y Ginny se detuvo.

—¿Estas bien?

—Nunca había estado mejor —dijo Harry algo molesto.

Ginny, con toda la paciencia del mundo, cogió aire y volvió a intentarlo. Harry sentía que, cuando no se deslizaba bien Ginny lo giraba con cuidado, o lo movía suavemente de derecha a izquierda mientras empujaba.

—Bien, ya es...

—¡PERO QUE COÑO!

Ambos se giraron hacia la puerta asustados. Ginny del susto se había puesto de pie y Harry del susto había apretado tanto su cuerpo que casi lanza el por fin introducido tampón fuera.

—¡Sirius! —exclamaron ambos sin poder creer lo que veían. Se miraron entre ellos ¿que debían hacer ahora?

—¿Quien ha gritado? ¿Estáis todos bien? —preguntó otra persona entrando en la habitación de golpe y encontrándose con la desnuda de cintura para abajo Ginny y el nervioso Harry—. ¡¿Pero que coño?!

—Eso he dicho yo —le dijo Sirius sin mirar a Hermione en absoluto.

Harry hacía rato que se había sentado y que se había cubierto con el pantalón.

—¿Vais a decir algo o no? —preguntó Hermione, que parecía bastante molesta—. ¡¿Harry?!

Ginny miró a Harry, ¿que debía decir? Se le ocurrió una tal vez algo malvada idea.

—Bueno Hermione... Ambos estábamos de acuerdo con esto...

—¡Pero que dices tu ahora! —le gritó Harry a Ginny que no se creía lo que estaba oyendo.

—¿Entonces Ginny no estaba de acuerdo? ¡Harry James Potter! ¿Que cojones estabas haciendo? —bramó Sirius.

—Escuchadme primero —pidió Ginny algo intimidada por los gritos de Sirius—. Fue Ginny quien sugirió el subir aquí y el hacer esto, ¿o no?

—Bueno... Sí... Pero esto...

—¿Veis?

Sirius suspiró.

—Entonces por mi vale, pero cuidado con lo que hacéis ¿vale?

—¡No, no, no! ¡Claro que no vale! ¿Que se supone que haces Harry?

Ginny se acercó a Harry para hablarle al oído.

—¿Sabes que pasara si se enteran de que yo soy tu y tu eres yo? —le preguntó, pero no esperaba respuesta—. Que sabrán que hemos tenido que mear con el cuerpo del otro, que hemos tenido que ducharnos con el cuerpo del otro y... Bueno, creo que con eso te haces una idea.

—¡¿Pero no podías decir algo que no diera a entender que nosotros estábamos...

—Bueno, parecía divertido —dijo Ginny encogiéndose de hombros.

—¿Divertido? ¡Tus hermanos van a matarme!

Ginny frunció el ceño ¿era posible que Harry le hubiese dado vueltas anteriormente a un asunto como ese para que le saliera tan fácil?

—¿Y que podía haber dicho?

—¡Y yo que se!

Sirius se acercó a ellos.

—Si es un problema el que nos hayamos enterado no tenemos porque decírselo a nadie —les dijo, aunque estaba feliz por muchas razones, pues esto podía indicar que por fin iba a ganarle una apuesta a Remus. Si Harry y Ginny se juntaban en su quinto curso este año en el quinto libro también debían hacerlo.

—¡Por favor! —rogó Harry con el cuerpo de Ginny.

—¡Estoy sellado! —aseguró Sirius caminando hacia la puerta—. Yo dejo de interrumpir ya, cuando... uhum... acabéis... bajar rápido.

Y se fue.

Harry y Ginny miraron a Hermione sin saber bien que decir.

—Podéis contármelo —les dijo la chica.

—¿Que? —preguntaron ambos extrañados.

—Tal vez a Sirius le baste con eso, pero yo no me lo trago, ¿que ha pasado en realidad? ¿y que hace ese envoltorio de tampones en el suelo?

Ginny suspiró, tal vez a Hermione si que debían contarselo. Podía serles de mucha ayuda y, sobre todo, si no se lo decían iba a intentar averiguarlo por todos los medíos y sería una molestia enorme.

—Hemos cambiado de cuerpos.

Hermione se tomó unos segundos para asimilarlo y asintió con la cabeza.

—¿No dudas de nosotros? —le preguntó Harry extrañado.

