sábado, 3 de octubre de 2015

Retorno a La Madriguera


                 الحمار الحكة لي

(si, eso era el saludo, por si no os habíais dado cuenta)

Vale, dejando las chorradas a un lado quiero deciros que estoy muy emocionado. ¡Voy a tener un primito! Eso significa solo una cosa, pero conlleva muchas más. Por poneros un ejemplo rápido, tengo que madurar lo que no he madurado en 10 años en solo 6 meses ¿y porque? os preguntareis... Bueno, eso es obvio: Tengo que ser el "primito molón". Eso incluye aprender trucos de magia, reunir todos los juguetes molones que tengo en el trastero y que no están destrozados, no afeitarme demasiado a menudo (todos sabemos que la barba te hace parecer más maduro) y, por supuesto, hacer que vea lo chulos que son los libros, los juegos de rol, la música con instrumentos y el ajedrez (le guste o no tiene que aprender a jugar, esta escrito en donde se escriben las cosas). 

Esta vez me tocará a mi ser el responsable del grupo terrorista de los no-adultos. Ya sabéis, ese grupo de no-adultos que se encarga de hacer bromas durante las navidades, cuando se juntas todos los miembros de la familia. Supongo que no estaría mal empezar con los clasicos... Los míticos chicles trampa, cambiar el color del grifo y todas esas cosas que de tanto usarse han perdido la gracia, ¡pero para el aún no! Y seguro que lo disfruta.

Y no todo será diversión para el. Yo voy a tener la oportunidad de gastar la broma más asquerosa, cruel y dura del mundo... Seguro que me gano una buena pero... Merece la pena. Venga va, os la escribo:

Paso 1 - Coge el bebé de los brazos de algún adulto responsable y sal con el, lentamente, de la sala en la que os encontréis.

Paso 2 - Deja al bebé en un lugar seguro y coge a "Nadie" (ese muñeco que nunca quisiste y que tu madre te regaló y que, molesto por ello, cuando quiso que le pusieras un nombre quisiste decirle que no ibas a hacerlo pero como no sabías hablar demasiado bien y estabas enfadado dijiste "nadie", si, ese muñeco).

Paso 3 - Vuelve al lugar inicial, acunando con tus brazos al muñeco como si fuera el bebé.

Paso 4 - ¡Déjalo caer! (y grita, eso es imprescindible)

Paso 5 - Escucha las reacciones de terror y de pánico de la gente a tu alrededor e intenta disfrutar de ello.

Paso 6 - Si te sientes mal por haberlo hecho piensa que la creadora de esta broma la realizó por primera vez contigo cuando tu eras un bebé y que, por tanto, el karma tiene derecho a hacer presencia.

Extra: Si por alguna razón la bronca siguiente a la broma se te hace demasiado pesada... Échale la culpa al bebé y hazle cosquillas, su inocente risa será suficiente para hacer que las babas caigan y la gente deje de prestarte atención.

El siguiente capitulo se llama: Las ventajas de ser invisible.

En fin, dejando esas cosas aún lado (aunque, la verdad, me habría gustado bastante más escribir solo de la de cosas que quiero hacer con mi pequeño y todavía no formado primito) no estoy aquí por eso, así que respondo y volvemos a la Madriguera.

Nashi Dragneel: La verdad, no se cuantos días han pasado desde que empezaron a leer los libros, pero no demasiados. Piensa que leen 4-6 capítulos antes de comer y otros 4-6 antes de cenar. Más o menos 8-12 capítulos por día.

LaurieAngel: Eso tiene que ser brutal... Es tan rematadamente genial que no tengo la menor idea de como reaccionarían ni Harry ni Snape de saberlo. Imagínate un momento bonito entre ellos, en plan medio cortados diciéndose cosas como "Pues... Em... Gracias por ponerle mi nombre a tu hijo" "Oh... Ah... No ha sido nada... Profesor". Sin mirarse a la cara XD Muero.
PD: No pasa nada, has escrito 7 veces Harry. Y relacionar el 7 con cualquier palabra relacionada con la magia es correcto, así que good. Gran trabajo. 

