miércoles, 27 de agosto de 2014

Una inesperada sorpresa


Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling.

UNA INESPERADA SORPRESA

El día anterior había pasado muy rápidamente. Harry había disfrutado mucho escuchando como todo el mundo le felicitaba por su gran (ejem, ejem) jugada en el partido que jugaron. Lo único extraño que pasó el día anterior una vez acabara el partido fue que nadie volvió a ver a Lupin y a Tonks en todo el día. Extraño.

Harry, por primera vez en mucho tiempo, pudo dormir con tranquilidad y sin soñar nada. Se levantó tranquilo y descansado y decidió no despertar a Ron, no quería echar a perder su recién lograda tranquilidad. Bajo sin prisa a desayunar. En el Gran Comedor ya se encontraba una enorme multitud, todos deseosos de leer el siguiente libro. Era extraño para Harry el ver a tanta gente emocionada por leer su vida pero, si lo miraba objetivamente, era bastante comprensivo. Es decir, en este libro iba a matar un basilisco, ¿Qué cara pondrían todos cuando lo leyeran? Harry se maldijo interiormente a si mismo por tener pensamientos así, él no quería más atención y menos más de la que ya tenía pero, tenía que reconocer, iba a ser entretenido.

Se sentó junto a una ya muy despierta Hermione y comenzó a desayunar.

—¿Te das cuenta? —le preguntó alterada—. ¡Todos van a leer sobre como rompí las reglas para preparar poción Multijugos por una tontería! Me van a quitar mi puesto como prefecta...

—Vamos Hermione —dijo Harry suspirando—, van estar tan sorprendidos por que unos alumnos de segundo, porque te recuerdo que nosotros también colaboramos, hayan preparado una poción Multijugos que no pensaran en castigarnos.

—Bueno, sí que colaborasteis como unos buenos a-y-u-d-a-n-t-e-s, pero sigo pensando que me van a castigar duramente.

Harry, irritado por como Hermione remarcó la palabra ayudantes y molesto por como desechaba el esfuerzo que ellos también pusieron, bufó y no intentó tranquilizarla, comenzando a prestar atención a los huevos que tenía en el plato.

—Bueno días —les saludó Ron, que había bajado con Neville. Harry entendió que, probablemente, Neville había tenido que despertar a Ron porque si no este no habría sido capaz de bajar a tiempo para desayunar.

Se sentaron con ellos.

—Eh, Harry, ¿Te das cuenta de que van a leer de nuestro estúpido choque contra el andén? —le preguntó Ron algo molesto. Al parecer sus dos amigos habían estado repasando los hechos de ese año pensando en lo que iba a pensar la gente de ellos.

—Bueno, eso significa que también van a leer sobre nuestro viaje volando en un coche hasta Hogwarts —dijo Harry tranquilamente—. Me preguntó qué dirá Sirius sobre eso.

—Leerán sobre nuestro choque estúpido contra el sauce y sobre como rompí mi varita —siguió quejándose el pelirrojo—. ¡Todo el mundo sabrá que les tengo miedo a las arañas!

—Oh, vamos, Ronald. Todo el mundo sabe que les tienes miedo a las arañas —le dijo una recién llegada Ginny que se sentó junto a ellos.

—Es cierto, ¿O no recuerdas que toda la clase vio tu boggart en tercer año? —le dijo Hermione burlona. Le parecía gracioso que alguien tan alto y robusto como era ahora Ron le tuviera miedo a algo como las arañas.

—Oh, tú no puedes hablar, ¿O es que no recuerdas tu boggart? —replicó Ron y Harry asintió, dándole la razón a su amigo. Hermione les sacó la lengua a ambos y se dedicó a comer en silencio.

Entonces llegaron dos personas más. Sirius y Remus. A Harry le sorprendió enormemente el ver la desmesurada sonrisa que traía el profesor Lupin, parecía mucho más joven y mucho menos cansado de lo habitual, ¿Se habría pasado toda la tarde anterior durmiendo para estar así? (N.A. Yaa... Durmiendo... e.e)

—Buenos días chicos —saludo el licántropo sonriendo mientras se sentaba sin dejar de sonreír.

—Em... profesor Lupin... ¿Ha pasado algo? —preguntó Hermione también extrañada por la sonrisa del profesor y algo dudosa sobre si debía preguntar o no.

—Ohoho, excelente pregunta señorita Grenger —dijo Sirius poniéndose en pie—. Lo que pasa es que...

—Es que Remus y yo estamos saliendo —explicó una recién llegada Tonks mientras empujaba a Sirius. Ella sonreía tanto o más que Remus y Harry juraría que su cabello podría brillar en la oscuridad. Saludó a Remus con un pequeño beso en los labios y se sentó junto a él.