—Vamos, suena mucho más realista el hecho de que hayáis cambiado de cuerpos a todo esto, ¿como ha pasado?

Harry y Ginny le contaron la historia, omitiendo ciertos detalles que Hermione no tenía porque saber.

Hermione asintió con la cabeza nuevamente.

—¿Entonces estabas ayudando a Harry porque le ha bajado hoy? —ambos asintieron—. Hay que tener mala suerte.

—Bueno, este ya es el segundo día, ya solo queda mañana —se consoló Harry.

—¿Recuerdas que aún no has ni desayunado verdad? —le preguntó Ginny.

—Cierto... oh, y tengo que ducharme...

Hermione abrió mucho los ojos y miró a Ginny.

—Espera... Tu te has duchado... ¿con el cuerpo de Harry?

Ginny asintió tímidamente mientras se preguntaba como reaccionaría su amiga si se enterara de las otras cosas que había hecho con el cuerpo de Harry.

—Y Harry va a ducharse... ¿con tu cuerpo?

Ambos volvieron a asentir suspirando.

—No me parece muy apropiado...

—¿Y que quieres sugieres? —le preguntó Ginny.

—¿No puedes ir con el y lavarle tu?

—¿Estás loca Hermione? Siguen siendo el cuerpo de un chico y una chica desnudos en el baño.

—Bueno... ¿y si voy yo? Entonces solo sera el cuerpo de dos chicas.

Harry parpadeó un par de veces intentando dejar de prestar atención a la imagen de Hermione enjabonando el cuerpo desnudo de Ginny.

—Hermione... —empezó Harry—. Sabes que aunque tenga el cuerpo de Ginny sigo siendo un chico ¿no? ¿De verdad te parece apropiado que te duches conmigo y me limpies tu a mi?

—Ya se que es raro, Harry, pero... Si lo haces tu solo... Tendrás que limpiar eso... ¡Y eso otro!

Harry se rascó la cabeza incomodo.

—No te preocupes Hermione —le dijo Ginny, aunque ella también estaba preocupada—. Yo me he duchado siendo el, así que el puede ducharse siendo yo.

—Pero...

—No, Hermione, en serio, no te preocupes.

—Está bien... Supongo... Pero más os vale casaros después de todo esto —les dijo Hermione antes de salir de la habitación—. Y no os preocupéis no se lo diré a nadie.

Harry y Ginny se miraron sin saber que decir.

—Eh... Pues... Si... Supongo que iré a ducharme.

—Oh, si claro, yo iré abajo a desayunar, si aún se puede.

Ambos salieron de la habitación de los chicos. Ginny atravesó el retrato de la Dama Gorda y bajó al Gran Comedor, donde no solo se había acabado la hora de desayunar, sino que estaban a punto de empezar con el primer capitulo.

La mansión de los Ryddle —leyó Dumbledore en voz alta para todo el comedor.

—Oh, Harry, menos mal —le dijo Ron mientras le indicaba con la mano que tenía un sitio libre a su lado. Ginny se sentó junto a el—. Por cierto, ¿has visto a Ginny?

...

Harry estaba listo para ducharse. Había dedicado todo el tiempo que había podido para retrasar el momento. Había dejado preparado el uniforme de Ginny y había elegido a conciencia que champú y que gel usar (había leído hasta la más pequeña de las letras que tenían los botes solo para ganar algo de tiempo). No había pasado demasiado tiempo eligiendo ropa interior, aunque se aseguro de que los sujetadores se soltaran de la misma forma que los que había llevado el día anterior. Esos ya sabía manejarlos. Se había estado preguntando si debía ducharse con el tampón o no, porque lo más seguro era que, aunque pudiera ducharse con el, no debiera hacerlo para limpiarse también esa zona del cuerpo. Aunque no sabía si iba a atreverse a hacerlo. Además, luego tendría que ponerse otro y no sabía si iba a ser capaz, aunque ya supiese como se hacía.

Ya no podía retrasarse más, respiró hondo un par de veces y comenzó a desnudarse. Ahora solo quedaba quitarse el tampón y entrar en la ducha. 

...

