miércoles, 15 de julio de 2015

El perro, el gato y la rata


¡Ponte una manzana en la cabeza!

Un dos tres probando ¿se me escucha bien?

Nunca he entendido porque hacen esa prueba estúpida con los micrófonos, ¿no hay ningún otro tipo de cosa que puedas decir que por lo menos sea entretenida? No se. Digo.

En fino, a lo que nos atañe... ¡He cumplido! Si, solo es el primer miércoles de muchos pero bah, yo me emociono de todas maneras. ¡Superemos juntos la maldición del tercer libro!

Todos los personajes y los fragmentos del libro original pertenecen a J.K. Rowling.

El PERRO, EL GATO Y LA RATA

Claro, profesor, leeré —dijo Harry desconcertado mientras se levantaba y caminaba hasta la joven Ravenclaw que le tendía ansiosamente el libro. Lo cogió y pasó de página.— El perro, el gato y la rata. 

A Harry se le quedó la mente en blanco a causa de la impre­sión. 

Vale, pensó Harry, leer sobre uno mismo es algo bastante incomodo. ¿Porque le había hecho Dumbledore leer? Harry creía que, con esa pregunta constantemente en la cabeza, le iba a ser casi imposible concentrarse en lo que decía el libro. Aunque tampoco es que eso fuera algo importante, ya que todo lo que dijera el libro el ya lo había leído. Además, cualquier dato importante que pudiera aparecer se quedaría en la cabeza de Hermione, Harry solo tenía que concentrarse en leer de forma fluida.

Los tres se habían quedado paralizados bajo la capa in­visible. Los últimos rayos del sol arrojaron una luz sanguino­lenta sobre los terrenos, en los que las sombras se dibujaban muy alargadas. Detrás de ellos oyeron un aullido salvaje.

—¡Hagrid! —susurró Harry. Sin pensar en lo que hacia, fue a darse la vuelta, pero Ron y Hermione lo cogieron por los brazos.

—No podemos —dijo Ron, blanco como una pared—. Se verá en un problema más serio si se descubre que lo hemos ido a visitar...

Todos estaban de acuerdo con eso.

Hermione respiraba floja e irregularmente.

—¿Cómo... han podido...? —preguntó jadeando, como si se ahogase—. ¿Cómo han podido?

El ministro no pudo evitar desviar su mirada hacia el suelo, sintiendo las miradas de muchos sobre el.

—Vamos —dijo Ron, tiritando.

Reemprendieron el camino hacia el castillo, andando muy despacio para no descubrirse. La luz se apagaba. Cuan­do llegaron a campo abierto, la oscuridad se cernía sobre ellos como un embrujo.

—Scabbers, estate quieta —susurró Ron, llevándose la mano al pecho. La rata se retorcía como loca. Ron se detuvo, obligando a Scabbers a que se metiera del todo en el bolsi­llo—. ¿Qué te ocurre, tonta? Quédate quieta... ¡AY! ¡Me ha mordido!

—¡Ron, cállate! —susurró Hermione—. Fudge se pre­sentará aquí dentro de un minuto...

—No hay manera.

Scabbers estaba aterrorizada. Se retorcía con todas sus fuerzas, intentando soltarse de Ron.

Lavender abrió la boca para hacer algún tipo de comentario estúpido en el que diera a entender que ella no intentaría soltarse de las manos de Ron, pero recordó que ya era tarde para intentar nada, ¿que podía hacer ella contra Hermione? Ahora solo tenía dos opciones; o esperar, o buscarse a otro. O, bueno, buscarse a otro durante la espera.

—¿Qué le ocurre?

Pero Harry acababa de ver a Crookshanks acercándose a ellos sigilosamente, arrastrándose y con los grandes ojos amarillos destellando pavorosamente en la oscuridad. Harry no sabía si el gato los veía o se orientaba por los chillidos de Scabbers.

—¡Crookshanks! —gimió Hermione—. ¡No, vete, Crooks­hanks! ¡Vete!