—¡¿Qué?! —exclamaron sorprendidos los cuatro.

—¡Eso es genial! —les felicitó una Hermione bastante ilusionada.

—Por fin lo lograste, ¿Eh? —dijo Ginny con una sonrisa pícara.

Harry y Ron se limitaron a mirar a la nueva pareja con cara de "¿Que?".

—¿Cómo pasó? —preguntó Hermione ilusionada.

Tonks sonrió con ganas, deseosa de contarlo con todo detalle pero Remus enrojeció y le tapó la boca con la mano.

—¿Así que por eso no estuvisteis ayer en el partido? —preguntó Harry fingiendo molestia.

—Me gustaría decir que lo siento, pero estaría mintiendo —dijo Tonks burlona y Harry le sacó la lengua.

—Pero oye... ¿No es esto un poco raro? —preguntó Ron extrañado—. Bien, Tonks, sé que tampoco eres Fleur pero tampoco estas tan mal y, no quiero ofender Remus pero Tonks, ¿No podías haberte buscado a una pareja más cercana tu edad?

La respuesta llegó en forma de dos fuertes golpes en la cabeza por parte de Hermione y Ginny y de un potente huevo frito que le estalló en la cara por parte de Tonks.

—Bien, entiendo —dijo el pelirrojo mientras se sacaba la yema de los ojos.

El desayuno se desarrolló con tranquilidad a partir de ahí (exceptuando que Ginny había dejado bien claro a sus hermanos lo que les esperaba si volvían a hacer algo como lo que le hicieron el día anterior a Michael, aunque bueno, sus hermanos se lo tomaron más bien que mal, felices de que su hermana volviera a estar soltera).

Pero claro, no estaban en una escuela normal, estaban en Hogwarts por lo que cuando hay un rato de tranquilidad luego aparece algo totalmente inesperado. Un enmascarado apareció cerca de la puerta del Gran Comedor.

—Harry Potter y Neville Longbottom. Acompañadme. —dijo mientras abría la puerta y salía por ella, sin esperar a ver si los mencionados le hacían caso.

Harry y Neville cruzaron una mirada, ninguno de los dos entendía la situación y todos en el comedor les miraban extrañados. Harry decidió seguir al desconocido, uno de ellos había sido su hijo y, probablemente, el resto de desconocidos serían amigos suyos. Neville, al ver que Harry decidía seguir al enmascarado decidió ir también.

Caminaron unos minutos en silencio hasta que llegaron al final de un largo pasillo que tenía dos puertas opuestas. El enmascarado se detuvo entre ellas.

—Dentro de estas puertas os espera una... sorpresa —dijo señalando ambas puertas. Harry tuvo la extraña sensación de que sonreía por debajo de la máscara—. Yo os dejo aquí.

Dicho eso desapareció. Harry y Neville se miraron, asintieron y cada uno se dirigió a una de las puertas. Harry giró el tomo de su puerta y entró lentamente.

Lo que vio dentro de la vacía habitación le hizo detenerse en seco. Allí, en el centro de la habitación había un hombre y una mujer.

Ella era una linda y joven pelirroja que tenía una sonrisa que denotaba alegría y frustración, pero no era eso lo increíble en ella, eran sus ojos, sus increíblemente brillantes ojos verdes que se le hacían a Harry muy familiares...

Él era algo más alto que ella y tenía el pelo muy alborotado, se le veía fuerte y maduro pero su pícara sonrisa ladeada expresaba tanto su lado infantil como una exagerada seguridad en sí mismo. A pesar de esa apariencia sus ojos se veían algo apagados y la impotencia brillaba en ellos.

Solo con verles uno sabía que habían nacido el uno para el otro.

Cuando se percataron de su presencia le sonrieron abiertamente.

—Hola, Harry —su nombre salió delicadamente de la boca de la mujer. Por primera vez en su vida escuchar su nombre le causó ganas de llorar.

Harry abrió lentamente la boca.

—No —dijo negando suavemente con la cabeza, su voz fue poco más alta que un susurro.

Delante de él estaban sus padres. Sus padres le estaban sonriendo. Sus padres caminaban hacia él.

Esto no podía ser cierto.

Se derrumbó de rodillas contra el suelo con delicadas lágrimas descendiendo por sus mejillas. Le abrazaron. Sus padres le estaban abrazando por primera vez en su vida.

.

Neville, con sus brazos temblando por la expectación, abrió la puerta y entró.