Pero la mala hierba no era lo único contra lo que tenía que bregar Frank. Los niños de la aldea habían tomado la costumbre de tirar piedras a las ventanas de la Mansión de los Ryddle, y pasaban con las bicicletas por encima del cés­ped que con tanto esfuerzo Frank mantenía en buen estado. En una o dos ocasiones habían entrado en la casa a raíz de una apuesta. Sabían que el viejo jardinero profesaba vene­ración a la casa y a la finca, y les divertía verlo por el jardín cojeando, blandiendo su cayado y gritándoles con su ronca voz. 

Ojoloco soltó un gruñido, molesto por la falta de respeto de los jóvenes hacia los mayores.

Frank, por su parte, pensaba que los niños querían cas­tigarlo porque, como sus padres y abuelos, creían que era un asesino. Así que cuando se despertó una noche de agosto y vio algo raro arriba en la vieja casa, dio por supuesto que los niños habían ido un poco más lejos que otras veces en su intento de mortificarlo.

Esto suena a peligro —dijo Lily algo asustada.

—Si, supongo que pasará algo —coincidió James—. Sino no tendría sentido que nos contaran la vida de este tío.

...

—Vale Harry, ya falta poco —se animaba a si mismo cada poco—. Había estado evitando ciertos lugares, pero sabía que no podía irse de allí sin limpiarlos también.

...

En el rellano, Frank torció a la derecha y vio de inme­diato dónde se hallaban los intrusos: al final del corredor había una puerta entornada, y una luz titilante brillaba a través del resquicio, proyectando sobre el negro suelo una línea dorada. Frank se fue acercando pegado a la pared, con el cayado firmemente asido. Cuando se hallaba a un metro de la entrada distinguió una estrecha franja de la estancia que había al otro lado.

Pudo ver entonces que estaba encendido el fuego en la chimenea, cosa que lo sorprendió. Se quedó inmóvil y escu­chó con toda atención, porque del interior de la estancia lle­gaba la voz de un hombre que parecía tímido y acobardado.

—Queda un poco más en la botella, señor, si seguís hambriento.


No hicieron falta nombres para que muchos intuyeran quien era este individuo. Los merodeadores comenzaron a respirar pesadamente.

—Luego —dijo una segunda voz. También ésta era de hombre, pero extrañamente aguda y tan iría como una re­pentina ráfaga de viento helado. Algo tenía aquella voz que erizó los escasos pelos de la nuca de Frank—. Acércame más al fuego, Colagusano.

Tampoco hizo falta escuchar ningún nombre para que todos en el Gran Comedor tuvieran claro de quien se trataba. Nadie era capaz de decir nada.

...

Harry ya estaba secando su cuerpo (o el de Ginny), alegre de que ya hubiese pasado lo peor. De hecho, incluso estaba silbando, olvidando por un momento que, en realidad, aún tenía que volver a enfrentarse a lo peor.

—¡Mierda! ¡Tengo que ponerme otra de esas cosas!

...

—Se podría hacer sin Harry Potter, señor. 

Lily y James se miraron.

—Está... ¿Intentando evitar que le pase algo a Harry?

Sirius bufó.

—Supongo que está en deuda con el pero dudo que eso llegue a importarle un carajo si su propia seguridad está en juego.

Hubo otra pausa, ahora más prolongada, y luego se es­cuchó musitar a la segunda voz:

—¿Sin Harry Potter? Ya veo...

—¡Señor, no lo digo porque me preocupe el muchacho! —exclamó Colagusano, alzando la voz hasta convertirla en un chillido—. El chico no significa nada para mí, ¡nada en absoluto! Sólo lo digo porque si empleáramos a otro mago o bruja, el que fuera, se podría llevar a cabo con más rapidez. Si me permitierais ausentarme brevemente (ya sabéis que se me da muy bien disfrazarme), podría regresar dentro de dos días con alguien apropiado.

—Podría utilizar a cualquier otro mago —dijo con sua­vidad la segunda voz—, es cierto...

—¡Entonces porque mi hijo, capullo! —quiso gritar Lily pero de su boca solo salió un débil gemido.

—Muy sensato, señor —añadió Colagusano, que pare­cía sensiblemente aliviado—. Echarle la mano encima a Harry Potter resultaría muy difícil. Está tan bien protegi­do...

—¿O sea que te prestas a ir a buscar un sustituto? Me pregunto si tal vez... la tarea de cuidarme se te ha llegado a hacer demasiado penosa, Colagusano. ¡Quién sabe si tu pro­puesta de abandonar el plan no será en realidad un intento de desertar de mi bando!

