viernes, 25 de septiembre de 2015

La invitación


¡Hola, damas y caballos! ¿Que tal os va? 

A mi bastante bien. Bueno, regular. Vaaaale... Mal. Muy mal. Me despierto a las 6 todos los días y, aunque siempre digo "Hoy me acuesto a las 10 para poder dormir 8 horas" acabo durmiéndome mucho más tarde, así que llego al finde agotado. Me paso el sabado durmiendo y, para cuando me doy cuenta ya es domingo. Y todos sabemos que el 50% del domingo es llorar por nuestra miseria, dado que ya no queda nada para el lunes.

De todos modos esta a sido una semana fructífera. En clase de programación mientras el resto hacia ejercicios yo me he puesto a hacer un "elige tu propia aventura" a código, que cuenta la historia de una joven y huérfana ladrona que finge ser una bruja para meter miedo a los guardias que intentan arrestarla. Además, ayer yo y un amigo no fuimos a clase para comprar juegos de mesa molones (si, lo se, cuando la gente no va a clase no suele ir a comprar juegos de mesa, pero nosotros somos especiales). Y estoy bastante satisfecho con mi compra (aunque mis ahorros se han reducido un 50%). Ahora solo falta tiempo para jugarlos. Tiempo... ¿A alguien le sobra un poco? Pago con abrazos y con mini pizzas.

Y sobre lo de aprovechar la idea de el intercambio de cuerpos... ¡Aún queda mucho tiempo para que pasen los tres días! Ya vamos por el cuarto libro y ¿cuantos días han pasado en todo este tiempo? Eso es, los días duran mucho. Además, me gusta más mantener el tiempo de lectura como tiempo de lectura y la comida, cena y tiempo libre para las locuras.

Ok, lets go with the answers:

Anonimo: Si... Yo tampoco soy un gran fan del cuarto libro. Me gusta, como todos, pero no tanto como otros. Sobre el horario, el año pasado tenía clases por la tarde por eso actualizaba por la mañana, pero como este año tengo las clases por la mañana me toca actualizar por las tardes, ¡ya siento la confusión!

Ah, por cierto, intenta dejar un nombre en el comentario para que pueda responderte a ti (anónimos sin nombre hay muchos, y no puedo responder a tantas personas con el mismo nombre :p).

Maria Ordoñez: Si que me acuerdo de ti, si. Es bueno tenerte de vuelta por aquí. Y sí, sería muy raro besar desde otro cuerpo a tu propio cuerpo xD Muuuuy raro.

Isabel Gonzalo Colmenar: Es lo malo de publicar una historia capitulo a capitulo y no libro a libro. Lo que hago yo con los mangas que sigo (que se publican semanalmente o mensualmente) es acumular varios capítulos y luego leerlos todos de golpe. Siempre puedes ir probando diferentes métodos de lectura. Y sí, los animales son una monada. Bueno, casi todos, siempre hay alguna que otra excepción (como el murciélago dphaeronycteris toxophyllum o la rata topo).

LaurieAngel: Pues te daría alguna pista de lo que va a pasar con Ginny y Harry. Si van a ser descubiertos o no, o cualquier otra cosa. Pero, por desgracia, no tengo ni idea. Ya se me ocurrirá algo interesante cuando llegue el momento (ya veo que mi sistema de aplazar los problemas para después sigue en perfecto estado, es bueno saberlo). Aunque sí, eso sería genial. Es algo innegable.

LarousseLucy: Pues, la verdad, la idea suena algo tentadora. Aunque, la verdad, no me gusta sobrecargar los capítulos de lectura. Prefiero que los capítulos en los que haya que leer, se lea y aparezcan reacciones y en los capítulos de "asimilación" (en los que se hace de todo menos asimilar lo que ha ocurrido en el libro) se haga de todo menos asimilar lo que ha ocurrido en el libro.
PD: A mi me gustan los animales pequeñitos. Tanto perros, como gatos, hamsters, conejos ¡cualquier cosa pequeñita! ¡incluso las pulgas de mar!

Olga Br: Se ha dicho que tres días, aunque a saber. Yo no me fiaría de los hijos de un Potter y una Weasley...

Anonimus Maximus: Mi debate inicial era o emparejarla con Neville o con Rolf (creo que, de hecho, algo de esto apareció en los primeros capitulos del fic xd) Aunque mi mente se ha vuelto algo loca y, como pista, te diré que entre mis planes secretos sobre la historia... aún no hay nada escrito. Pero sí, no se me olvidará meter a Rolf. Ya veremos que es lo que ocurre.
Y con lo de Albus Severus... Tengo mis razones para ponerle en la casa que le ponga, razones que ya expondré mas adelante. No te digo ni que si ni que no. (Aunque... ¿Personalidades? Lo poco que se vio en el ultimo libro es que Albus quería ir a Griffindor, sobre personalidades se vio poca cosa).

Nashi Dragneel: Si, estoy leyendo 5 elementos y, de hecho, tengo comprados los dos primeros tomos (algún día comprare el resto, pero tengo muchos mangas que comprar y no tanto dinero como me gustaría).

Alma: Oh, ¡La amnesia provocada por la adrenalina! ¿Que le pregunte a los alumnos por ella? ¡Pero si se abalanzan sobre mi para describírmela al detalle! (creo que he escuchado ya unas 12 versiones diferentes). Y, aunque me alegro de que disfrutes como comentadora, voy a pedirte que tengas un poco de respeto con los nombres... ¿Que diantres es una buggle? ¿Querías decir bludger?

