La invitación
A mi bastante bien. Bueno, regular. Vaaaale... Mal. Muy mal. Me despierto a las 6 todos los días y, aunque siempre digo "Hoy me acuesto a las 10 para poder dormir 8 horas" acabo durmiéndome mucho más tarde, así que llego al finde agotado. Me paso el sabado durmiendo y, para cuando me doy cuenta ya es domingo. Y todos sabemos que el 50% del domingo es llorar por nuestra miseria, dado que ya no queda nada para el lunes.
De todos modos esta a sido una semana fructífera. En clase de programación mientras el resto hacia ejercicios yo me he puesto a hacer un "elige tu propia aventura" a código, que cuenta la historia de una joven y huérfana ladrona que finge ser una bruja para meter miedo a los guardias que intentan arrestarla. Además, ayer yo y un amigo no fuimos a clase para comprar juegos de mesa molones (si, lo se, cuando la gente no va a clase no suele ir a comprar juegos de mesa, pero nosotros somos especiales). Y estoy bastante satisfecho con mi compra (aunque mis ahorros se han reducido un 50%). Ahora solo falta tiempo para jugarlos. Tiempo... ¿A alguien le sobra un poco? Pago con abrazos y con mini pizzas.
Y sobre lo de aprovechar la idea de el intercambio de cuerpos... ¡Aún queda mucho tiempo para que pasen los tres días! Ya vamos por el cuarto libro y ¿cuantos días han pasado en todo este tiempo? Eso es, los días duran mucho. Además, me gusta más mantener el tiempo de lectura como tiempo de lectura y la comida, cena y tiempo libre para las locuras.
Ok, lets go with the answers:
Anonimo: Si... Yo tampoco soy un gran fan del cuarto libro. Me gusta, como todos, pero no tanto como otros. Sobre el horario, el año pasado tenía clases por la tarde por eso actualizaba por la mañana, pero como este año tengo las clases por la mañana me toca actualizar por las tardes, ¡ya siento la confusión!
Ah, por cierto, intenta dejar un nombre en el comentario para que pueda responderte a ti (anónimos sin nombre hay muchos, y no puedo responder a tantas personas con el mismo nombre :p).
Maria Ordoñez: Si que me acuerdo de ti, si. Es bueno tenerte de vuelta por aquí. Y sí, sería muy raro besar desde otro cuerpo a tu propio cuerpo xD Muuuuy raro.
Isabel Gonzalo Colmenar: Es lo malo de publicar una historia capitulo a capitulo y no libro a libro. Lo que hago yo con los mangas que sigo (que se publican semanalmente o mensualmente) es acumular varios capítulos y luego leerlos todos de golpe. Siempre puedes ir probando diferentes métodos de lectura. Y sí, los animales son una monada. Bueno, casi todos, siempre hay alguna que otra excepción (como el murciélago dphaeronycteris toxophyllum o la rata topo).
LaurieAngel: Pues te daría alguna pista de lo que va a pasar con Ginny y Harry. Si van a ser descubiertos o no, o cualquier otra cosa. Pero, por desgracia, no tengo ni idea. Ya se me ocurrirá algo interesante cuando llegue el momento (ya veo que mi sistema de aplazar los problemas para después sigue en perfecto estado, es bueno saberlo). Aunque sí, eso sería genial. Es algo innegable.
LarousseLucy: Pues, la verdad, la idea suena algo tentadora. Aunque, la verdad, no me gusta sobrecargar los capítulos de lectura. Prefiero que los capítulos en los que haya que leer, se lea y aparezcan reacciones y en los capítulos de "asimilación" (en los que se hace de todo menos asimilar lo que ha ocurrido en el libro) se haga de todo menos asimilar lo que ha ocurrido en el libro.
PD: A mi me gustan los animales pequeñitos. Tanto perros, como gatos, hamsters, conejos ¡cualquier cosa pequeñita! ¡incluso las pulgas de mar!