Lo que vio dentro le dejó sin palabras. Eran sus padres, jóvenes, cuerdos, sonrientes, y sus ojos lograban enfocar a Neville.

Comenzó a respirar agitadamente mientras intentaba asimilar la situación.

—Mama —dijo el joven con los ojos muy abiertos mientras caminaba hacia ellos—, Papa.

La sonrisa de estos se ensanchó aun mas, dándole a entender a Neville que, por primera vez en su vida, podía tener la certeza de que sus padres habían escuchado y entendido sus palabras. Siguió caminando hasta ellos, se detuvo en seco y les abrazo. Su cuerpo no pudo con la situación y rompió a llorar.

Neville lo sabía. Sabía que este era el momento para poder cumplir su sueño. Desde hace muchísimos años Neville solo había deseado poder decirles a sus padres que les quería y que estos lo escucharan, que ellos lo entendieran, que supieran que les amaba. Hizo acopio de toda su fuerza y se decidió, hoy iba a cumplir su más ansiado sueño...

Pero algo impidió que pudiera lograrlo.

—Te queremos, Neville.

.

Ambos jóvenes pasaron cerca de una hora intentando acostumbrarse a la situación. Hablando con sus padres, narrándoles momentos de su vida, preguntándoles muchas cosas y repitiéndoles y repitiéndoles que les querían. Después salieron con sus padres de la habitación.

Harry vio a Neville salir acompañado de sus padres y le sonrió. Él sabía que los padres de Neville habían sido torturados hasta la locura y el poder ver a Neville acompañado de sus padres y con esa enorme sonrisa le hizo feliz a él también.

—¿No es genial, Neville? ¡Ahora podremos vivir con nuestros padres! —le dijo Harry emocionado.

Los cuatro adultos se detuvieron en seco.

—Em... ¿Harry?... Cuando acaben los libros, nosotros... tendremos que irnos —dijo su madre siendo incapaz de mirar a su hijo a la cara.

Harry abrió mucho los ojos.

—¡¿Qué?!

—Bueno, no nos han contado mucho. Este tiempo aquí será una especie de recompensa para nosotros pero luego nos borraran la memoria y solo la recuperaremos una hora antes de... de que... bueno, ya me entiendes —explicó James a su hijo.

—Pero eso es... cruel... —se quejó Harry.

—No, no lo es. Nos están dando la oportunidad de saber cómo le irá a nuestro hijo en la vida, de decirle que estamos y que estaremos orgullosos de él y más importante, de decirle que le queremos con todas nuestras fuerzas. Para mí eso es más que suficiente.

Un joven de quince años normal habría gritado "Pero no lo es para mí" pero Harry no era un muchacho normal. Siempre había deseado interiormente tener una oportunidad para conocer a sus padres, aunque fuese durante un minuto. Realmente esto sí que era más que suficiente y estaba profundamente agradecido con quien quiera que fuese el que había organizado esto.

—Tienes razón, papa —para Harry no solo fue extraño usar la palabra "Papa" sino que también fue, muy, muy vergonzoso. Pero no le importó, llevaba toda su vida queriendo hacerlo y ahora que tenía la oportunidad no pensaba dejarla pasar.

Todos en el Gran Comedor llevaban una hora esperando que volviesen Potter y Longbottom de donde quiera que estuviesen para poder comenzar con la lectura del segundo libro. Cuando por fin la puerta se abrió todos contuvieron la respiración. Nadie podía creer lo que veía.

—¡JAMES! —rugió Sirius fuera de control mientras se lanzaba contra su difunto mejor amigo y le daba el más efusivo abrazo que nunca había dado a nadie—. ¡Cornamenta, pelirroja! ¡Joder, no sabéis cuanto os he echado de menos!

Sirius comenzó a sollozar sonoramente y todos observaban la escena conmovidos.

Remus estaba estático, paralizado. Acababa de ver a entrar a James y a Lily caminando naturalmente de la mano de su hijo. Era una imagen preciosa. Demasiado preciosa para ser cierta.

—Lunático, ¿Es que no piensas saludar a tus viejos amigos? —la voz de James le sacó de sus pensamientos y se lanzó contra James y Lily abrazándoles con mucha fuerza, queriendo asegurarse de que no iban a desaparecer de sus brazos de un momento a otro.

Ambos saludaron también a los Longbottom quienes sonreían de manera pacífica.

Harry aprovechó la oportunidad para cumplir otro de sus imposibles sueños, presentarles a sus amigos. Hizo señas a Ron y Hermione para que se acercaran.

—Oh, vosotros debéis de ser Ron y Hermione —dijo James sonriendo y Harry le miró extrañado.

—¿Cómo lo sabes?