Viendo como funciona todo esto dudo que en un par de años pueda impartir otra asignatura... ¡Mira sino al director que estaba antes que Minerva! Casi cuarenta años para conseguir dar clase de DCAO y, un año después de conseguir el puesto, muere. Y no me vengas con el mito de que el puesto esta maldito, porque con eso solo vas a conseguir que intente volverme profesor de defensa para demostrar que no es cierto.

Oh, y aunque yo te tutee, tu sigue sin hacerlo. Me hace sentir una figura de autoridad y tengo que creerme que lo soy antes de que los estudiantes comiencen a colgarse de mis brazos como niños de preescolar sin ningún tipo de respeto por su cuidador.

PD: No les digas a los que cursen mi asignatura que el martes hay examen sorpresa por menos de 2 Sickle (y ya sabes, uno para ti y uno para mi, que mi sueldo no da para comprar todos los libros que me gustaría).


Todos los personajes y los fragmentos del libro original pertenecen a J.K. Rowling.

LA INVITACIÓN

Dumbledore sonrió un poco y se encogió de hombros.

—Sigue leyendo entonces.

Luna, visiblemente contenta por poder leer un capitulo más, pasó la página y siguió con la lectura.

La invitación:

Los tres Dursley ya se encontraban sentados a la mesa cuan­do Harry llegó a la cocina. Ninguno de ellos levantó la vista cuando él entró y se sentó. El rostro de tío Vernon, grande y colorado, estaba oculto detrás de un periódico sensacionalis­ta, y tía Petunia cortaba en cuatro trozos un pomelo, con los labios fruncidos contra sus dientes de conejo.

Dudley parecía furioso, y daba la sensación de que ocu­paba más espacio del habitual, que ya es decir, porque él siempre abarcaba un lado entero de la mesa cuadrada. Cuando tía Petunia le puso en el plato uno de los trozos de pomelo sin azúcar con un temeroso «Aquí tienes, Dudley, cariñín», él la miró ceñudo. Su vida se había vuelto bastante más desagradable desde que había llegado con el informe escolar de fin de curso.

Algunos pocos sonrieron, con la esperanza de que, gracias a los avisos de los profesores, los Dursley se dieran cuenta de lo violento e idiota que era su hijo.

Como de costumbre, tío Vernon y tía Petunia habían lo­grado encontrar disculpas para las malas notas de su hijo: tía Petunia insistía siempre en que Dudley era un mucha­cho de gran talento incomprendido por sus profesores, 

Algunos, incluido el propio Harry, bufaron al escucharle.

en tanto que tío Vernon aseguraba que no quería «tener por hijo a uno de esos mariquitas empollones». 

Más bufidos cubrieron la sala y (sin hacerlo por generalizar) varios quejidos se dejaron escuchar en la zona de los Ravenclaw.

Tampoco dieron mucha importancia a las acusaciones de que su hijo tenía un comportamiento violento. («¡Es un niño un poco inquie­to, pero no le haría daño a una mosca!», dijo tía Petunia con lágrimas en los ojos.)

—No soy ni una mosca —lloriqueo Ginny con el cuerpo de Harry ganandose una mirada furiosa por parte de este.

Pero al final del informe había unos bien medidos co­mentarios de la enfermera del colegio que ni siquiera tío Vernon y tía Petunia pudieron soslayar. 

Varios sonrieron.

Daba igual que tía Petunia lloriqueara diciendo que Dudley era de complexión recia, que su peso era en realidad el propio de un niñito sa­ludable, y que estaba en edad de crecer y necesitaba comer bien: el caso era que los que suministraban los uniformes ya no tenían pantalones de su tamaño. 

—¡Vaya! —comentó Ron—. Pensaba que cuando le describías exagerabas, pero ya veo que no. Pues si que estaba gordo, si.

La enfermera del cole­gio había visto lo que los ojos de tía Petunia (tan agudos cuando se trataba de descubrir marcas de dedos en las bri­llantes paredes de su casa o de espiar las idas y venidas de los vecinos) sencillamente se negaban a ver: que, muy lejos de necesitar un refuerzo nutritivo, Dudley había alcanzado ya el tamaño y peso de una ballena asesina joven.

—Eso es bastante —opinó Luna haciendo una pausa.

Y de esa manera, después de muchas rabietas y discu­siones que hicieron temblar el suelo del dormitorio de Harry y de muchas lágrimas derramadas por tía Petunia, dio comienzo el nuevo régimen de comidas. Habían pegado a la puerta del frigorífico la dieta enviada por la enfermera del colegio Smeltings, y el frigorífico mismo había sido vaciado de las cosas favoritas de Dudley (bebidas gaseosas, pasteles, tabletas de chocolate y hamburguesas) y llenado en su lugar con fruta y verdura y todo aquello que tío Vernon llamaba «comida de conejo». 

—Así esta el —rió Harry con sorna.

—¿Y tu como sabes como está? —le preguntó Ron a su hermana, extrañado.

—¿No puedes suponerlo? No creo que sea tan difícil, ni siquiera para ti Ronald —le respondió Harry. No era tan difícil hacerse pasar por Ginny respondiendo a Ron.

Para que Dudley no lo llevara tan mal, tía Petunia había insistido en que toda la familia siguiera el régimen. En aquel momento le sirvió su trozo de pomelo a Harry, quien notó que era mucho más pequeño que el de Dudley. A juzgar por las apariencias, tía Petunia pensaba que la mejor manera de levantar la moral a Dudley era ase­gurarse de que, por lo menos, podía comer más que Harry.

—Menudo idiota —dijo Ginny, y el padre de Harry le dio la razón llamándole hijo.