Olga Br: Se ha dicho que tres días, aunque a saber. Yo no me fiaría de los hijos de un Potter y una Weasley...
Anonimus Maximus: Mi debate inicial era o emparejarla con Neville o con Rolf (creo que, de hecho, algo de esto apareció en los primeros capitulos del fic xd) Aunque mi mente se ha vuelto algo loca y, como pista, te diré que entre mis planes secretos sobre la historia... aún no hay nada escrito. Pero sí, no se me olvidará meter a Rolf. Ya veremos que es lo que ocurre.
Y con lo de Albus Severus... Tengo mis razones para ponerle en la casa que le ponga, razones que ya expondré mas adelante. No te digo ni que si ni que no. (Aunque... ¿Personalidades? Lo poco que se vio en el ultimo libro es que Albus quería ir a Griffindor, sobre personalidades se vio poca cosa).
Nashi Dragneel: Si, estoy leyendo 5 elementos y, de hecho, tengo comprados los dos primeros tomos (algún día comprare el resto, pero tengo muchos mangas que comprar y no tanto dinero como me gustaría).
Alma: Oh, ¡La amnesia provocada por la adrenalina! ¿Que le pregunte a los alumnos por ella? ¡Pero si se abalanzan sobre mi para describírmela al detalle! (creo que he escuchado ya unas 12 versiones diferentes). Y, aunque me alegro de que disfrutes como comentadora, voy a pedirte que tengas un poco de respeto con los nombres... ¿Que diantres es una buggle? ¿Querías decir bludger?
Viendo como funciona todo esto dudo que en un par de años pueda impartir otra asignatura... ¡Mira sino al director que estaba antes que Minerva! Casi cuarenta años para conseguir dar clase de DCAO y, un año después de conseguir el puesto, muere. Y no me vengas con el mito de que el puesto esta maldito, porque con eso solo vas a conseguir que intente volverme profesor de defensa para demostrar que no es cierto.
Oh, y aunque yo te tutee, tu sigue sin hacerlo. Me hace sentir una figura de autoridad y tengo que creerme que lo soy antes de que los estudiantes comiencen a colgarse de mis brazos como niños de preescolar sin ningún tipo de respeto por su cuidador.
PD: No les digas a los que cursen mi asignatura que el martes hay examen sorpresa por menos de 2 Sickle (y ya sabes, uno para ti y uno para mi, que mi sueldo no da para comprar todos los libros que me gustaría).
Dumbledore sonrió un poco y se encogió de hombros.
—Sigue leyendo entonces.
Luna, visiblemente contenta por poder leer un capitulo más, pasó la página y siguió con la lectura.
—La invitación:
Los tres Dursley ya se encontraban sentados a la mesa cuando Harry llegó a la cocina. Ninguno de ellos levantó la vista cuando él entró y se sentó. El rostro de tío Vernon, grande y colorado, estaba oculto detrás de un periódico sensacionalista, y tía Petunia cortaba en cuatro trozos un pomelo, con los labios fruncidos contra sus dientes de conejo.
Dudley parecía furioso, y daba la sensación de que ocupaba más espacio del habitual, que ya es decir, porque él siempre abarcaba un lado entero de la mesa cuadrada. Cuando tía Petunia le puso en el plato uno de los trozos de pomelo sin azúcar con un temeroso «Aquí tienes, Dudley, cariñín», él la miró ceñudo. Su vida se había vuelto bastante más desagradable desde que había llegado con el informe escolar de fin de curso.
Como de costumbre, tío Vernon y tía Petunia habían logrado encontrar disculpas para las malas notas de su hijo: tía Petunia insistía siempre en que Dudley era un muchacho de gran talento incomprendido por sus profesores,
—No soy ni una mosca —lloriqueo Ginny con el cuerpo de Harry ganandose una mirada furiosa por parte de este.
Pero al final del informe había unos bien medidos comentarios de la enfermera del colegio que ni siquiera tío Vernon y tía Petunia pudieron soslayar.