—¡Señor! Yo... yo no tengo ningún deseo de abandonaros, en absoluto.

—¡No me mientas! —dijo la segunda voz entre dien­tes—. ¡Sé lo que digo, Colagusano! Lamentas haber vuelto conmigo. Te doy asco. Veo cómo te estremeces cada vez que me miras, noto el escalofrío que te recorre cuando me to­cas...

—¡No! Mi devoción a Su Señoría...

—Tu devoción no es otra cosa que cobardía. No estarías aquí si tuvieras otro lugar al que ir. ¿Cómo voy a sobrevi­vir sin ti, cuando necesito alimentarme cada pocas horas? ¿Quién ordeñará a Nagini?

—Pero ya estáis mucho más fuerte, señor.

—Mentiroso —musitó la segunda voz—. No me encuen­tro más fuerte, y unos pocos días bastarían para hacerme perder la escasa salud que he recuperado con tus torpes atenciones. ¡Silencio!

Cada vez que hablaba Voldemort, aunque fuese Dumbledore quien leía, todos escuchaban atemorizados.

Colagusano, que había estado barbotando incoherente­mente, se calló al instante. Durante unos segundos, Frank no pudo oír otra cosa que el crepitar de la hoguera. Luego volvió a hablar el segundo hombre en un siseo que era casi un silbido.

—Tengo mis motivos para utilizar a ese chico, como te he explicado, y no usaré a ningún otro. He aguardado tre­ce años. Unos meses más darán lo mismo. Por lo que respecta a la protección que lo rodea, estoy convencido de que mi plan dará resultado. Lo único que se necesita es un poco de valor por tu parte... Un valor que estoy seguro de que encontrarás, a menos que quieras sufrir la ira de lord Voldemort.

Los alumnos estaban atemorizados.

—¡Señor, dejadme hablar! —dijo Colagusano con una nota de pánico en la voz—. Durante el viaje le he dado vuel­tas en la cabeza al plan... Señor, no tardarán en darse cuenta de la desaparición de Bertha Jorkins. Y, si seguimos ade­lante, si yo echo la maldición... 

—¿Bertha Jorkins? —preguntó James sorprendido—. ¿No estaba ella unos cursos más arriba que nosotros en Hogwarts?

Sirius suspiró y asintió con la cabeza.

—Está... ¿muerta?

Sirius volvió a asentir.

James se mordió el labio inferior, molesto por todo esto. Suspiró, al menos sabía que su hijo iba a encargarse de ese asqueroso de Voldemort. No arreglaba todo lo que había pasado, pero era un consuelo saber que todo acabaría.

—¿«Si»? —susurró la otra voz—. Si sigues el plan, Colagusano, el Ministerio no tendrá que enterarse de que ha de­saparecido nadie más. Lo harás discretamente, sin alboroto. Ya me gustaría poder hacerlo por mí mismo, pero en estas condiciones... Vamos, Colagusano, otro obstáculo menos y tendremos despejado el camino hacia Harry Potter. No te estoy pidiendo que lo hagas solo. Para entonces, mi fiel vasa­llo se habrá unido a nosotros.

—Yo también soy un vasallo fiel —repuso Colagusano con una levísima nota de resentimiento en la voz.

—Colagusano, necesito a alguien con cerebro, alguien cuya lealtad no haya flaqueado nunca. Y tú, por desgracia, no cumples ninguno de esos requisitos.

—Yo os encontré —contestó Colagusano, y esta vez ha­bía un claro tono de aspereza en su voz—. Fui el que os en­contró, y os traje a Bertha Jorkins.

—Eso es verdad —admitió el segundo hombre, aparen­temente divertido—. Un golpe brillante del que no te hu­biera creído capaz, Colagusano. Aunque, a decir verdad, ni te imaginabas lo útil que nos sería cuando la atrapaste, ¿a que no?

—Pen... pensaba que podía serlo, señor.

—Mentiroso —dijo de nuevo la otra voz con un regoci­jo cruel más evidente que nunca—. Sin embargo, no niego que su información resultó enormemente valiosa. Sin ella, yo nunca habría podido maquinar nuestro plan, y por eso recibirás tu recompensa, Colagusano. Te permitiré llevar a cabo una labor esencial para mí; muchos de mis seguido­res darían su mano derecha por tener el honor de desem­peñarla...

Hermione soltó un bufido por la literalidad de la frase.