Isabel Gonzalo Colmenar: Pues, al verdad, este año tengo un horario de locura. Voy a tocar todas las semanas con unos amigos a una sala de ensayo, las clases, desarrollo de aplicaciones (para practicar) con unos amigos, los domingos de rol, el fic y, por supuesto, algo de tiempo libre... Es una locura, no creo que pueda ni ir a japones este curso. Cada año tengo más cosas por hacer. Ojala pudiera multiplicarme por diez y mandar a nueve clones a hacer cosas y yo tumbarme y disfrutar de no hacer nada todo el día.
anonimus maximus: Solo me estás dando la razón. Digamos que James, es como James. Que Lily es como Ginny. Y que Albus es como Harry. Teniendo esos datos podemos obtener de forma sencilla y casi sin margen de error la casa a la que Albus a podido ir.
marina92: Saludos, nueva lectora. Me congratula que disfrutes con la lectura y, por defenderme de algún modo, diré que si no añado tantas interrupciones a la lectura como pides es porque siempre he pensado que era al revés. Que demasiadas interrupciones innecesarias volvían pesada la lectura. Aunque, si tu dices que no lo son, tal vez no lo sean. Ya veré que hago.
Alma: Créeme que me he mirado todas las asignaturas que podría impartir (tanto las que ya se están impartiendo como ese otro listado de posibles asignaturas que no se llevan a cabo porque ya hay suficientes) Aunque, si quieres mi opinión, cambiaría inmediatamente la clase de adivinación por la de el estudio de los helados. Parece mucho más fiable. 
Estudios muggles. Si, no está tan mal. Mandar de deberes cosas tan ridículas como que busquen la diferencia principal entre un bolígrafo y un lápiz o que me expliquen porque los libros de fantasía tienen criaturas reales es divertido. Aunque siento algo de miedo cuando pienso que voy a tener que explicar como se almacenan sonidos en un disco de plástico con una capa reflectora de mercurio...
Esta Gomi... Aceptando tratos que no me convienen... Nada, como castigo hoy no juego con ella al "Captura a Peter". Así aprenderá. Vale no, en cuanto me maullé un par de veces no podré resistirme, ¡pero lo voy a intentar!
Siempre es duro decir que no. Aunque supongo que lo será más recibirlo, ¡es por eso por lo que hay que estar muy seguros antes de actuar! (o usar amortentia y hacer que rellene un contrato). ¡Y no te metas con mi amada [tan(90 - X)=cot X]!
Gomi está genial, cada día salta más y se sube a más sitios (y tira más cosas). El otro día tiró todo (completamente todo) lo que había encima del piano de la sala. Lo gracioso es que yo estaba tumbado en el sofá tan embobado contemplando el arte con el que lo hacía que, hasta que terminó, no me di cuenta de que había cosas que se podían haber roto (que por suerte no lo han hecho).
La única pega (por poner una) que para el resto del mundo es algo divertido, es que por las mañanas, cuando voy con tanta prisa que tengo que cepillarme los dientes sin haber desayunado, Gomi me ve como un objetivo a derrotar y a ella como un misil. Se queda en una esquina del pasillo y se lanza contra mi. Una vez recibo el golpe se marcha corriendo y se prepara para volver a lanzarse. Y así hasta que me marcho.
PD: El otro día soñé que se escondía en mi mochila y la llevaba a clase. Fue muy divertido porque a mitad de la primera clase se escapó de la mochila y a colarse entre las mochilas de los demás para traerme sus deberes. Luego, cuando de repente estaba desnudo delante de todos con un cocodrilo al lado dejó de ser tan divertido. Hasta que me desperté, entonces eso me pareció lo más divertido.
PD2: ¿Y tu hermana se ha despertado sin pelo?


Todos los personajes y los fragmentos del libro original pertenecen a J.K. Rowling.


RETORNO A LA MADRIGUERA


—Oh, yo, si, si, claro. Leeré, leeré —dijo Harry con torpeza mientras se levantaba y se esforzaba por caminar imitando a Ginny hasta Dumbledore. Cuando llegó hasta el ambos se miraron a los ojos durante un segundo y Harry tuvo la sospecha de que Dumbledore lo sabía todo. Y de que se divertía con ello.

Mirando las primeras palabras en el libro se dio cuenta de lo estúpido que resultaba toda esta situación. Ginny iba a leer un libro traído desde el futuro que contaba la vida de Harry Potter. Aunque, para ser totalmente correctos, Harry iba a leer con el cuerpo de Ginny un libro traído desde el futuro que contaba su propia vida mientras intentaba que todos pensaran que el era Ginny y no el protagonista de dicho libro.

—En fin... —murmuró antes de empezar a leer—. Retorno a La Madriguera.

A las doce del día siguiente, el baúl de Harry ya estaba lleno de sus cosas del colegio y de sus posesiones más apreciadas: la capa invisible heredada de su padre, la escoba voladora que le había regalado Sirius y el mapa encantado de Hog­warts que le habían dado Fred y George el curso anterior. 

Una capa invisible, un mapa que revela todos los pasadizos y a todas las personas del castillo y una escoba de carreras profesional... Esas habrían sido las posesiones más preciadas de cualquier persona que pudiera tenerlas, y todos lo tenían bastante claro.

Había vaciado de todo comestible el espacio oculto debajo de la tabla suelta de su habitación y repasado dos veces hasta el último rincón de su dormitorio para no dejarse olvidados ninguna pluma ni ningún libro de embrujos, y había despe­gado de la pared el calendario en que marcaba los días que faltaban para el 1 de septiembre, el día de la vuelta a Hog­warts.

El ambiente en el número 4 de Privet Drive estaba muy tenso. La inminente llegada a la casa de un grupo de brujos ponía nerviosos e irritables a los Dursley. 

Harry, recordando lo que había pasado ese día con la llegada de los Weasley,  levantó la mirada del libro para sonreír a Ron, transmitiendo con ello todo el mensaje que intentaba transmitirle. Al parecer no lo consiguió porque su amigo le miró extrañado y sus labios se movieron pronunciando algo parecido a "Hermana rarita".  

Tío Vernon se asustó mucho cuando Harry le informó de que los Weasley llegarían al día siguiente a las cinco en punto.

—Espero que le hayas dicho a esa gente que se vista adecuadamente —gruñó de inmediato—. He visto cómo van. Deberían tener la decencia de ponerse ropa normal.

El señor Weasley tragó saliva. Había llegado a comprender que no había salido muy bien aquella visita, y ahora tenía la oportunidad de saber cada una de las razones. Tenía que permanecer atento, iba a descubrir muchas cosas.

Harry tuvo un presentimiento que le preocupó. Muy ra­ramente había visto a los padres de Ron vistiendo algo que los Dursley pudieran calificar de «normal». Los hijos a veces se ponían ropa muggle durante las vacaciones, pero los padres llevaban generalmente túnicas largas en diversos estados de deterioro. A Harry no le inquietaba lo que pensa­ran los vecinos, pero sí lo desagradables que podían resul­tar los Dursley con los Weasley si aparecían con el aspecto que aquéllos reprobaban en los brujos.

Lily suspiró y negó con la cabeza, desaprobando el comportamiento de su hermana y su marido.