—Eso es bastante —opinó Luna haciendo una pausa.
Y de esa manera, después de muchas rabietas y discusiones que hicieron temblar el suelo del dormitorio de Harry y de muchas lágrimas derramadas por tía Petunia, dio comienzo el nuevo régimen de comidas. Habían pegado a la puerta del frigorífico la dieta enviada por la enfermera del colegio Smeltings, y el frigorífico mismo había sido vaciado de las cosas favoritas de Dudley (bebidas gaseosas, pasteles, tabletas de chocolate y hamburguesas) y llenado en su lugar con fruta y verdura y todo aquello que tío Vernon llamaba «comida de conejo».
Pero tía Petunia no sabía lo que se ocultaba bajo la tabla suelta del piso de arriba. No tenía ni idea de que Harry no estaba siguiendo el régimen.
Tío Vernon dejó el periódico a un lado con un resoplido de disgusto y observó su trozo de pomelo.
—¿Esto es el desayuno? —preguntó de mal humor a tía Petunia.
—¡Si! ¡Cómetelo, conejito! —dijo Fred con felicidad.
Ella le dirigió una severa mirada y luego asintió con la cabeza, mirando de forma harto significativa a Dudley, que había terminado ya su parte de pomelo y observaba el de Harry con una expresión muy amarga en sus pequeños ojos de cerdito.
Tío Vernon lanzó un intenso suspiro que le alborotó el poblado bigote y cogió la cuchara.
Llamaron al timbre de la puerta. Tío Vernon se levantó con mucho esfuerzo y fue al recibidor. Veloz como un rayo, mientras su madre preparaba el té, Dudley le robó a su padre lo que le quedaba de pomelo.
Algunos se debatían entre la idea de agradecer a Dudley por robarle la comida a su odioso padre o por meterse con el.
Harry oyó un murmullo en la entrada, a alguien riéndose y a tío Vernon respondiendo de manera cortante. Luego se cerró la puerta y oyó rasgar un papel en el recibidor.
Tía Petunia posó la tetera en la mesa y miró a su alrededor preguntándose dónde se había metido tío Vernon. No tardó en averiguarlo: regresó un minuto después, lívido.
—Tú —le gritó a Harry—. Ven a la sala, ahora mismo.
(DN: Esto me recuerda a mi madre xD Cuando pasa cualquier cosa que esta fuera de mi control me echa la bronca a mi, porque si. El otro día sin ir más lejos fue "Esta lloviendo... ¡Dait! ¿Te has dado cuenta o que? ¡ESTÁ LLOVIENDO!" Mi madre cree que todo lo malo de su vida es por mi culpa... Por eso mi obliga a comer las patatas quemadas si se le queman :c Vale no, pero si que me deja comérmelas si insisto (son patatas al fin y al cabo, no se pueden desperdiciar))
Desconcertado, preguntándose qué demonios había hecho en aquella ocasión, Harry se levantó, salió de la cocina detrás de tío Vernon y fue con él hasta la habitación contigua. Tío Vernon cerró la puerta con fuerza detrás de ellos.
—Vaya —dijo, yendo hasta la chimenea y volviéndose hacia Harry como si estuviera a punto de pronunciar la sentencia de su arresto—. Vaya.
—¿Vaya que? —preguntó Ginny molesta.
A Harry le hubiera encantado preguntar «¿Vaya qué?»,
—Buena elección —le elogió Tonks a Ginny—. Es mi favorita.
—Acaba de llegar esto —dijo tío Vernon, blandiendo ante Harry un trozo de papel de color púrpura—. Una carta. Sobre ti.
El desconcierto de Harry fue en aumento. ¿Quién le escribiría a tío Vernon sobre él? ¿Conocía a alguien que enviara cartas por correo?
Molly y Arthur se miraron incómodos, recordaban bien todo ese asunto.
Tío Vernon miró furioso a Harry; luego bajó los ojos al papel y empezó a leer:
Estimados señor y señora Dursley:
No nos conocemos personalmente, pero estoy segura de que Harry les habrá hablado mucho de mi hijo Ron.