Pero el gato se acercaba más...

—Scabbers... ¡NO!

Demasiado tarde... La rata escapó por entre los dedos de Ron, se echó al suelo y huyó a toda prisa. De un salto, Crookshanks se lanzó tras el roedor; y antes de que Harry y Hermione pudieran detenerlo, Ron se salió de la capa y se internó en la oscuridad.

—¡Ron! —gimió Hermione.

Ella y Harry se miraron y lo siguieron a la carrera. Era imposible correr a toda velocidad debajo de la capa, así que se la quitaron y la llevaron al vuelo, ondeando como un es­tandarte mientras seguían a Ron. Oían delante de ellos el ruido de sus pasos y los gritos que dirigía a Crookshanks.

—Aléjate de él..., aléjate... Scabbers, ven aquí...

Oyeron un golpe seco.

—¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.

Harry y Hermione casi chocaron contra Ron. Estaba tendido en el suelo. Scabbers había vuelto a su bolsillo y Ron sujetaba con ambas manos el tembloroso bulto.

—Vamos, Ron, volvamos a cubrirnos —dijo Hermione jadeando—. Dumbledore y el ministro saldrán dentro de un minuto.

Pero antes de que pudieran volver a taparse, antes in­cluso de que pudieran recuperar el aliento, oyeron los pasos de unas patas gigantes. Algo se acercaba a ellos en la oscu­ridad: un enorme perro negro de ojos claros.

—¡¿Que?! —soltaron muchos sin poder contenerse por la sorpresa.

Harry quiso coger la varita, pero era ya demasiado tar­de. El perro había dado un gran salto y sus patas delanteras le golpearon el pecho. 

James miró a Sirius extrañado, ¿por qué había hecho eso?

Harry cayó de espaldas, con un far­do de pelo. Sintió el cálido aliento del fardo, sus dientes de tres centímetros de longitud...

Pero el empujón lo había llevado demasiado lejos. Se apartó rodando. Aturdido, sintiendo como si le hubieran roto las costillas, trató de ponerse en pie; oyó rugir al animal, preparándose para un nuevo ataque.

Ron se levantó. Cuando el perro volvió a saltar contra ellos, Ron empujó a Harry hacia un lado y el perro mordió el brazo estirado de Ron. 

—¡No! —gritaron varios.

—Pero... ¿que? —preguntó James cada vez más confuso.

Harry embistió y agarró al animal por el pelo, pero éste arrastraba a Ron con tanta facilidad como si fuera un muñeco de trapo.

Los alumnos estaban cada vez más asustados, ¿que demonios estaba pasando?

Entonces, algo surgido de no se sabía dónde golpeó a Ha­rry tan fuerte en la cara que volvió a derribarlo. 

James estaba tan confuso que estaba a punto de chillar, y el estado de Lily no era muy diferente, ¿que demonios estaba haciendo Sirius y porque había vuelto a atacar a Harry?

Oyó a Her­mione chillar de dolor y caer también. Harry manoteó en bus­ca de la varita, parpadeando para quitarse la sangre de los ojos.

—¡Lumos! —susurró.

La luz de la varita iluminó un grueso árbol. Habían per­seguido a Scabbers hasta el sauce boxeador; y sus ramas cru­jían como azotadas por un fortísimo viento y oscilaban de atrás adelante para impedir que se aproximaran.

—Vale, ha sido el sauce, eso tiene sentido —comentó Lily en voz baja, pero más preocupada que antes.

Al pie del árbol estaba el perro, arrastrando a Ron y me­tiéndolo por un hueco que había en las raíces. Ron luchaba denodadamente, pero su cabeza y su torso se estaban per­diendo de vista.

—¡Ron! —gritó Harry, intentando seguirlo, pero una grue­sa rama le propinó un restallante y terrible trallazo que lo obligó a retroceder.