Tío Vernon se había puesto su mejor traje. Alguien po­dría interpretarlo como un gesto de bienvenida, pero Harry sabía que lo había hecho para impresionar e intimidar. Dudley, por otro lado, parecía algo disminuido, lo cual no se debía a que su dieta estuviera por fin dando resultado, sino al pánico. La última vez que Dudley se había encontrado con un mago adulto salió ganando una cola de cerdo que le sobresalía de los pantalones, y tía Petunia y tío Vernon tu­vieron que llevarlo a un hospital privado de Londres para que se la extirparan. 

Algunas risas volvieron a recorrer la sala mientras otros (sorprendentemente incluyendo a algún que otro profesor) sonreían o felicitaban al guardabosques.

Por eso no era sorprendente que Dud­ley se pasara todo el tiempo restregándose la mano nervio­samente por la rabadilla y caminando de una habitación a otra como los cangrejos, con la idea de no presentar al ene­migo el mismo objetivo.

Algunos rieron mientras Harry murmuraba "Dudley..." divertido.

La comida (queso fresco y apio rallado) transcurrió casi en total silencio. Dudley ni siquiera protestó por ella. Tía Petunia no probó bocado. Tenía los brazos cruzados, los labios fruncidos, y se mordía la lengua como mastican­do la furiosa reprimenda que hubiera querido echarle a Harry.

—Claro, porque acaba de portarse fatal —protestó Sirius molesto.

—Vendrán en coche, espero —dijo a voces tío Vernon desde el otro lado de la mesa.

—Ehhh... —Harry no supo qué contestar.

A Arthur le habría gustado llevar encima una libreta para poder ir apuntando las cosas importantes que debería hacer la próxima vez pero, como no la tenía, no le quedaba otra opción aparte de confiar en su ya no tan productiva memoria. Ir en coche, se dijo a si mismo, y a ser posible en modo invisible para molestar lo menos posible.

La verdad era que no había pensado en aquel detalle. ¿Cómo irían a buscarlo los Weasley? Ya no tenían coche, porque el viejo Ford Anglia que habían poseído corría libre y salvaje por el bosque prohibido de Hogwarts. 

Harry volvió a sonreír a Ron, esperando algún tipo de reconocimiento en sus ojos por todos aquellos momentos con el coche, pero Ron volvió a mirarle raro. Harry parpadeó un par de veces ¿que ocurría con el bobo de su amigo? Tardó varios segundo en comprender que su amigo pensaba que el era su hermana y no Harry.

Sin embar­go, el año anterior el Ministerio de Magia le había prestado un coche al señor Weasley. ¿Haría lo mismo en aquella oca­sión?

—No —dijo Harry antes de seguir leyendo.

—Creo que sí —respondió al final.

El bigote de tío Vernon se alborotó con su resoplido. Normalmente hubiera preguntado qué coche tenía el señor Weasley, porque solía juzgar a los demás hombres por el ta­maño y precio de su automóvil. Pero, en opinión de Harry, a tío Vernon no le gustaría el señor Weasley aunque tuviera un Ferrari.

Un Ferrari no es suficiente, se dijo el señor Weasley a si mismo, hace falta algo más elegante... Algo como... ¡Una furgoneta de helados! ¡Eso es perfecto! ¡Con musiquita y todo! Como son grandes y caras (porque tienen musiquita) tienen que encantarles a los Dursley. 

(Arthur, eres un genio, yo también quiero una de esas... ¿Y quien no? Tienen helado infinito...)

Harry pasó la mayor parte de la tarde en su habita­ción. No podía soportar la visión de tía Petunia escudri­ñando a través de los visillos cada pocos segundos como si hubieran avisado que andaba suelto un rinoceronte. A las cinco menos cuarto Harry volvió a bajar y entró en la sala. Tía Petunia colocaba y recolocaba los cojines de manera compulsiva. Tío Vernon hacía como que leía el periódico, pero no movía los minúsculos ojos, y Harry supuso que en realidad escuchaba con total atención por si oía el ruido de un coche. Dudley estaba hundido en un sillón, con las ma­nos de cerdito puestas debajo de él y agarrándose firme­mente la rabadilla. Incapaz de aguantar la tensión que había en el ambiente, Harry salió de la habitación y se fue al recibidor, a sentarse en la escalera, con los ojos fijos en el reloj y el corazón latiéndole muy rápido por la emoción y los nervios.

Pero llegaron las cinco en punto... y pasaron. Tío Vernon, sudando ligeramente dentro de su traje, abrió la puer­ta de la calle, escudriñó a un lado y a otro, y volvió a meter la cabeza en la casa.

—¡Se retrasan! —le gruñó a Harry.

Retrasarse no es bueno para los muggles... Eso es importante, parece ser que con ellos no funciona la técnica de Molly para las fiestas.

—Ya lo sé —murmuró Harry—. A lo mejor hay proble­mas de tráfico, yo qué sé.

Las cinco y diez... las cinco y cuarto... Harry ya empeza­ba a preocuparse. A las cinco y media oyó a tío Vernon y a tía Petunia rezongando en la sala de estar.

—No tienen consideración.

—Podríamos haber tenido un compromiso.

—Tal vez creen que llegando tarde los invitaremos a cenar.

Arthur parpadeó ¿estaban insinuando que querían que se quedaran a cenar?

—Ni soñarlo —dijo tío Vernon. 

Arthur parpadeó de nuevo, había vuelto a equivocarse ¿se habría equivocado también con la furgoneta de los helados? No, por supuesto que no. Eso era un plan maestro.