—Hemos leído también el primero libro —dijo James encogiéndose de hombros—. Y quiero decirte que estoy más que orgulloso de tu primer curso, ¡El jugador de quidditch más joven en un siglo!

Lily no parecía tan contenta como su marido.

—Entiendo, chicos, que lo que hicisteis fue con la mejor de las intenciones pero fue muy peligroso, no me gusta que hagáis cosas así —les reprendió Lily a los tres, que bajaron la cabeza avergonzados. Harry sonreía para sí mismo, que su madre le regañara era algo que también había deseado.

Todos miraban la escena sorprendidos, ¿Cómo demonios estaban James, Lily, Frank y Alice aquí, con un aspecto tan joven, vivos y cuerdos?

El enmascarado de antes apareció nuevamente, sobresaltando a todos con su repentina aparición.

—Yo —dijo a modo de saludo mientras levantaba la mano—. Todos aquí sabéis lo que les pasó a James y Lily Potter; se sacrificaron por su hijo. Muy pocos saben lo que les paso a Frank y Alice Longbottom pero fue otro tipo de sacrificio del que no quiero hablar. Pensando que se merecen, como mínimo, la oportunidad de conocer algo sobre sus hijos nos hemos tomado la libertad de traerles aquí desde el pasado hasta que acabe la lectura de los libros.

Nadie sabía cómo reaccionar ante esta nueva declaración pero Hermione, analizando los posibles problemas, como siempre, fue la primera en hablar:

—¿Pero el que sepan todo lo que ocurre no puede significar que el pasado sea alterado? Para bien o para mal.

—No es una mala pregunta, Hermione Grenger. Es posible que con los datos que serán revelados en los libros pudieran incluso derrotar a Voldemort en el pasado y crecer teniendo una vida normal con sus hijos —dijo el enmascarado de manera calmada mientras todos le miraban ansiosos—. Pero eso sería un desastre. Se lo mucho que os gustaría un futuro así pero no podemos permitírnoslo, no viniendo del futuro que venimos, no queremos arriesgarnos a... muchas cosas.

Harry tragó saliva. Sin duda la posibilidad de vivir con sus padres era más que tentadora pero entendía lo que había dicho el enmascarado. Si Harry hubiera crecido con sus padres sería una persona diferente. Posiblemente tendría también diferentes amigos, y, tal vez, tendría diferentes hijos en el futuro, incluso tal vez ninguno. Era un asunto difícil pero la decisión estaba tomada.

—Lo comprendo —dijo en voz alta.

Todos se giraron hacia él, sorprendidos, pero Neville le sonrió y asintió.

—Lo comprendemos —corrigió.

Los padres de ambos les sonrieron y miraron al enmascarado.

—Así está bien, gracias. No hay nada de qué preocuparse —dijo Frank sonriendo.

El enmascarado asintió. Harry notó que parecía más tranquilo, pero es que claro, con mascara o sin ella ese chico seguía siendo un adolescente y hablar de algo como de lo que había hablado suponía mucha presión.

—Bien, me alegro. Podéis comenzar con el segundo libro —y desapareció.

Dumbledore se puso en pie.

—Bien, después de esta inesperada y muy grata sorpresa —dijo Dumbledore mirando a las dos parejas recién llegadas—. ¿Queréis que empecemos con la lectura o queréis hacer algo antes?

Esa pregunta descolocó a James. Él había visto como Sirius lloraba como un crió, como se culpaba de sus muertes, como deseaba pasar un rato con él. También había visto como Remus había pasado por alto el hecho de que hubiesen pasado el año anterior de su muerte peleados (hecho por el que Sirius pensó que Remus era el espía), como se arrepentía de aquellos hechos y como deseaba poder hacer dignamente las paces con él y Lily. James también había visto en la mirada de su hijo como quería poder pasar un rato con él, decirle las mil y una cosas que nunca había podido decirle y escuchar de su boca las mil y una cosas que él tampoco le había dicho. Pero se sentía presionado. Este no era su tiempo, no conocía la situación, estaba nervioso y no sabía cómo actuar. A pesar de que tenía muchísimas ganas de poder hacer todo lo anterior no sabía cómo hacerlo. Se decidió.

—Empecemos con la lectura, por favor.

Dumbledore le miró por unos segundos y asintió. Cogió el siguiente volumen y leyó en voz alta:

Harry Potter y la Cámara Secreta.


2 comentarios :

  1. Seguramente disfrutas haciendo llorar a la gente no? ajaj buen cap

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  2. Adoro tus ocurrencias, me has hecho llorar como nunca en mi vida, y debo decir que eres muy jskfjsbf

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