Como Harry les habrá dicho, la final de los Mundiales de quidditch tendrá lugar el próximo lunes por la noche, y Arthur, mi marido, acaba de conseguir entradas de primera clase gracias a sus conocidos en el Departamento de Deportes y Juegos Mágicos.
—¡Mas les vale dejarte ir! —dijo James emocionado.
Espero que nos permitan llevar a Harry al partido, ya que es una oportunidad única en la vida. Hace treinta años que Gran Bretaña no es la anfitriona de la Copa y es extraordinariamente difícil conseguir una entrada. Nos encantaría que Harry pudiera quedarse con nosotros lo que queda de vacaciones de verano y acompañarlo al tren que lo llevará de nuevo al colegio.
Sería preferible que Harry nos enviara la respuesta de ustedes por el medio habitual, ya que el cartero muggle nunca nos ha entregado una carta y me temo que ni siquiera sabe dónde vivimos.
Esperando ver pronto a Harry, se despide cordialmente
Molly Weasley
P. D.: Espero que hayamos puesto bastantes sellos.
Harry rió, recordando lo de los sellos.
Tío Vernon terminó de leer, se metió la mano en el bolsillo superior y sacó otra cosa.
—Mira esto —gruñó.
Levantó el sobre en que había llegado la carta, y Harry tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa. Todo el sobre estaba cubierto de sellos salvo un trocito, delante, en el que la señora Weasley había consignado en letra diminuta la dirección de los Dursley.
Los hijos de muggles o los que habían prestado suficiente atención a la asignatura de Estudios Muggles rieron al escucharlo causando con ello que el matrimonio Weasley enrojeciese.
—Creo que si que han puesto bastantes sellos —comentó Harry, como si cualquiera pudiera cometer el error de la señora Weasley.
Hubo un fulgor en los ojos de su tío.
—El cartero se dio cuenta —dijo entre sus dientes apretados—. Estaba muy interesado en saber de dónde procedía la carta. Por eso llamó al timbre. Daba la impresión de que le parecía divertido.
—Oh, por Merlín, eso debe de ser horrible —dijo Ron con sarcasmo.
Harry no dijo nada. Otra gente podría no entender por qué tío Vernon armaba tanto escándalo porque alguien hubiera puesto demasiados sellos en un sobre, pero Harry había vivido demasiado tiempo con ellos para no comprender hasta qué punto les molestaba cualquier cosa que se saliera de lo ordinario. Nada los aterrorizaba tanto como que alguien pudiera averiguar que tenían relación (aunque fuera lejana) con gente como la señora Weasley.
Los Weasley bufaron, ¡como si a ellos fuera a gustarles también tener algo de relación con esos Dursley!
Tío Vernon seguía mirando a Harry, que intentaba mantener su expresión neutra. Si no hacía ni decía ninguna tontería, podía lograr que lo dejaran asistir al mejor espectáculo de su vida. Esperó a que tío Vernon añadiera algo, pero simplemente seguía mirándolo. Harry decidió romper el silencio.
—Entonces, ¿puedo ir? —preguntó.
Muchos tragaron saliva, casi tan nerviosos como Harry lo estuvo aquel día..
Un ligero espasmo cruzó el rostro de tío Vernon, grande y colorado. Se le erizó el bigote. Harry creía saber lo que tenía lugar detrás de aquel mostacho: una furiosa batalla en la que entraban en conflicto dos de los instintos más básicos en tío Vernon. Permitirle marchar haría feliz a Harry, algo contra lo que tío Vernon había luchado durante trece años. Pero, por otro lado, dejar que se fuera con los Weasley lo que quedaba de verano equivalía a deshacerse de él dos semanas antes de lo esperado, y tío Vernon aborrecía tener a Harry en casa. Para ganar algo de tiempo, volvió a mirar la carta de la señora Weasley.