Harry lo oyó ponerse en pie y caminar nerviosamente por la sala—. Recogerán al chico y se irán. No se entretendrán. Eso... si es que vienen. A lo mejor se han confundido de día. Me atrevería a decir que la gente de su clase no le da mucha importancia a la puntualidad. O bien es que en vez de coche tienen una cafe­tera que se les ha avena... ¡Ahhhhhhhhhhhhh!

Harry pegó un salto. Del otro lado de la puerta de la sala le llegó el ruido que hacían los Dursley moviéndose ate­rrorizados y descontroladamente por la sala. Un instante después, Dudley entró en el recibidor como una bala, com­pletamente lívido.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry—. ¿Qué ocurre? Pero Dudley parecía incapaz de hablar y, con movi­mientos de pato y agarrándose todavía las nalgas con las manos, entró en la cocina. En el interior de la chimenea de los Dursley, que tenía empotrada una estufa eléctrica que simulaba un falso fuego, se oían golpes y rasguños.

James, Lily, Sirius y Remus compartieron una mirada y, segundos después, comenzaron a reírse sin control.

—¡No me lo creo! —rió James dirigiéndose a Arthur—. ¿En serio intentasteis viajar con polvos flu?

Molly le dirigió a su marido una mirada de reproche, aún no había llegado a presentarse a los Durley y ya les había dado una mala impresión ¿como iban a desarrollarse los acontecimientos después de algo como eso?

—¿Qué es eso? —preguntó jadeando tía Petunia, que había retrocedido hacia la pared y miraba aterrorizada la estufa—. ¿Qué es, Vernon?

La duda sólo duró un segundo. Desde dentro de la chi­menea cegada se podían oír voces.

—¡Ay! No, Fred... Vuelve, vuelve. Ha habido algún error. Dile a George que no... ¡Ay! No, George, no hay espa­cio. Regresa enseguida y dile a Ron...

—A lo mejor Harry nos puede oír, papá... A lo mejor puede ayudarnos a salir...

Se oyó golpear fuerte con los puños al otro lado de la estufa.

—¡Harry! Harry, ¿nos oyes?

Los Dursley rodearon a Harry como un par de lobos hambrientos.

—¿Qué es eso? —gruñó tío Vernon—. ¿Qué pasa?

—Han... han intentado llegar con polvos flu —explicó Harry, conteniendo unas ganas locas de reírse—. 

Varios en la sala pero, sobre todo los hijos de muggles y los adultos, reían también.

Pueden viajar de una chimenea a otra... pero no se imaginaban que la chimenea estaría obstruida. Un momento...

Se acercó a la chimenea y gritó a través de las tablas:

—¡Señor Weasley! ¿Me oye?

El martilleo cesó. Alguien, dentro de la chimenea, chis­tó: «¡Shh!»

—¡Soy Harry, señor Weasley. ..! La chimenea está cegada. No podrán entrar por aquí.

—¡Maldita sea! —dijo la voz del señor Weasley—. ¿Para qué diablos taparon la chimenea?

—Tienen una estufa eléctrica —explicó Harry.

—¿De verdad? —preguntó emocionado el señor Weas­ley—. ¿Has dicho ecléctica? ¿Con enchufe? ¡Santo Dios! ¡Eso tengo que verlo...! Pensemos... 

Las risas volvieron a cubrir el comedor, a la mayoría de alumnos ya les agradaba bastante el señor Weasley, incluso en el generalmente impasible rostro de Malfoy se asomaba una sonrisa.

¡Ah, Ron!

La voz de Ron se unió a la de los otros.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Algo ha ido mal?

—No, Ron, qué va —dijo sarcásticamente la voz de Fred—. Éste es exactamente el sitio al que queríamos venir.

—No le hables así a tu hermano —le dijo Molly a uno de los gemelos.

—Sí, nos lo estamos pasando en grande —añadió Geor­ge, cuya voz sonaba ahogada, como si lo estuvieran aplas­tando contra la pared.

—Tu tampoco, George —le dijo al otro gemelo.

—Antes de reñirnos aprender a diferenciarnos —protestó Fred.

—¿Que? ¿He vuelto a confundirme?

Ambos gemelos asintieron.

Y se ganaron una buena colleja.

—¿Cuantos años pensáis que voy a seguir cayendo? ¡Soy perfectamente capaz de distinguiros!

Fred y George se miraron.

—La vida ya no tiene sentido —dijo George con tristeza.

—Ya no hay razones para sonreír... —le siguió Fred.

—Oh, dejarlo ya, chicos.

—Muchachos, muchachos... —dijo vagamente el señor Weasley—. Estoy intentando pensar qué podemos hacer... Sí... el único modo... Harry, échate atrás.

—¡No! —exclamó la señora Weasley—. ¿En serio Arthur? ¿En serio?

Arthur se encogió de hombros. Ya había pasado un año, no tenía sentido discutir sobre eso, aunque Molly quisiese. Aún así, en su lista mental, apunto con subrayado: "No volar cosas por los aires aunque estés atrapado en una estufa de mentiras".

Harry se retiró hasta el sofá, pero tío Vernon dio un paso hacia delante.

—¡Esperen un momento! —bramó en dirección a la chi­menea—. ¿Qué es lo que pretenden...?

¡BUM!

La estufa eléctrica salió disparada hasta el otro extremo de la sala cuando todas las tablas que tapaban la chime­nea saltaron de golpe y expulsaron al señor Weasley, Fred, George y Ron entre una nube de escombros y gravilla suelta. Tía Petunia dio un grito y cayó de espaldas sobre la mesita del café. Tío Vernon la cogió antes de que pegara contra el suelo, y se quedó con la boca abierta, sin habla, mirando a los Weasley, todos con el pelo de color rojo vivo, incluyendo a Fred y George, que eran idénticos hasta el último detalle.