Pero tía Petunia no sabía lo que se ocultaba bajo la tabla suelta del piso de arriba. No tenía ni idea de que Harry no es­taba siguiendo el régimen. 

Digno hijo de su padre —dijó James con una sonrisa mirando a Ginny.

—Suena mucho mejor digno ahijado de su padrino —opinó Sirius mirando también a Ginny.

En cuanto éste se había enterado de que tenía que pasar el verano alimentándose de tiras de zanahoria, había enviado a Hedwig a casa de sus amigos pi­diéndoles socorro, y ellos habían cumplido maravillosamen­te: Hedwig había vuelto de casa de Hermione con una caja grande llena de cosas sin azúcar para picar (los padres de Hermione eran dentistas)

—Gracias Hermione —le agradeció Harry mientras esta seguía haciendo cosas extrañas con su ahora largo y pelirrojo cabello.

; Hagrid, el guardabosque de Hog­warts, le había enviado una bolsa llena de bollos de frutos se­cos hechos por él (Harry ni siquiera los había tocado: ya había experimentado las dotes culinarias de Hagrid)

—Aunque gracias, Hagrid —le dijo Ginny al semigigante ganandose una sonrisa por parte de este y otra por parte de Harry.

; en cuanto a la señora Weasley, le había enviado a la lechuza de la familia, Errol, con un enorme pastel de frutas y pastas variadas. 

—Gracias... Molly —le dijo Ginny a su madre, sintiendose rara al llamarla por su nombre.

Molly también le miró extrañada, Harry nunca la llamaba por su nombre, siempre había sido "la señora Weasley". Le hizo ilusión y esperaba que a partir de ahora la llamase por su nombre.

El pobre Errol, que era viejo y débil, tardó cinco días en recupe­rarse del viaje. Y luego, el día de su cumpleaños (que los Dursley habían pasado olímpicamente por alto), había recibi­do cuatro tartas estupendas enviadas por Ron, Hermione, Hagrid y Sirius. 

Ginny les sonrió a todos, cansada de agradecer a la gente con palabras ¿como podía aguantar Harry siendo siempre tan educado? Aunque este año había estado bastante irritante...

Todavía le quedaban dos, y por eso, impa­ciente por tomarse un desayuno de verdad cuando volviera a su habitación, empezó a comerse el pomelo sin una queja.

Tío Vernon dejó el periódico a un lado con un resoplido de disgusto y observó su trozo de pomelo.

—¿Esto es el desayuno? —preguntó de mal humor a tía Petunia.

—¡Si! ¡Cómetelo, conejito! —dijo Fred con felicidad.

Ella le dirigió una severa mirada y luego asintió con la cabeza, mirando de forma harto significativa a Dudley, que había terminado ya su parte de pomelo y observaba el de Harry con una expresión muy amarga en sus pequeños ojos de cerdito.

Tío Vernon lanzó un intenso suspiro que le alborotó el poblado bigote y cogió la cuchara.

Llamaron al timbre de la puerta. Tío Vernon se levantó con mucho esfuerzo y fue al recibidor. Veloz como un rayo, mientras su madre preparaba el té, Dudley le robó a su pa­dre lo que le quedaba de pomelo.

Algunos se debatían entre la idea de agradecer a Dudley por robarle la comida a su odioso padre o por meterse con el.

Harry oyó un murmullo en la entrada, a alguien riéndo­se y a tío Vernon respondiendo de manera cortante. Luego se cerró la puerta y oyó rasgar un papel en el recibidor.

Tía Petunia posó la tetera en la mesa y miró a su alre­dedor preguntándose dónde se había metido tío Vernon. No tardó en averiguarlo: regresó un minuto después, lívido.

—Tú —le gritó a Harry—. Ven a la sala, ahora mismo.

(DN: Esto me recuerda a mi madre xD Cuando pasa cualquier cosa que esta fuera de mi control me echa la bronca a mi, porque si. El otro día sin ir más lejos fue "Esta lloviendo... ¡Dait! ¿Te has dado cuenta o que? ¡ESTÁ LLOVIENDO!" Mi madre cree que todo lo malo de su vida es por mi culpa... Por eso mi obliga a comer las patatas quemadas si se le queman :c Vale no, pero si que me deja comérmelas si insisto (son patatas al fin y al cabo, no se pueden desperdiciar))

Desconcertado, preguntándose qué demonios había he­cho en aquella ocasión, Harry se levantó, salió de la cocina detrás de tío Vernon y fue con él hasta la habitación conti­gua. Tío Vernon cerró la puerta con fuerza detrás de ellos.

—Vaya —dijo, yendo hasta la chimenea y volviéndose hacia Harry como si estuviera a punto de pronunciar la sen­tencia de su arresto—. Vaya.

—¿Vaya que? —preguntó Ginny molesta.

A Harry le hubiera encantado preguntar «¿Vaya qué?», 

—No has cambiado nada —rió Ron divertido.

Ginny sonrió, al parecer estaba mejorando su interpretación.

pero no juzgó prudente poner a prueba el humor de tío Vernon tan temprano, y menos teniendo en cuenta que éste se encontraba sometido a una fuerte tensión por la carencia de alimento. Así que decidió adoptar una expresión de cortés desconcierto.

—Buena elección —le elogió Tonks a Ginny—. Es mi favorita.

—Acaba de llegar esto —dijo tío Vernon, blandiendo ante Harry un trozo de papel de color púrpura—. Una carta. Sobre ti.

El desconcierto de Harry fue en aumento. ¿Quién le es­cribiría a tío Vernon sobre él? ¿Conocía a alguien que envia­ra cartas por correo?