—¿Quién es esta mujer? —inquirió, observando la firma con desagrado.
Arthur bufó. No entendía como alguien podía mirar a Molly con desagrado.
(Todo el mundo bufa en este capítulo... Van a acabar convertidos en bufones).
—La conoces —respondió Harry—. Es la madre de mi amigo Ron. Lo estaba esperando cuando llegamos en el expreso de Hog... en el tren del colegio al final del curso.
Había estado a punto de decir «expreso de Hogwarts», y eso habría irritado a tío Vernon. En casa de los Dursley no se podía mencionar el nombre del colegio de Harry.
Tío Vernon hizo una mueca con su enorme rostro como si tratara de recordar algo muy desagradable.
—¿Una mujer gorda? —gruñó por fin—. ¿Con un montón de niños pelirrojos?
Harry frunció el entrecejo pensando que tenía gracia que tío Vernon llamara gordo a alguien cuando su propio hijo, Dudley, acababa de lograr lo que había estado intentando desde que tenía tres años: ser más ancho que alto.
—Si hubieras dicho eso en voz alta te habría dado un beso en la boca —le dijo Ginny a Harry al oído.
Tío Vernon volvió a examinar la carta.
—Quidditch —murmuró entre dientes—, quidditch. ¿Qué demonios es eso?
Harry sintió una segunda punzada de irritación.
—Es un deporte —dijo lacónicamente— que se juega sobre esc...
—¡Vale, vale! —interrumpió tío Vernon casi gritando.
Varios sonrieron, divertidos con la reacción de Vernon.
Con cierta satisfacción, Harry observó que su tío tenía expresión de miedo. Daba la impresión de que sus nervios no aguantarían el sonido de las palabras «escobas voladoras» en la sala de estar. Disimuló volviendo a examinar la carta. Harry descubrió que movía los labios formando las palabras «que nos enviara la respuesta de ustedes por el medio habitual».
—¿Qué quiere decir eso de «el medio habitual»? —preguntó irritado.
—Habitual para nosotros —explicó Harry y, antes de que su tío pudiera detenerlo, añadió—: Ya sabes, lechuzas mensajeras. Es lo normal entre magos.
Tío Vernon parecía tan ofendido como si Harry acabara de soltar una horrible blasfemia. Temblando de enojo, lanzó una mirada nerviosa por la ventana; parecía temeroso de ver a algún vecino con la oreja pegada al cristal.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que no menciones tu anormalidad bajo este techo?
—Después de que Dudley la usó —lo interrumpió Harry con frialdad; de hecho, llevaba una sudadera tan grande para él que tenía que dar cinco vueltas a las mangas para poder utilizar las manos y que le caía hasta más abajo de las rodillas de unos vaqueros extremadamente anchos.
Lily y James se miraron, culpándose a si mismos por la miserias que pasado su hijo.
—¡No consentiré que se me hable en ese tono! —exclamó tío Vernon, temblando de ira.
Pero Harry no pensaba resignarse. Ya habían pasado los tiempos en que se había visto obligado a aceptar cada una de las estúpidas disposiciones de los Dursley. No estaba siguiendo el régimen de Dudley, y no se iba a quedar sin ir a los Mundiales de quidditch por culpa de tío Vernon si podía evitarlo. Harry respiró hondo para relajarse y luego dijo:
—Vale, no iré a los Mundiales. ¿Puedo subir ya a mi habitación? Tengo que terminar una carta para Sirius. Ya sabes... mi padrino.
—¡Genial! —le aplaudieron a Ginny los gemelos.
Sirius se limitó a sonreír, satisfecho con el hecho de que, aún estando a distancia, pudiera serle útil de algún modo a Harry,
Lo había hecho, había pronunciado las palabras mágicas. Vio cómo la colorada piel de tío Vernon palidecía a ronchas, dándole el aspecto de un helado de grosellas mal mezclado.