Angelina frunció el ceño ¿sería eso cierto? ¿Eran realmente idénticos hasta en el último detalle? No tenía forma de saberlo, pero le parecía gracioso que ese último detalle fuera exactamente igual tanto en uno como en el otro.

—Así está mejor —dijo el señor Weasley, jadeante, sa­cudiéndose el polvo de la larga túnica verde y colocándose bien las gafas—. ¡Ah, ustedes deben de ser los tíos de Harry!

Alto, delgado y calvo, se dirigió hacia tío Vernon con la mano tendida, pero tío Vernon retrocedió unos pasos para alejarse de él, arrastrando a tía Petunia e incapaz de pro­nunciar una palabra. Tenía su mejor traje cubierto de polvo blanco, así como el cabello y el bigote, lo que lo hacía parecer treinta años más viejo.

—Eh... bueno... disculpe todo esto —dijo el señor Weas­ley, bajando la mano y observando por encima del hombro el estropicio de la chimenea—. Ha sido culpa mía: no se me ocurrió que podía estar cegada. Hice que conectaran su chi­menea a la Red Flu, ¿sabe? Sólo por esta tarde, para que pudiéramos recoger a Harry. Se supone que las chimeneas de los muggles no deben conectarse... pero tengo un conocido en el Equipo de Regulación de la Red Flu que me ha hecho el favor. Puedo dejarlo como estaba en un segundo, no se preocupe. Encenderé un fuego para que regresen los mu­chachos, y repararé su chimenea antes de desaparecer yo mismo.

Molly sonrió, al menos eso siempre iba a ser así. Arthur era siempre correcto y educado. Tal vez algo raro y despistado, pero siempre desde el buen sentido. Nunca habría volado en pedazos algo que no pudiera reconstruir.

Harry sabía que los Dursley no habían entendido ni una palabra. Seguían mirando al señor Weasley con la boca abierta, estupefactos. Con dificultad, tía Petunia se alzó y se ocultó detrás de tío Vernon.

—¡Hola, Harry! —saludó alegremente el señor Weas­ley—. ¿Tienes listo el baúl?

—Arriba, en la habitación —respondió Harry, devol­viéndole la sonrisa.

—Vamos por él —dijo Fred de inmediato. Él y George salieron de la sala guiñándole un ojo a Harry. Sabían dónde estaba su habitación porque en una ocasión lo habían ayu­dado a fugarse de ella en plena noche. A Harry le dio la im­presión de que Fred y George esperaban echarle un vistazo a Dudley, porque les había hablado mucho de él.

—Chicos... —les advirtió la señora Weasley aunque no estuviese muy segura de si debía reñirles o no.

—Bueno —dijo el señor Weasley, balanceando un poco los brazos mientras trataba de encontrar palabras con las que romper el incómodo silencio—. Tie... tienen ustedes una casa muy agradable.

Como la sala habitualmente inmaculada se hallaba ahora cubierta de polvo y trozos de ladrillo, este comentario no agradó demasiado a los Dursley. 

A los muggles no les gusta el polvo ni los trozos de ladrillo, se dijo nuevamente Arthur a si mismo, es bueno saberlo, siempre puedo limpiar fácilmente todo el polvo y cambiar las paredes de ladrillos por madera o barro.

El rostro de tío Vernon se tiñó otra vez de rojo, y tía Petunia volvió a quedarse bo­quiabierta. Pero tanto uno como otro estaban demasiado asustados para decir nada.

El señor Weasley miró a su alrededor. Le fascinaba todo lo relacionado con los muggles. Harry lo notó impacien­te por ir a examinar la televisión y el vídeo.

Mientras muchos sonreían divertidos Molly negaba con la cabeza, aunque también divertida al fin y al cabo.

—Funcionan por eclectricidad, ¿verdad? —dijo en tono de entendido—. ¡Ah, sí, ya veo los enchufes! Yo colecciono enchufes —añadió dirigiéndose a tío Vernon—. Y pilas. Tengo una buena colección de pilas. 

Lily se apretaba con fuerza la barriga, la cual le dolía de tanto reir.

Mi mujer cree que estoy chiflado, pero ya ve.

Era evidente que la opinión de Molly era compartida por muchos en la sala, pero desde el buen sentido, claro.

Era evidente que tío Vernon era de la misma opinión que la señora Weasley. Se movió ligeramente hacia la de­recha para ponerse delante de tía Petunia, como si pensa­ra que el señor Weasley podía atacarlos de un momento a otro.

Dudley apareció de repente en la sala. Harry oyó el gol­peteo del baúl en los peldaños y comprendió que el ruido había hecho salir a Dudley de la cocina. Fue caminando pe­gado a la pared, vigilando al señor Weasley con ojos desor­bitados, e intentó ocultarse detrás de sus padres. Por des­gracia, las dimensiones de tío Vernon, que bastaban para ocultar a la delgada tía Petunia, de ninguna manera podían hacer lo mismo con Dudley.

—¡Ah, éste es tu primo!, ¿no, Harry? —dijo el señor Weasley, tratando de entablar conversación.

—Sí —dijo Harry—, es Dudley.

Él y Ron se miraron y luego apartaron rápidamente la vista. La tentación de echarse a reír fue casi irresistible. Dudley seguía agarrándose el trasero como si tuviera miedo de que se le cayera. El señor Weasley, en cambio, parecía sinceramente preocupado por el peculiar comportamiento de Dudley. Por el tono de voz que empleó al volver a hablar, Harry comprendió que el señor Weasley suponía a Dudley tan mal de la cabeza como los Dursley lo suponían a él, con la diferencia de que el señor Weasley sentía hacia el mucha­cho más conmiseración que miedo.