Molly y Arthur se miraron incómodos, recordaban bien todo ese asunto.

Tío Vernon miró furioso a Harry; luego bajó los ojos al papel y empezó a leer:

Estimados señor y señora Dursley:

No nos conocemos personalmente, pero estoy se­gura de que Harry les habrá hablado mucho de mi hijo Ron.

—No lo has hecho —observó Ron.

—¡Pues claro que no! —repuso Ginny—. ¿Por que iba a hacerlo? ¡Pero tu te das cuenta de las estupideces que dices! ¡Son los Dursley!

—Tranqui tío... Estaba de broma... Ni que fueras mi hermana, oye —le dijo Ron sorprendido por la respuesta de su amigo.

Ginny parpadeó un par de veces.

—Oh, vale...

Harry, que observaba a Luna rezando por que siguiera con la lectura antes de que Ginny hiciera que les descubrieran, vio en los ojos de su peculiar amiga el desconcierto ¿podría ser que Luna sospechase algo? Bueno, de ser así, seguro que lo sospecha de todo el mundo. O tal vez crea que el cuerpo de Harry lo está controlando el espirito de Diarrea, el Kobold Travieso.

Como Harry les habrá dicho, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el próximo lu­nes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de con­seguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.

—¡Mas les vale dejarte ir! —dijo James emocionado.

—Muchas gracias por esto, Arthur, Molly —les agradeció Lily.

Espero que nos permitan llevar a Harry al par­tido, ya que es una oportunidad única en la vida. Hace treinta años que Gran Bretaña no es la anfi­triona de la Copa y es extraordinariamente difícil conseguir una entrada. Nos encantaría que Harry pudiera quedarse con nosotros lo que queda de va­caciones de verano y acompañarlo al tren que lo lle­vará de nuevo al colegio.

Sería preferible que Harry nos enviara la res­puesta de ustedes por el medio habitual, ya que el cartero muggle nunca nos ha entregado una carta y me temo que ni siquiera sabe dónde vivimos.

Esperando ver pronto a Harry, se despide cor­dialmente

Molly Weasley

P. D.: Espero que hayamos puesto bastantes sellos.

Harry rió, recordando lo de los sellos.

Tío Vernon terminó de leer, se metió la mano en el bol­sillo superior y sacó otra cosa.

—Mira esto —gruñó.

Levantó el sobre en que había llegado la carta, y Harry tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa. Todo el so­bre estaba cubierto de sellos salvo un trocito, delante, en el que la señora Weasley había consignado en letra diminuta la dirección de los Dursley.

Los hijos de muggles o los que habían prestado suficiente atención a la asignatura de Estudios Muggles rieron al escucharlo causando con ello que el matrimonio Weasley enrojeciese.

—Creo que si que han puesto bastantes sellos —comen­tó Harry, como si cualquiera pudiera cometer el error de la señora Weasley.

Hubo un fulgor en los ojos de su tío.

—El cartero se dio cuenta —dijo entre sus dientes apre­tados—. Estaba muy interesado en saber de dónde procedía la carta. Por eso llamó al timbre. Daba la impresión de que le parecía divertido.

—Oh, por Merlín, eso debe de ser horrible —dijo Ron con sarcasmo.

Harry no dijo nada. Otra gente podría no entender por qué tío Vernon armaba tanto escándalo porque alguien hu­biera puesto demasiados sellos en un sobre, pero Harry había vivido demasiado tiempo con ellos para no comprender hasta qué punto les molestaba cualquier cosa que se saliera de lo ordinario. Nada los aterrorizaba tanto como que al­guien pudiera averiguar que tenían relación (aunque fuera lejana) con gente como la señora Weasley.

Los Weasley bufaron, ¡como si a ellos fuera a gustarles también tener algo de relación con esos Dursley!

Tío Vernon seguía mirando a Harry, que intentaba mantener su expresión neutra. Si no hacía ni decía ninguna tontería, podía lograr que lo dejaran asistir al mejor espectáculo de su vida. Esperó a que tío Vernon añadiera algo, pero simplemente seguía mirándolo. Harry decidió rom­per el silencio.

—Entonces, ¿puedo ir? —preguntó.

Muchos tragaron saliva, casi tan nerviosos como Harry lo estuvo aquel día..

Un ligero espasmo cruzó el rostro de tío Vernon, grande y colorado. Se le erizó el bigote. Harry creía saber lo que te­nía lugar detrás de aquel mostacho: una furiosa batalla en la que entraban en conflicto dos de los instintos más básicos en tío Vernon. Permitirle marchar haría feliz a Harry, algo contra lo que tío Vernon había luchado durante trece años. Pero, por otro lado, dejar que se fuera con los Weasley lo que quedaba de verano equivalía a deshacerse de él dos sema­nas antes de lo esperado, y tío Vernon aborrecía tener a Harry en casa. Para ganar algo de tiempo, volvió a mirar la carta de la señora Weasley.

—¿Quién es esta mujer? —inquirió, observando la fir­ma con desagrado.

Arthur bufó. No entendía como alguien podía mirar a Molly con desagrado.

(Todo el mundo bufa en este capítulo... Van a acabar convertidos en bufones).

—La conoces —respondió Harry—. Es la madre de mi amigo Ron. Lo estaba esperando cuando llegamos en el ex­preso de Hog... en el tren del colegio al final del curso.

Había estado a punto de decir «expreso de Hogwarts», y eso habría irritado a tío Vernon. En casa de los Dursley no se podía mencionar el nombre del colegio de Harry.