—¿De... de verdad, señor? —Colagusano parecía de nuevo aterrorizado—. ¿Y qué...?

—¡Ah, Colagusano, no querrás que te lo descubra y eche a perder la sorpresa! Tu parte llegará al final de todo... pero te lo prometo: tendrás el honor de resultar tan útil como Bertha Jorkins.

—Vos... Vos... —La voz de Colagusano sonó repentina­mente ronca, como si se le hubiera quedado la boca comple­tamente seca—. Vos... ¿vais a matarme... también a mí?

Aunque Sirius odiara tanto a Peter que lo mataría sin dudarlo un segundo si volvía a encontrarse con el, estaba seguro de que le molestaría que fuera Voldemort quien le matara.

...

—Vale, ya está dentro —dijo Harry tremendamente aliviado por una parte, aunque, por otra, seguía doliendole muchisimo. Estaba seguro de que sería capaz de tomarse una de esas pociones raras de la señorita Pomfrey sin escupir para que se le fuera el dolor—. Ahora tengo que vestirme.

...

Una maldición más... mi fiel vasallo en Hogwarts... Harry Potter es prácticamente mío, Colagusano. Está decidido. No lo discutiremos más. Silencio... Creo que oigo a Nagini...

Todos los alumnos estaban completamente en silencio, sintiendo muchísimas cosas al mismo tiempo. Sobretodo hacia Harry, que tenía que aguantar a un asesino psicópata que estaba obsesionado con el. Muchos miraban a Ginny intentarlo darle a entender que entendían lo que sentía, pero claro, ellos no sabía que quien creían que era Harry era en realidad Ginny.

...

—Oye, pues esto de ponerse el sujetador es más difícil que quitárselo —concluyó Harry despues de varios intentos fallidos—. No me gusta.

...

—Nagini tiene interesantes noticias, Colagusano —dijo.

—¿De... de verdad, señor?

—Sí, de verdad —afirmó la voz—. Según Nagini, hay un muggle viejo al otro lado de la puerta, escuchando todo lo que decimos.

—Oh, no... —murmuraron muchos.

Frank no tuvo posibilidad de ocultarse. Oyó primero unos pasos, y luego la puerta de la habitación se abrió de golpe.

Un hombre bajo y calvo con algo de pelo gris, nariz pun­tiaguda y ojos pequeños y llorosos apareció ante él con una expresión en la que se mezclaban el miedo y la alarma.

—Invítalo a entrar, Colagusano. ¿Dónde está tu buena educación?

La fría voz provenía de la vieja butaca que había delan­te de la chimenea, pero Frank no pudo ver al que hablaba. La serpiente estaba enrollada sobre la podrida alfombra que había al lado del fuego, como una horrible parodia de perro hogareño.

...

—¡Por fin! —exclamó Harry, alegre de haber conseguido ponerse bien el sujetador—. ¿Que viene ahora?

...

—¿Es verdad eso? —respondió Frank bruscamente—. ¿Es usted un lord? Bien, no es que sus modales me parezcan muy refinados, milord. Vuélvase y dé la cara como un hom­bre. ¿Por qué no lo hace?

—No tenías que haber dicho eso, no tenías que haber dicho eso —decía Tonks una y otra vez.

—Pero es que yo no soy un hombre, muggle —dijo la fría voz, apenas audible por encima del crepitar de las lla­mas—. Soy mucho, mucho más que un hombre. Sin embargo... ¿por qué no? Daré la cara... Colagusano, ven a girar mi butaca.

—Esto no es bueno —dijo Remus nervioso.

El vasallo profirió un quejido.

—Ya me has oído, Colagusano.

Lentamente, con el rostro crispado como si prefiriera hacer cualquier cosa antes que aproximarse a su señor y a la alfombra en que descansaba la serpiente, el hombrecillo dio unos pasos hacia delante y comenzó a girar la butaca. La serpiente levantó su fea cabeza triangular y profirió un silbido cuando las patas del asiento se engancharon en la alfombra.

Y entonces Frank tuvo la parte delantera de la butaca ante sí y vio lo que había sentado en ella. El cayado se le resbaló al suelo con estrépito. Abrió la boca y profirió un gri­to. Gritó tan alto que no oyó lo que decía la cosa que había en el sillón mientras levantaba una varita. Vio un resplan­dor de luz verde y oyó un chasquido antes de desplomarse. Cuando llegó al suelo, Frank Bryce ya había muerto.