—¿Estás pasando unas buenas vacaciones, Dudley? —preguntó cortésmente.

Dudley gimoteó. Harry vio que se agarraba aún con más fuerza el enorme trasero.

A Harry, a quien esto le hacía más gracia que al resto, le costó varios segundos poder retomar la lectura.

Fred y George regresaron a la sala, transportando el baúl escolar de Harry. Miraron a su alrededor en el momen­to en que entraron y distinguieron a Dudley. Se les iluminó la cara con idéntica y maligna sonrisa.

Molly les miró con los ojos entrecerrados, sabiendo que debía reñirles, pero sin ganas ni demasiadas razones para hacerlo.

—¡Ah, bien! —dijo el señor Weasley—. Será mejor darse prisa.

Se remangó la túnica y sacó la varita. Harry vio a los Dursley echarse atrás contra la pared, como si fueran uno solo.

—¡Incendio! —exclamó el señor Weasley, apuntando con su varita al orificio que había en la pared.

De inmediato apareció una hoguera que crepitó como si llevara horas encendida. El señor Weasley se sacó del bolsi­llo un saquito, lo desanudó, cogió un pellizco de polvos de dentro y lo echó a las llamas, que adquirieron un color verde esmeralda y llegaron más alto que antes.

—Tú primero, Fred —indicó el señor Weasley.

—Voy —dijo Fred—. ¡Oh, no! Esperad...

A Fred se le cayó del bolsillo una bolsa de caramelos, y su contenido rodó en todas direcciones: grandes caramelos con envoltorios de vivos colores.

Los Merodeadores miraron a Fred sonriendo. Una estrategia simple y efectiva, como todas debían ser.

Fred los recogió a toda prisa y los metió de nuevo en los bolsillos; luego se despidió de los Dursley con un gesto de la mano y avanzó hacia el fuego diciendo: «¡La Madriguera!» Tía Petunia profirió un leve grito de horror. Se oyó una es­pecie de rugido en la hoguera, y Fred desapareció.

—Ahora tú, George —dijo el señor Weasley—. Con el baúl.

Harry ayudó a George a llevar el baúl hasta la hoguera, y lo puso de pie para que pudiera sujetarlo mejor. Luego, gritó «¡La Madriguera!», se volvió a oír el rugido de las llamas y George desapareció a su vez.

—Te toca, Ron —indicó el señor Weasley.

—Hasta luego —se despidió alegremente Ron. Tras di­rigirle a Harry una amplia sonrisa, entró en la hoguera, gri­tó «¡La Madriguera!» y desapareció.

Ya sólo quedaban Harry y el señor Weasley.

—Bueno... Pues adiós —les dijo Harry a los Dursley.

Pero ellos no respondieron. 

Algunos negaron con la cabeza, como si ya se lo esperaran mientras otros soltaban varios improperios contra la falta de educación de esa familia.

Harry avanzó hacia el fue­go; pero, justo cuando llegaba ante él, el señor Weasley lo sujetó con una mano. Observaba atónito a los Dursley.

—Harry les ha dicho adiós —dijo—. ¿No lo han oído?

Muchos miraron a Ginny con lastima durante el tiempo justo que tardó ella en darse cuenta de la razón por la que lo hacían.

—No tiene importancia —le susurró Harry al señor Weasley—. De verdad, me da igual.

Pero el señor Weasley no le quitó la mano del hombro.

—No va a ver a su sobrino hasta el próximo verano —dijo indignado a tío Vernon—. ¿No piensa despedirse de él?

El rostro de tío Vernon expresó su ira. La idea de que un hombre que había armado aquel estropicio en su sala de es­tar le enseñara modales era insoportable. Pero el señor Weasley seguía teniendo la varita en la mano, y tío Vernon clavó en ella sus diminutos ojos antes de contestar con tono de odio:

—Adiós.

—En serio Lily —le dijo Sirius—. Se que es el marido de tu hermana y todo eso, pero hay momentos en los que olvido hasta que soy mago y quiero darle en su estúpida cara con mis propias manos.

—No eres el único, Sirius, créeme que no lo eres —le respondió Lily con una seria mirada.

—Hasta luego —respondió Harry, introduciendo un pie en la hoguera de color verde, que resultaba de una agrada­ble tibieza. Pero en aquel momento oyó detrás de él un ho­rrible sonido como de arcadas y a tía Petunia que se ponía a gritar.

Harry se dio la vuelta. Dudley ya no trataba de ocultarse detrás de sus padres, sino que estaba arrodillado junto a la mesita del café, resoplando y dando arcadas ante una cosa roja y delgada de treinta centímetros de largo que le salía de la boca. Tras un instante de perplejidad, Harry comprendió que aquella cosa era la lengua de Dudley... y vio que delante de él, en el suelo, había un envoltorio de colores brillantes.

Los gemelos realizaron aquel complicado movimiento denominado comúnmente en países ingleses como "high five.

Tía Petunia se lanzó al suelo, al lado de Dudley, agarró el extremo de su larga lengua y trató de arrancársela;

—¡Que loca! —exclamaron muchos—. ¡Intentar arrancarle la lengua a su propio hijo!

como es lógico, Dudley gritó y farfulló más que antes, intentando que ella desistiera. Tío Vernon daba voces y agitaba los bra­zos, y el señor Weasley no tuvo más remedio que gritar para hacerse oír.

—¡No se preocupen, puedo arreglarlo! —chilló, avan­zando hacia Dudley con la mano tendida.

Pero tía Petunia gritó aún más y se arrojó sobre Dudley para servirle de escudo.

—¡No se pongan así! —dijo el señor Weasley, desespe­rado—. Es un proceso muy simple. Era el caramelo. Mi hijo Fred... es un bromista redomado. Pero no es más que un en­cantamiento aumentador... o al menos eso creo. Déjenme, puedo deshacerlo...