Lo único que podían ver ya de Ron era la pierna con la que el muchacho se había enganchado en una rama para impedir que el perro lo arrastrase. Un horrible crujido cor­tó el aire como un pistoletazo. La pierna de Ron se había roto y el pie desapareció en aquel momento.

—¡Joder Sirius! —gritó Arthur cabreado—. ¡Eres jodidamente idiota! ¡Joder!

Harry abrió mucho los ojos. Nunca había visto comportarse así a el padre de Ron. Era obvio que estaba muy cabreado, su cara estaba completamente roja y tenía los ojos bastante más abiertos de lo normal. Aún así, parecía que se estaba conteniendo mucho para no hacer algo de lo que luego se pudiera arrepentir.

Sirius bajó la cabeza, sin saber que decir.

—Venga papa —dijo Ron—. No le des importancia, ya está todo bien.

Arthur cerró los ojos durante unos segundos, buscando relajarse, y se sentó. Harry pensaba que no parecía realmente calmado pero, aprovechando la oportunidad, se apresuró a continuar con la lectura.

—Harry, tenemos que pedir ayuda —gritó Hermione. Ella también sangraba. El sauce le había hecho un corte en el hombro.

Muchos de los alumnos seguían asustados, prestando mucha atención a la historia, otros, sin embargo, se habían quedado pensando en que el padre de Ron le había gritado a Sirius. Algo hizo "clack" en sus cabezas. El día en el que todo esto de los libros comenzó Sirius había venido transformado en perro... Un perro había atacado al trió... El padre de Ron le había insultado a Sirius... ¡Sirius era un animago!

(¡Wow! Que inteligentes son esos tíos por favor, ¿soy el único llorando de la emoción?)

—¡No! ¡Este ser es lo bastante grande para comérselo! ¡No tenemos tiempo!

—No conseguiremos pasar sin ayuda.

Otra rama les lanzó otro latigazo, con las ramitas enros­cadas como puños.

—Si ese perro ha podido entrar, nosotros también —ja­deó Harry, corriendo y zigzagueando, tratando de encontrar un camino a través de las ramas que daban trallazos al aire, pero era imposible acercarse un centímetro más sin ser gol­peados por el árbol.

Harry tenía ganas de animarse a si mismo.

—¡Socorro, socorro! —gritó Hermione, como una histéri­ca, dando brincos sin moverse del sitio—. ¡Por favor...!

Crookshanks dio un salto al frente. Se deslizó como una serpiente por entre las ramas que azotaban el aire y se aga­rró con las zarpas a un nudo del tronco.

De repente, como si el árbol se hubiera vuelto de piedra, dejó de moverse.

—¡Impresionante! —exclamaron muchos sorprendidos.

—¿Y como demonios sabía eso su estúpido gato? —preguntó Pansy—. Yo no puedo con esto, esta historia es absurda, ¿en serio alguien se está creyendo esta basura?

—Pansy, por tu propio bien, cierra la boquita —le aconsejo Astoria demasiado cerca de Draco. Eso no pudo enfurecer más a Pansy.

—Zorra.

—¡Pansy! —le dijo Draco para que se detuviera.

—¿Que me has dicho? —preguntó Astoria cabreada y sorprendida.

—¡Lo que has oído! —exclamó Pansy—. ¡Estoy diciendo que eres una zorra! Siempre actuando como si Draco fuera idiota, como si lo odiaras mucho mucho, ¡Y mírate ahora! ¡Pegadita a el! ¿Y que has hecho para que el se acerque a ti? ¿Que has hecho para que mi Draco cambie tanto? ¡Seguro que te lo has... que te lo has... ¡Seguro que te lo has follado! ¡Sí! ¡Sucia manipuladora!

Astoria tenía la boca y los ojos muy abiertos, no sabía realmente como reaccionar.

—¿A que demonios viene todo esto Pansy? —preguntó Malfoy molesto mientras se ponía de pie—. Solo estás diciendo basura sin sentido. Y lo que yo haga con Astoria no tiene nada que ver contigo.

—¿Estás admitiendo que lo habéis hecho?