Tío Vernon hizo una mueca con su enorme rostro como si tratara de recordar algo muy desagradable.

—¿Una mujer gorda? —gruñó por fin—. ¿Con un mon­tón de niños pelirrojos?

Harry frunció el entrecejo pensando que tenía gracia que tío Vernon llamara gordo a alguien cuando su propio hijo, Dudley, acababa de lograr lo que había estado intentando desde que tenía tres años: ser más ancho que alto.

—Si hubieras dicho eso en voz alta te habría dado un beso en la boca —le dijo Ginny a Harry al oído.

Harry, al escuchar una frase como esa saliendo de su propia boca, se sintió muy raro.

—Tenía que haberlo dicho en alto entonces —bromeó Harry también.

Tío Vernon volvió a examinar la carta.

—Quidditch —murmuró entre dientes—, quidditch. ¿Qué demonios es eso?

Harry sintió una segunda punzada de irritación.

—Es un deporte —dijo lacónicamente— que se juega sobre esc...

—¡Vale, vale! —interrumpió tío Vernon casi gritando.

Varios sonrieron, divertidos con la reacción de Vernon.

Con cierta satisfacción, Harry observó que su tío tenía expresión de miedo. Daba la impresión de que sus nervios no aguantarían el sonido de las palabras «escobas voladoras» en la sala de estar. Disimuló volviendo a examinar la carta. Harry descubrió que movía los labios formando las palabras «que nos enviara la respuesta de ustedes por el medio habitual».

—¿Qué quiere decir eso de «el medio habitual»? —pre­guntó irritado.

—Habitual para nosotros —explicó Harry y, antes de que su tío pudiera detenerlo, añadió—: Ya sabes, lechuzas mensajeras. Es lo normal entre magos.

Tío Vernon parecía tan ofendido como si Harry acabara de soltar una horrible blasfemia. Temblando de enojo, lanzó una mirada nerviosa por la ventana; parecía temeroso de ver a algún vecino con la oreja pegada al cristal.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no menciones tu anormalidad bajo este techo? 

—¡Anormalia! —exclamaron muchos sintiéndose ofendidos y olvidando que esto ya había ocurrido antes—. ¿Pero como se atreve?

—dijo entre dientes. Su rostro había adquirido un tono ciruela vivo—. Recuerda dónde estás, y recuerda que deberías agradecer un poco esa ropa que Petunia y yo te hemos da...

—Después de que Dudley la usó —lo interrumpió Harry con frialdad; de hecho, llevaba una sudadera tan grande para él que tenía que dar cinco vueltas a las man­gas para poder utilizar las manos y que le caía hasta más abajo de las rodillas de unos vaqueros extremadamente anchos.

Lily y James se miraron, culpándose a si mismos por la miserias que pasado su hijo.

—¡No consentiré que se me hable en ese tono! —excla­mó tío Vernon, temblando de ira.

Pero Harry no pensaba resignarse. Ya habían pasado los tiempos en que se había visto obligado a aceptar cada una de las estúpidas disposiciones de los Dursley. No estaba siguiendo el régimen de Dudley, y no se iba a quedar sin ir a los Mundiales de quidditch por culpa de tío Vernon si podía evitarlo. Harry respiró hondo para relajarse y luego dijo:

—Vale, no iré a los Mundiales. ¿Puedo subir ya a mi ha­bitación? Tengo que terminar una carta para Sirius. Ya sa­bes... mi padrino.

—¡Genial! —le aplaudieron a Ginny los gemelos.

—Eres un buen estratega —le elogió Bill guiñándole un ojo a su hermana.

Sirius se limitó a sonreír, satisfecho con el hecho de que, aún estando a distancia, pudiera serle útil de algún modo a Harry,

Lo había hecho, había pronunciado las palabras mági­cas. Vio cómo la colorada piel de tío Vernon palidecía a ron­chas, dándole el aspecto de un helado de grosellas mal mezclado.

—Le... ¿le vas a escribir, de verdad? —dijo tío Vernon, intentando aparentar tranquilidad. Pero Harry había visto cómo se le contraían de miedo los diminutos ojos.

—¿Es normal que este disfrutando con esto? —preguntó Lily sintiéndose algo culpable.

—Sería raro si no lo estuvieras —le aseguró su marido con una sonrisa.

—Bueno, sí... —contestó Harry, como sin darle impor­tancia—. Hace tiempo que no ha tenido noticias mías y, bue­no, si no le escribo puede pensar que algo va mal.

Las sonrisas crecían por momentos.

Se detuvo para disfrutar el efecto de sus palabras. Casi podía ver funcionar los engranajes del cerebro de tío Vernon debajo de su grueso y oscuro cabello peinado con una raya muy recta. Si intentaba impedir que Harry escribiera a Sirius, éste pensaría que lo maltrataban. Si no lo dejaba ir a los Mundiales de quidditch, Harry se lo contaría a Sirius, y Sirius sabría que lo maltrataban. A tío Vernon sólo le quedaba una salida, y Harry pudo ver esa conclusión for­mársele en el cerebro como si el rostro grande adornado con el bigote fuera transparente. Harry trató de no reírse y de mantener la cara tan inexpresiva como le fuera posible. Y luego...

—Bien, de acuerdo. Puedes ir a esa condenada... a esa estúpida... a esa Copa del Mundo. 

—¡Estupendo! —celebraron muchos con alegría.

Escríbeles a esos... a esos Weasley para que vengan a recogerte, porque yo no tengo tiempo para llevarte a ningún lado. Y puedes pasar con ellos el resto del verano. Y dile a tu... tu padrino... dile... dile que vas.