Pero, lejos de tranquilizarse, los Dursley estaban cada vez más aterrorizados: tía Petunia sollozaba como una his­térica y tiraba de la lengua de Dudley dispuesta a arrancár­sela; Dudley parecía estar ahogándose bajo la doble presión de su madre y de su lengua; y tío Vernon, que había perdido completamente el control de sí mismo, cogió una figura de porcelana del aparador y se la tiró al señor Weasley con to­das sus fuerzas. Éste se agachó, y la figura de porcelana fue a estrellarse contra la descompuesta chimenea.

—¡Vaya! —exclamó el señor Weasley, enfadado y blan­diendo la varita—. ¡Yo sólo trataba de ayudar!

Aullando como un hipopótamo herido, tío Vernon aga­rró otra pieza de adorno.

—¡Ya está! —exclamó Molly molesta—. ¡Que les den, Arthur! Ellos se lo han buscado, marchate sin ayudarles.

—¡Vete, Harry! ¡Vete ya! —gritó el señor Weasley, apuntando con la varita a tío Vernon—. ¡Yo lo arreglaré!

Arthur volvió a encogerse de hombros mientras Molly suspiraba, Arthur siempre era igual. Si podía hacer algo para ayudar lo hacía, aunque nadie mereciese su ayuda.

Harry no quería perderse la diversión, pero un segundo adorno le pasó rozando la oreja izquierda, y decidió que sería mejor dejar que el señor Weasley resolviera la situación. Entró en el fuego dando un paso, sin dejar de mirar por en­cima del hombro mientras decía «¡La Madriguera!». Lo últi­mo que alcanzó a ver en la sala de estar fue cómo el señor Weasley esquivaba con la varita el tercer adorno que le arrojaba tío Vernon mientras tía Petunia chillaba y cubría con su cuerpo a Dudley, cuya lengua, como una serpiente pi­tón larga y delgada, se le salía de la boca. Un instante des­pués, Harry giraba muy rápido, y la sala de estar de los Dursley se perdió de vista entre el estrépito de llamas de co­lor esmeralda.

—Aquí acaba —dijo Harry aliviado.

—Gracias... Señorita... Weasley —dijo el profesor Dumbledore sonriendo y a Harry no le cupo ninguna duda. Dumbledore lo sabía, ¿como hacía para saberlo siempre todo? O acaso... No, eso era imposible. Pero... ¿y si el había tenido algo que ver con la transformación? Algo como un intercambio de cuerpos no tenía pinta de ser algo fácil.


Y aquí acaba otro capitulo más. Aún queda mucho para llegar a Hogwarts, pero no tanto para que vengan los dos ex-concursantes del último torneo de los 3(4) magos.

En fin, haber si la semana que viene soy capaz de actualizar a tiempo.

Bye!

¡Lee el siguiente capítulo!

17 comentarios :

  1. Muchas felicidades por lo de tu nuevo primito y si, tú deber es enseñarle a que ame leer libros más que nada. Debemos de proteger ese arte, no hay que permitir que se extinga.

    Hay ese Dumby siempre sabiéndolo todo. Su vida ha de ser o muy interesante por que nada se le escapa o aburrida por que nada lo sorprende.
    Me dio un ataque de risa con esas ideas del Sr. Weasley. Me encanto mas la del camión de helado, hizo que Mr acordara de cuando se acabó de rodar la última película de Harry Potter y Rupert llevo su camión de helado. Mi familia me miro como loca cuando grite que si parecían familia.
    Este capítulo me gusta mucho aunque esta muy pequeño.
    Estaré esperando con ansias el siguiente capítulo.
    Saludos!

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  2. Hola!
    ¡Qué bueno que tengas un primito!
    Yo tengo dos primos menores que yo, pero solo por 4 y 5 años, y cómo viven en Santiago (ciudad a dos horas) no los veo mucho, así que no he probado ninguna broma en ellos.
    Me he divertido con el capítulo, no me imaginaba que Dumbledore supiera, pero es Dumby, como no va a saber.
    ¿Cuánto tiene tu futuro primito/a? (Lo dices en semanas y me tiro por la ventana)
    Chao

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  3. Felicidades por tu nuevo primito!
    Nunca he hecho alguno de esos trucos la verdad jajajaj pero me lo he pasado genial imaginandome haciendolo. Que pena que mi prima mas pequeña ya tenga 3 años y no colaria.

    Que estres tu vida, madre mia, ¿en que momento haces el vago? ¡Es una cosa esencial en toda vida!
    El capitulo como siempre de 10, este capítulo hace reir a cualquiera, y ya cuando sabes que en el siguiente se lo pasan pipa los Weasly al ver lo que han hecho... jajajaj

    Como siempre, espero impaciente el siguiente capítulo.
    Nos leemos la semana que viene (:
    Un abrazo

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  4. Amo a Fred y George xD Me da completamente igual lo que hizo Rowling en el último libro, para mí Fred nunca murió y ellos dos siguen juntos haciendo bromas como siempre T.T Aguanté que matara a Sirius, a Remus, a Dumby, a Nymphadora (que me debe estar odiando desde el cielo de los magos por llamarla así), a Dobby... pero no a Fred. Si pudieras salvar a una única persona de todas las que mató Rowling, a quién salvarías? Mi respuesta es obvia xD
    Me ha gustado mucho el capítulo, cada vez que Harry-Ginny miraba a Ron y él se quedaba confundido me daban ganas de que se supiera todo de una vez. Me muero por saber cómo reaccionarían xD
    Felicidades por lo de tu primito! Como primo mayor es tu deber enseñarle todas esas cosas, y cuidarle y quererle mucho. Me ha encantado lo de la broma del muñeco, pero si yo la hiciera con mi primita probablemente me metería en un buen lío xD
    En fin, hasta la semana que viene!!
    LaurieAngel

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  5. Jajaja muy divertido me encanto adoró a fred y una preguntota de verdad dejaràs q James muera es que es mi personaje favorito ysirius lo necesita mucho.
    Saludos hasta las semana q viene

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  6. Felicidades por tu primito. y sobre todo Animo y Paciencia. ¡Que te vayan las cosas lo mejor posible al hacer de prino mayor pero con responsabilidad!.