Los corazones de todos en el comedor latían con violencia. Nadie dijo nada durante varios segundos, luego Dumbledore terminó el capitulo:

A trescientos kilómetros de distancia, un muchacho lla­mado Harry Potter se despertó sobresaltado.

—¿trescientos kilómetros? —preguntó Lily asustada—. ¡Eso es muy poco!

—Lily, tranquila, Harry está bien —le dijo James a su esposa—. Mírale aquí sentado.

Ginny les dirigió una sonrisa a los padres de Harry y no dijo nada.

Entonces la puerta del comedor se abrió y entró Ginny Weasley. Bueno, técnicamente era Harry Potter, pero eso nadie tiene porque saberlo. Tenía el pelo mojado y al parecer no había tenido tiempo de peinarlo.

—Por fin llegas, Weasley —le dijo Sirius con una picara sonrisa—. ¿Y esos pelos?

Entonces Harry se dio cuenta de lo que había pasado por alto.

—No te preocupes, Ginny, ven aquí —le dijo Hermione señalando el sitio que había a su izquierda—. Yo me encargo.

Harry suspiró aliviado, si Hermione estaba con ellos nada iba a salirles demasiado mal.

—¿Algún voluntario para leer el siguiente capitulo? —pidió Dumbledore.

—¡Yo! —se ofreció Luna sonriendo y caminando hacia el director. Cogió su libro y leyó—: La cicatriz.

De alguna manera me he ahorrado poner el primer capitulo entero... Es un alivio. Ya lo siento por los fans de este primer capitulo, es que no lo soporto, en serio, se me hace muy muy pesado.

¡Y quietos antes de gritarme nada sobre el búlgaro y la francesa! Darles algo de tiempo, ya sabéis que son muy tímidos los dos, ¿o acaso creéis que uno de ellos es un famoso jugador de quidditch y la otra alguien que ama que le presten atención? Vale, puede que sean justo eso, pero ya aparecerán en el siguiente capitulo.

That's all for now.

pd: Como siempre, cualquier error que veáis es porque son las 6:32 de la mañana. Avisadme y lo corrijo.

8 comentarios :

  1. Jhajha. Estuvo muy bueno el capítulo. Y si re entiendo, cuando vuelvo a leer Harry Potter h el Cáliz de fuego trato de ahorrarme los detalles de ese capítulo. Espero con ansias que ya sea el siguiente miércoles para leer el que sigue.
    By: Corazón Black

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  2. Ja ja ja ja me parto de risa, Ginny es una pervertida y harry es tan bueno que raya en tonto

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  3. Morí con este capítulo. Sobre todo con las transiciones entre los asuntos serios y lo que estaba haciendo Harry, fue muy entretenido.

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  4. Bueno, bien, se ha hecho más ameno desde luego. Enhorabuena al chef. A seguir así muchacho

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  5. jajajajaj mori con el cpai pobre harry la que le toca xDD y justo los enocntraron hermione y sirius en el peor momento jaja xDD en fin espero subas ocnti pronto nos leemos byee ^^

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  6. Oooo dait eres malvado hiciste un capitulo zuculentamente divertido.... me encanto mori leyendolo
    Gracias por la recomendación :) la tendré en cuenta
    Ya quiero que llegue la parte de la chimenea es una de mis quichisientas partes favoritas
    Pd:sufre nuestro dolor Harry James Potter,experimentalo

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  7. Me alegro de que este cap lo hayas acortado, a mi también se me hace pesado leerlo después de tantas veces que lo he leído ya xD Además, tampoco hay nada interesante que los personajes puedan comentar.
    Aunque la verdad es que ha sido rarísimo leer el capítulo de la muerte de frank intercalado con fragmentos de harry poniéndose un tampón xD Pero ha molado mucho.
    LaurieAngel

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  8. Estuvo genial, me rei como tonta todo el capitulo, mi hermana no dejaba de verme raro porque la sonrisa no se me iba.
    Se que aun falta un buen rato, pero estoy deseando llegar al Mundial de Quidditch para tener a James y a Sirius gritando como locos por todos lados con Lily y Remus tratando de atraparlos
    Como sea, te dejo que sigas escribiendo para poder reirme mas al rato
    Chao!
    Atte: Paulina6198

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