—Muy bien —asintió Harry, muy contento.

Se volvió y fue hacia la puerta de la sala, reprimiendo el impulso de gritar y dar saltos. Iba a... ¡Se iba con los Weas­ley! ¡Iba a presenciar la final de los Mundiales! En el recibi­dor estuvo a punto de atropellar a Dudley, que acechaba detrás de la puerta esperando oír una buena reprimenda contra Harry y se quedó desconcertado al ver su amplia son­risa.

—¡Qué buen desayuno!, ¿verdad? —le dijo Harry—. Estoy lleno, ¿tú no?

Algunos rieron imaginándose la cara de Dudley.

Riéndose de la cara atónita de Dudley, Harry subió los escalones de tres en tres y entró en su habitación como un bólido.

Lo primero que vio fue que Hedwig ya había regresado. Estaba en la jaula, mirando a Harry con sus enormes ojos ambarinos y chasqueando el pico como hacía siempre que estaba molesta. Harry no tardó en ver qué era lo que le mo­lestaba en aquella ocasión.

—¡Ay! —gritó.

—¿Otro elfo domestico? —preguntó George.

—¿Un dementor? —probó Fred.

—¿O es un semi-gigante esta vez? —lo intentó Tonks también.

Acababa de pegarle en un lado de la cabeza lo que pare­cía ser una pelota de tenis pequeña, gris y cubierta de plu­mas. 

—Oh, Harry, nos decepcionas —dijeron los gemelos—. Solo es Pig... Ese no es tu estilo.

Harry se frotó con fuerza la zona dolorida al tiempo que intentaba descubrir qué era lo que lo había golpeado, y vio una lechuza diminuta, lo bastante pequeña para ocultarla en la mano, que, como si fuera un cohete buscapiés, zumbaba sin parar por toda la habitación. Harry se dio cuenta entonces de que la lechuza había dejado caer a sus pies una carta. Se inclinó para recogerla, reconoció la letra de Ron y abrió el sobre. Dentro había una nota escrita apre­suradamente:

Harry: ¡MI PADRE HA CONSEGUIDO LAS ENTRADAS! Irlanda contra Bulgaria, el lunes por la noche. Mi madre les ha escrito a los muggles para pedirles que te dejen venir y quedarte. A lo mejor ya han recibido la carta, no sé cuánto tarda el correo muggle. De to­das maneras, he querido enviarte esta nota por medio de Pig.

—Pero... ¿Por que se llama Pig? —preguntó James—. ¿Tiene cara de cerdo o algo?

—Se llama Pigwidgeon —explicó Ginny—. Pig es un diminutivo.

—Pigwidgeon... Se lo puso mi hermana —confesó Ron—. Es un nombre horrible.

—A mi me parece un nombre muy mono —comentó Ginny haciendo que Ron mirase al cuerpo de su amigo sin comprender que demonios le pasaba en la cabeza.

—Vale, punto a tener en cuenta, Harry debería de ser el que le ponga nombre a nuestros nietos —bromeó James hablándole a Lily al oído—. No queremos que nuestro nietos se acabes llamando Pantagruel o Dowsabel ¿no?

—Bueno, igual Harry pone nombres todavía peores —dijo Lily encogiendose de hombros.

—¿Peores? —preguntó James—. ¿Que, va a llamar a su hijo Severus?

—No he dicho eso, pero aunque lo hiciera sería tu nieto ¡así que nada de discriminarle por llamarse Severus!

—Bueno, al menos estoy seguro de que algo como eso es imposible que pase y... bueno... Nunca vamos a poder conocerlos...

Lily tragó saliva, eso parecía ser cierto... Aunque... ¿No podrían estar sus nietos entre los visitantes del futuro?

Harry reparó en el nombre «Pig», y luego observó a la diminuta lechuza que zumbaba dando vueltas alrededor de la lámpara del techo. Nunca había visto nada que se pare­ciera menos a un cerdo. Quizá no había entendido bien la le­tra de Ron. Siguió leyendo:

Vamos a ir a buscarte tanto si quieren los mug­gles como si no, porque no te puedes perder los Mun­diales. 

—¡Así se habla Ron! —le dijo James emocionado.

Lo que pasa es que mis padres pensaban que era mejor pedirles su consentimiento. Si dicen que te dejan, envía a Pig inmediatamente con la respues­ta, e iremos a recogerte el domingo a las cinco en punto. Si no te dejan, envía también a Pig e ire­mos a recogerte de todas maneras el domingo a las cinco.

Varios rieron divertidos.

—Siempre es mejor hacerlo primero por las buenas—dijo la señora Weasley, y luego miro a esos traviesos gemelos hijos suyos—. Pero cuando lo dices una vez por las buenas, y otra, y otra, y otra, y no hacen lo que se les dice... ¡se les castiga sin inventos tontos!

Fred y George tragaron saliva. No era fácil intentar crear una empresa de venta de bromas si tu madre no solo no lo apoyaba sino que además se entrometía. Bueno, aunque para ellos sí, no por nada eran Fred y George.

Hermione llega esta tarde. Percy ha comenzado a trabajar: en el Departamento de Cooperación Má­gica Internacional. No menciones nada sobre el ex­tranjero mientras estés aquí a menos que quieras que te mate de aburrimiento.

Percy bufó.

(¿Me falta alguien de la familia al que hacer bufar?)

Hasta pronto,

Ron

—¡Cálmate! —dijo Harry a la pequeña lechuza, que re­voloteaba por encima de su cabeza gorjeando como loca (Harry supuso que era a causa del orgullo de haber llevado la carta a la persona correcta)—. ¡Ven aquí! Tienes que lle­var la contestación.