—¡Estoy diciéndote que a ti eso no te incumbe! ¡Lo que hagamos ella y yo solo nos incumbe a nosotros!

La pálida cara de Pansy estaba cada vez más roja.

—¡Eres idiota, Draco, idiota! ¡No se como te has vuelto tan imbécil de una semana para otra! —gritó Pansy antes de marcharse corriendo. De nuevo.

—Se llama madurar —dijo Draco para nadie en particular mientras se sentaba.

Una vez sentado se encontró con la mirada de Astoria, que no paraba de mirarle.

—¿Que? —le preguntó Draco.

—¿Es que no piensas aclarar todo esto?

En ese momento Draco fue consciente de que todos en el comedor les estaban observando. Se apresuró a volver a ponerse de pie, muy nervioso.

—Emm... Eh... Perdón por esto—dijo para empezar—. Y no, Astoria y yo aún no lo hemos hecho.

Astoria se mordió el labio y negó con la cabeza. Su novio era un inútil.

—¿Aún? —le preguntó Blaise.

—Emm... Mierda.

Astoria se levantó suspirando.

—Ahora estamos saliendo, así están las cosas —dijo algo avergonzada.

Draco la miró sorprendido, ¿que había pasado con eso de mantenerlo en secreto? Astoria se encogió de hombros indicándole que no estaba molesta.

—¡Bombazo informativo! —exclamaron Fred.

—¡Hay una chica que no es un troll que se siente atraída por Malfoy! ¿Quien quiere apostar por cuanto durara su relación? —preguntó George.

—¡Hey! —les gritó la pareja.

El comedor se había llenado de murmullos, muchos estaban haciendo una cola frente a los gemelos.

—¡Avisamos de que el dinero que no sea repartido una vez corten se lo quedan estos servidores! —indicaron los gemelos.

—¿No piensas detenerles? —le preguntó Arthur a Molly.

—Creo que está bien que Malfoy sufrá un poco.

—Que vengativa que eres —le dijo Arthur sonriendo.

—Tampoco veo que tus estés haciendo nada para detenerles.

—Touché.

—¿Que me dices, Draco? ¿Quieres que apostemos también? —le preguntó Astoria.

—¿Que? —preguntó Draco sorprendido.

—¿Cuanto crees que duraremos?

—¿De verdad quieres que responda a algo así?

—No estoy segura.

—¿Cuanto quieres que duremos?

—¿Quieres la respuesta soñadora o la realista?

—No estoy seguro.

—Un hombre tan indeciso no creo que dure mucho conmigo... —bromeó Astoria.

Draco alzó una ceja.

—Está bien, dime, cuanto quieres que duremos.

—¿La respuesta soñadora o la rea...

—La que estás pensando ahora mismo.

Astoria cogió aire y se reclinó en su asiento. Ella sabía, gracias a la nota que había le habían enviado las personas del futuro hacía unos días, que ella y Draco iban a acabar casados pero tampoco sabía como reaccionaría Draco si ella le contaba que era eso lo que esperaba, ¿Como puede reaccionar una persona con la que acabas de empezar a salir si le dices que esperas que os caséis y que estáis juntos para siempre? El corazón de Astoria latía tan rápido como el Vals del Minuto de Chopin y no sabía que decir.

— ¿No crees que Scorpius es un buen nombre?

—¿Que?

—Bueno, los Black tenéis la costumbre de poner nombre de constelaciones a vuestros hijos ¿no?

—Espera, ¿Estás insinuando que...

Astoria se giró de forma brusca, nunca había estado más avergonzada en toda su vida. Acababa de hacer algo totalmente estúpido. Tonta, tonta, pensó para si misma, ¿como has dicho algo así? ¡Draco va a pensar que estás más loca que Lunática! ¡Vas a tener mucha suerte si no te deja ahora mismo!