—Le... ¿le vas a escribir, de verdad? —dijo tío Vernon, intentando aparentar tranquilidad. Pero Harry había visto cómo se le contraían de miedo los diminutos ojos.
—¿Es normal que este disfrutando con esto? —preguntó Lily sintiéndose algo culpable.
—Bueno, sí... —contestó Harry, como sin darle importancia—. Hace tiempo que no ha tenido noticias mías y, bueno, si no le escribo puede pensar que algo va mal.
Las sonrisas crecían por momentos.
Se detuvo para disfrutar el efecto de sus palabras. Casi podía ver funcionar los engranajes del cerebro de tío Vernon debajo de su grueso y oscuro cabello peinado con una raya muy recta. Si intentaba impedir que Harry escribiera a Sirius, éste pensaría que lo maltrataban. Si no lo dejaba ir a los Mundiales de quidditch, Harry se lo contaría a Sirius, y Sirius sabría que lo maltrataban. A tío Vernon sólo le quedaba una salida, y Harry pudo ver esa conclusión formársele en el cerebro como si el rostro grande adornado con el bigote fuera transparente. Harry trató de no reírse y de mantener la cara tan inexpresiva como le fuera posible. Y luego...
—Bien, de acuerdo. Puedes ir a esa condenada... a esa estúpida... a esa Copa del Mundo.
—Muy bien —asintió Harry, muy contento.
Se volvió y fue hacia la puerta de la sala, reprimiendo el impulso de gritar y dar saltos. Iba a... ¡Se iba con los Weasley! ¡Iba a presenciar la final de los Mundiales! En el recibidor estuvo a punto de atropellar a Dudley, que acechaba detrás de la puerta esperando oír una buena reprimenda contra Harry y se quedó desconcertado al ver su amplia sonrisa.
—¡Qué buen desayuno!, ¿verdad? —le dijo Harry—. Estoy lleno, ¿tú no?
Algunos rieron imaginándose la cara de Dudley.
Riéndose de la cara atónita de Dudley, Harry subió los escalones de tres en tres y entró en su habitación como un bólido.
Lo primero que vio fue que Hedwig ya había regresado. Estaba en la jaula, mirando a Harry con sus enormes ojos ambarinos y chasqueando el pico como hacía siempre que estaba molesta. Harry no tardó en ver qué era lo que le molestaba en aquella ocasión.
—¡Ay! —gritó.
—¿Otro elfo domestico? —preguntó George.
Acababa de pegarle en un lado de la cabeza lo que parecía ser una pelota de tenis pequeña, gris y cubierta de plumas.
Harry: ¡MI PADRE HA CONSEGUIDO LAS ENTRADAS! Irlanda contra Bulgaria, el lunes por la noche. Mi madre les ha escrito a los muggles para pedirles que te dejen venir y quedarte. A lo mejor ya han recibido la carta, no sé cuánto tarda el correo muggle. De todas maneras, he querido enviarte esta nota por medio de Pig.
—Pero... ¿Por que se llama Pig? —preguntó James—. ¿Tiene cara de cerdo o algo?
Harry reparó en el nombre «Pig», y luego observó a la diminuta lechuza que zumbaba dando vueltas alrededor de la lámpara del techo. Nunca había visto nada que se pareciera menos a un cerdo. Quizá no había entendido bien la letra de Ron. Siguió leyendo:
Vamos a ir a buscarte tanto si quieren los muggles como si no, porque no te puedes perder los Mundiales.
Varios rieron divertidos.
Hermione llega esta tarde. Percy ha comenzado a trabajar: en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional. No menciones nada sobre el extranjero mientras estés aquí a menos que quieras que te mate de aburrimiento.
Percy bufó.
Hasta pronto,
Ron
—¡Cálmate! —dijo Harry a la pequeña lechuza, que revoloteaba por encima de su cabeza gorjeando como loca (Harry supuso que era a causa del orgullo de haber llevado la carta a la persona correcta)—. ¡Ven aquí! Tienes que llevar la contestación.