La lechuza revoloteó hasta posarse sobre la jaula de Hedwig, que le echó una mirada fría, como desafiándola a que se acercara más. Harry volvió a coger su pluma de águi­la y un trozo de pergamino, y escribió:

Todo perfecto, Ron: los muggles me dejan ir. Hasta mañana a las cinco. ¡Me muero de impaciencia!

Harry


Plegó la nota hasta hacerla muy pequeña y, con inmen­sa dificultad, la ató a la diminuta pata de la lechuza, que aguardaba muy excitada. En cuanto la nota estuvo asegu­rada, la lechuza se marchó: salió por la ventana zumbando y se perdió de vista.

Harry se volvió hacia Hedwig.

—¿Estás lista para un viaje largo? —le preguntó. Hedwig ululó henchida de dignidad.

—¿Puedes hacerme el favor de llevar esto a Sirius? —le pidió, cogiendo la carta—. Espera: tengo que termi­narla.

Volvió a desdoblar el pergamino y añadió rápidamente una postdata:

Si quieres ponerte en contacto conmigo, estaré en casa de mi amigo Ron hasta el final del verano. ¡Su padre nos ha conseguido entradas para los Mun­diales de quidditch!
Muchos sonrieron, pensando que era un bonito final de capitulo, pero Luna siguió leyendo.

Una vez concluida la carta, la ató a una de las patas de Hedwig, que permanecía más quieta que nunca, como si quisiera mostrar el modo en que debía comportarse una le­chuza mensajera.

Varios sonrieron divertidos.

—Creo que estoy enamorada de tu lechuza —le comentó Hermione a Harry.

—Estaré en casa de Ron cuando vuelvas, ¿de acuerdo? —le dijo Harry.

Ella le pellizcó cariñosamente el dedo con el pico y, a continuación, con un zumbido, extendió sus grandes alas y salió volando por la ventana.

Harry la observó mientras desaparecía. Luego se metió debajo de la cama, tiró de la tabla suelta y sacó un buen tro­zo de tarta de cumpleaños. Se lo comió sentado en el suelo, disfrutando de la felicidad que lo embargaba: tenía tarta, mientras que Dudley sólo tenía pomelo; era un radiante día de verano; se iría de casa de los Dursley al día siguien­te, la cicatriz ya había dejado de dolerle e iba a presenciar los Mundiales de quidditch. 

—Si, realmente suena genial —comentó Ron con algo de gula por la mención de la tarta.

Era difícil, precisamente en aquel momento, preocuparse por algo. Ni siquiera por lord Voldemort.

Estremecimientos y blablabla, os lo imagináis.

—Y fin del capitulo —terminó Luna.

—¿Ha quedado satisfecha? —le preguntó Dumbledore—. ¿o quiere leer otro capitulo más?

—Leería otro con gusto —aseguró—. Pero seguro que hay muchas otras personas que lo harían también, ¡suficiente que he leído dos!

Dumbledore sonrió, cogió el libro de las manos de Luna y esta volvió a su asiento.

—Bien —dijo para toda la sala—. ¿Quien quiere leer ahora? ¿Señorita Weasley?

Harry esperó tranquilamente a que Ginny se levantara. Esperó, y esperó y esperó.

—¿Señorita Weasley? —volvió a preguntar el director.

Y en ese momento, gracias a un pellizco de Hermione, Harry comprendió que ahora el era la señorita Weasley.

—Oh, yo, si, si, claro. Leeré, leeré —dijo con torpeza mientras se levantaba y se esforzaba por caminar imitando a Ginny hasta Dumbledore. Cuando llegó hasta el ambos se miraron a los ojos durante un segundo y Harry tuvo la sospecha de que Dumbledore lo sabía todo. Y de que se divertía con ello.

Y vivieron felices y atraparon snitches.

Ya queda menos para el mundial... Y para ver a cierto hombretón búlgaro al que le cuesta pronunciar el nombre de nuestra empollona favorita.

¿Nos vemos el jueves que viene? Tal vez el viernes porque siempre acabo subiendo el capitulo pasadas las 00:00... Mea culpa, si, como siempre mama. Lo siento por hacer que llueva, no volveré a cantar en la ducha...

En fino, Bye!

PD: Nuevamente este es un capitulo que esta completamente sin corregir, cualquier fallo avisad para que pueda corregirlo. Thanks.

13 comentarios :

  1. Las dos de la madrugada vayaa no me enrollare mucho a fin de cuentas dentro de unas 5 horas me tendre que levantar. Me encanta de verdad como se te ocurren todas estas cosas? Por mucho que lo intento creo que nunca lo sabre.
    Actualiza pronto que es genial
    Canuto (no se me ocurre otro nombre (imaginacion 0))

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    1. Ahora si que puedo decirte todo lo que queria enserio me encanta como escribes y no me estrañaria para nada que Dumbledore supiera lo del cambio de cuerpos eso hombre lo sabe todo sino ¿Como se explica el que supiera que veian Harry y Ron en el espejo de oesed o que Harry intentaba proteger la piedra del primer libro? No he podido reirme mas con el nombre del nieto de James creo que le daria un infarto si sabe el segundo nombre de Albus antes de que se acabe el septimo libro o pensaria que a su hijo lo han hechizado o algo parecido para poner semejante nombre.
      En cuanto al horario no pasa nada es lo normal despues de todo 1 año que se cambie la hora era solo la duda.
      Cuida mucho a esa gatita que tienes que seguro que es preciosa.
      Hasta la semana que viene.
      PD no te desveles tanto si un dia no puedes subir capitulo no pasa nada. O tambien puedes cambiar el dia a uno que te convenga mas solo tendrias que avisar que lo cambias

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  2. Hola :D
    Lamento que siempre pares desvelandote para subir los capítulos, la ventaja del cambio de horario es que aquí son las 6:00 de la tarde. Por cierto me toaste el corazón con lo de tu gatita Gomi. Yo tengo un gato y una perra rescatados y me encanta cuando algún animal encuentra un nuevo hogar.