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  7. Hola Dait,
    otro capítulo estupendo. Me ha gustado la parte en que los gemelos le hacen la broma a Dudley es que increible. Son los mejores.
    En fin, espero que subas otro capitulo pronto.

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  8. como digas, es tu fic tu decides, estoy mas entretenido pensando si descubriran al par de tortolos cambiados

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  9. Curioso Saludo el que has puesto al principio del capitulo, que por cierto, LO HAS ESCRITO MUY BIEN.

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  10. ¡Waaaa, realmente me alegra lo de tu nuevo y diminuto familiar ♡ me pasó exactamente lo mismo, sólo que es primita y me toca ser la prima/tía Cool, así que.... Comencé por regalarle una colección de cuentos para niños que no leerá hasta en tres años más y la voy a llevar a pasear disfrazadas ambas ♡ (Y no usaré a mi pequeña prima como una excusa para disfrazarme como tanto quiero, ¡Válgame Dios! ¿A quién se le ocurre eso~?).
    La broma fue genial, pero tengo miedo de terminar en el cementerio de hacer eso, por culpa de mi familia D:
    Con respecto al capítulo, me gustó, como siempre haces un buen trabajo, aunque ahora tu tiempo se acortará MÁS. Los bebés tienen un misterioso poder hahaha.
    ¡Espero que te vaya súper! ¡Nos estamos leyendo!

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  11. Holaa! Felicidades por tu Primito!! Un bebe es una fuente inagotable d alegria, puedes tener un dia pesado pero al llegar a tu casa y verlo sonreir, es como si todo se te pasase.. Me divirtió mucho el capitulo, me he reído sola con la gente mirándome como si estuviera loca (lo venia leyendo en el colectivo o autobús, como se diga).. En fin, pensé q tal vez puedas traer a los Dursley para que presencien la lectura de los libros y ver la reacción d los otros q tanto los odian por todo lo que le hacen a Harry, es una idea.. Saludos y éxitos!

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  12. Daiiiiit felicidades por tu primito espero que le muestres el lindo mundo de la lectura.Que buen capitulo es uno de mis favoritos ahora toca la vida en la madriguera,ya quiero leer las expresiones de todos cuando ya sean los mundiales

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  13. Felicidades por lo de tu primito son lo mas tierno del mundo y de pequeños que bien por ti te felicito

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  14. Creo que a nadie le dio curiosidad traducir el "saludo" con el traductor de san google mas que a mi y me salio picazón culo.... asi que picazon culo a ti tambien o.O. felicidades por ti primito, yo en cambio sere tia adoptiva del bebe de una amiga porque no quiero otro sobrino de sangre, con el pequeño demonio que ya tengo es suficiente.
    Me encanto el capitulo, espero que publiques pronto, me extraña que es sabado y no hay capitulo ni aviso, espero que este todo bien.

    Bye. -Abby

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  15. Bueno chaval, antes de nada... Felicidades por tú nueva primitez, sin embargo te he de desdecir en algo porque... No tienes sólo 6 meses para ser el primo guay, porque nacerá en 6 meses pero no se va a enterar de nada, así que no te agobies qué hasta casi su primer año no va a saber que eres el guay. Va a saber si le caes bien o no, pero no que eres el guays. Así que no te agobies por tener que madurar en 6 meses, que te he regalao un añito más 😉
    Por cierto, la broma es realmente cruel, pero si es una venganza no seré yo quién te diga que no, al fin y al cabo la venganza es como el gazpacho, un plato que se sirve frío jaja.
    Bueno muchacho, paso a paso con este proyecto. Sin prisa pero sin pausa.
    Taluegooooo

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  16. Bueno chaval, antes de nada... Felicidades por tú nueva primitez, sin embargo te he de desdecir en algo porque... No tienes sólo 6 meses para ser el primo guay, porque nacerá en 6 meses pero no se va a enterar de nada, así que no te agobies qué hasta casi su primer año no va a saber que eres el guay. Va a saber si le caes bien o no, pero no que eres el guays. Así que no te agobies por tener que madurar en 6 meses, que te he regalao un añito más 😉
    Por cierto, la broma es realmente cruel, pero si es una venganza no seré yo quién te diga que no, al fin y al cabo la venganza es como el gazpacho, un plato que se sirve frío jaja.
    Bueno muchacho, paso a paso con este proyecto. Sin prisa pero sin pausa.
    Taluegooooo

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  17. Holaa el capitulo me ha gustado pero no habia podido comentar antes.
    Tambien felicitarte por lo de tu primo nuevo aunque cuando nazca no va a saber nada mas que sus horas para comer, llorar para que lo atiendan ya sabes (cambiarle el pañal, dormirlo...) vamos lo que cualquier bebehace asi que no sabra nada de quien sera el primo guay pero eso si le tienes que enseñar lo genial que es el mundo de los libros.
    PD: ¿que te a pasado esta semana? No has actualizado ni puesto una nota. Parece que el saber que estaba el puente del pilar te volvio olvidadizo.
    Espero que actualices pronto besos canuto

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