La lechuza revoloteó hasta posarse sobre la jaula de Hedwig, que le echó una mirada fría, como desafiándola a que se acercara más. Harry volvió a coger su pluma de águila y un trozo de pergamino, y escribió:
Todo perfecto, Ron: los muggles me dejan ir. Hasta mañana a las cinco. ¡Me muero de impaciencia!
Harry
Plegó la nota hasta hacerla muy pequeña y, con inmensa dificultad, la ató a la diminuta pata de la lechuza, que aguardaba muy excitada. En cuanto la nota estuvo asegurada, la lechuza se marchó: salió por la ventana zumbando y se perdió de vista.
Harry se volvió hacia Hedwig.
—¿Estás lista para un viaje largo? —le preguntó. Hedwig ululó henchida de dignidad.
—¿Puedes hacerme el favor de llevar esto a Sirius? —le pidió, cogiendo la carta—. Espera: tengo que terminarla.
Volvió a desdoblar el pergamino y añadió rápidamente una postdata:
Si quieres ponerte en contacto conmigo, estaré en casa de mi amigo Ron hasta el final del verano. ¡Su padre nos ha conseguido entradas para los Mundiales de quidditch!
Muchos sonrieron, pensando que era un bonito final de capitulo, pero Luna siguió leyendo.
Una vez concluida la carta, la ató a una de las patas de Hedwig, que permanecía más quieta que nunca, como si quisiera mostrar el modo en que debía comportarse una lechuza mensajera.
Varios sonrieron divertidos.
—Estaré en casa de Ron cuando vuelvas, ¿de acuerdo? —le dijo Harry.
Ella le pellizcó cariñosamente el dedo con el pico y, a continuación, con un zumbido, extendió sus grandes alas y salió volando por la ventana.
Harry la observó mientras desaparecía. Luego se metió debajo de la cama, tiró de la tabla suelta y sacó un buen trozo de tarta de cumpleaños. Se lo comió sentado en el suelo, disfrutando de la felicidad que lo embargaba: tenía tarta, mientras que Dudley sólo tenía pomelo; era un radiante día de verano; se iría de casa de los Dursley al día siguiente, la cicatriz ya había dejado de dolerle e iba a presenciar los Mundiales de quidditch.
—Y fin del capitulo —terminó Luna.
—¿Ha quedado satisfecha? —le preguntó Dumbledore—. ¿o quiere leer otro capitulo más?
—Leería otro con gusto —aseguró—. Pero seguro que hay muchas otras personas que lo harían también, ¡suficiente que he leído dos!
Dumbledore sonrió, cogió el libro de las manos de Luna y esta volvió a su asiento.
—Bien —dijo para toda la sala—. ¿Quien quiere leer ahora? ¿Señorita Weasley?
Harry esperó tranquilamente a que Ginny se levantara. Esperó, y esperó y esperó.
—¿Señorita Weasley? —volvió a preguntar el director.
Y en ese momento, gracias a un pellizco de Hermione, Harry comprendió que ahora el era la señorita Weasley.
—Oh, yo, si, si, claro. Leeré, leeré —dijo con torpeza mientras se levantaba y se esforzaba por caminar imitando a Ginny hasta Dumbledore. Cuando llegó hasta el ambos se miraron a los ojos durante un segundo y Harry tuvo la sospecha de que Dumbledore lo sabía todo. Y de que se divertía con ello.
Y vivieron felices y atraparon snitches.
Ya queda menos para el mundial... Y para ver a cierto hombretón búlgaro al que le cuesta pronunciar el nombre de nuestra empollona favorita.
¿Nos vemos el jueves que viene? Tal vez el viernes porque siempre acabo subiendo el capitulo pasadas las 00:00... Mea culpa, si, como siempre mama. Lo siento por hacer que llueva, no volveré a cantar en la ducha...
En fino, Bye!
PD: Nuevamente este es un capitulo que esta completamente sin corregir, cualquier fallo avisad para que pueda corregirlo. Thanks.