    Me encantó lo de un nieto llamado Severus, no podía parar de reír. Ademas que no dudaría que Dumbledore supiera exactamente lo del cambio de cuerpos. Honestamente creo que Dumbledore sabe exactamente todo lo que ocurre en Howarts.

    Bueno yo me despido, pasa una linda semana llena de éxitos.

    Erica

    P.D. Dale cariños a tu gatita por mi.

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  3. Cornamenta el Profeta eso es nuevo

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  4. Que buen capitulo dait..que envidia yo quiero los tomos pero tendría que pedirlos por internet. Como me voy a morir con el siguiente capitulo.me encanta cuando harry extorciona a los Dursley con sirius.
    Noooo como podría llamarse severus tu nieto James se te abra sacado un tornillo(jajaja q risa me da esa parte cuando se entere)
    Como que harry y ginny se olvidan q no están en sus respectivos
    PD:cuantos días pasaron desde comenzaron a leer los libros
    PD2:como me encanta ese lindo cerebro que tenes llena de ideas locas que nos encantan

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  5. Gracias de nuevo por el cap. Pero no se me gustaría pues que ya cambiaran o que algo romántico pasará entre ellos, por cierto me encanta como escribes, esperó que no te desamines ni lo dejes inconcluso porfa te sigo

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  6. Me encanta que Dumbledore sepa que Harry es Ginny y Ginny es Harry xD Harry leyendo frente a todo el gran comedor con el cuerpo de Ginny va a ser muy interesante de ver XD
    La parte de que Harry nunca llamaría Severus a su hijo me ha matado, espero que antes de llegar al último libro se enteren del nombre de Albus Severus. Sobre todo James, Sirius, los Weasleys... y Harry. Solo imagina la cara de Harry si, estando en el quinto curso, le sueltan "hey, en el futuro llamarás Severus a tu hijo :D". Creo que al pobre le daría algo, igual que nos dio a todos cuando vimos que Rowling había llamado así al hijo de Harry Freaking Potter xD
    ¿Es cosa mía o he repetido muchas veces "harry" en este comentario? En fin, hasta el jueves-viernes-loquesea de la semana que viene ^^
    LaurieAngel

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  7. ¡Pues un capítulo más!
    Poco a poco se va haciendo esto más grande, luego nos dará pena que se acabe T.T
    Que malo eres haciendo leer a Harry, el pobre que se siente incómodo y a ti te gusta mucho fastidiarle. Y no me digas que no porque el pobre esta en el cuerpo de Ginny jajajaj

    Este capítulo ha tenido más comentarios, eso me encanta, cuanto mas "sustancia" tiene la cosa, mejor. Aunque te emocionas muchos con los bufidos jajajaj hay otros sinonimos, puedes resoplar por ejemplo, o gemir de asco o algo asi.

    No sabría decirte si hay algún fallo porque deboro el capítulo a tal velocidad que todo lo veo bien, mi cerebro completa palabras si no estan bien escritas o corrige frases automaticamente. Me encanta mi cerebro.

    Pero bueno, voy a dejar de emocionarme yo. Te leo el viernes que viene (:
    ¿Te has dado cuenta que cada vez se va yendo más lejos? A este ritmo volvemos a los sabados, y ya si vuelven a ser sabados y martes/miercoles... GENIAL

    A kiss and a hug, isiita

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  8. No pude leer él capítulo seguido :/ me quedé dormida, aunque me quede despierta a las 5:34 am por qué mi mama me dijo que no fuera a clases ( igual he tenido que levantarme temprano para salir de vieja) quiero ver el ataque de James y Sirius al ver el nombre de su nieto (aunque lloraran de alegría al escuchar el nombre de su otro nieto)
    Me morí de risa con lo del espíritu de la diarrea ¿cómo tienes tanta imaginación?

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  9. Bien me enrede un poco en las compensaciones por el cambio de mentes, pero me gusto el capitulo, yo solo digo lo que escribió JK que James era igual a su abuelo tanto en apariencia como en actitud, y Albus es tímido, razonablemente agresivo con quienes le tocan las narices, con muchas dudas, suma eso mas que es un calco físico de Harry y luego dime si sus personalidades no son iguales (y Lily actúa como Ginny en el primer libro)

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  10. Acabo de leer todos las lecturas de harry potter y me encantó, ya q es raro encontrar alguno de calidad y q todavía actualice. Espero impacientemente el nuevo capítulo.

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  12. Hola Dait,
    Primero de todo, decirte que tu historia me gusta mucho, me he leído todos los capitulos de golpe. Segundo, lastima que ya no este en ffn, era allí on la seguía inicialmente y tercera cosa, me gusta como escribes; sin embargo encuentro que pones pocas " interrupciones" a la lectura del libro y por esto, almenos para mi, se me hace un poco pesado tener que leer bastantes párrafos seguidos sin tener que leer comentarios de las personas que leen la lectura.
    Por cierto, me ha encantado el intercambio de cuerpo de Ginny y Harry.
    Esperaré impaciente el próximo capítulo.

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