Draco no sabía que pensar, ¿estaba siendo estúpido o Astoria había dicho le que creía que había dicho? Estaba tomándole el pelo ¿no? Eso era lo más lógico, pero el ver a Astoria de espaldas tan avergonzada le decía que eso no era así. Draco tragó saliva. No tenía ningún sentido seguir con Astoria si no pensaba corresponderla de la manera que ella esperaba. No tenía sentido seguir con Astoria si el no buscaba lo mismo que ella. ¿Y tu que buscas, Draco?

Draco se revolvió el pelo.

—Entonces supongo que ahora puedo atreverme a apostar sin miedo —dijo levantandose.

—¿Que? —preguntó Astoria sorprendida girándose hacia el.

Pero Draco no contestó. Astoria vio como caminaba de forma tranquila hasta los gemelos Weasley, como escribía algo en un trozo de papel y como les entregaba un puñado de brillantes monedas.

La boca de Astoria estaba tan abierta que casi parecía que estaba invitando a las moscas a que se colaran dentro. ¿En serio había pasado lo que creía que había pasado? No tenía demasiado sentido, ¡Pero había pasado!

—Espero que esto salga bien —dijo Draco al volver—. Hay diez galeones en juego.

Astoria seguía sin saber que decir, así que le dieron ganas de abrazar a Harry cuando este retomó la lectura.

(Este Harry... Siempre salvando damas en apuros, es un mujeriego... ¡Pero esto es terreno ocupado cabeza cortada!)

—¡Crookshanks! —gritó Hermione, dubitativa. Cogió a Ha­rry por el brazo tan fuerte que le hizo daño—. ¿Cómo sabía...?

—Es amigo del perro —dijo Harry con tristeza—. Los he visto juntos... Vamos. Ten la varita a punto.

En unos segundos recorrieron la distancia que les sepa­raba del tronco, pero antes de que llegaran al hueco que ha­bía entre las raíces, Crookshanks se metió por él agitando la cola de brocha. Harry lo siguió. Entró a gatas, metiendo pri­mero la cabeza, y se deslizó por una rampa de tierra hasta la boca de un túnel de techo muy bajo. Crookshanks estaba ya lejos de él y sus ojos brillaban a la luz de la varita de Harry. Un segundo después, entró Hermione.

—¿Dónde está Ron? —le preguntó con voz aterrorizada.

—Por aquí —indicó Harry, poniéndose en camino con la espalda arqueada, siguiendo a Crookshanks.

—¿Adónde irá este túnel? —le preguntó Hermione, sin aliento.

—No sé... Está señalado en el mapa del merodeador; pero Fred y George creían que nadie lo había utilizado nun­ca. Se sale del límite del mapa, pero daba la impresión de que iba a Hogsmeade...

Avanzaban tan aprisa como podían, casi doblados por la cintura. Por momentos podían ver la cola de Crookshanks. El pasadizo no se acababa. Parecía tan largo como el que iba a Honeydukes. Lo único en que podía pensar Harry era en Ron y en lo que le podía estar haciendo el perrazo... Al correr aga­chado, le costaba trabajo respirar y le dolía...

Y entonces el túnel empezó a elevarse, y luego a serpen­tear; y Crookshanks había desaparecido. En vez de ver al gato, Harry veía una tenue luz que penetraba por una pequeña abertura.

Se detuvieron jadeando, para coger aire. Avanzaron con cautela hasta la abertura. Levantaron las varitas para ver lo que había al otro lado.

Había una habitación, muy desordenada y llena de pol­vo. El papel se despegaba de las paredes. El suelo estaba lle­no de manchas. Todos los muebles estaban rotos, como si al­guien los hubiera destrozado. Las ventanas estaban todas cegadas con maderas.

Muy pocos sabían que lugar era en el que se encontraban.

Harry miró a Hermione, que parecía muy asustada, pero asintió con la cabeza.

Ron sonrió, no podía estar rodeado de mejores personas. Instintivamente cogió a Hermion de la mano y comenzó a acariciarla.

—Hum... ¿Ron? —le dijo Harry al oído—. Hermione está sentada al otro lado.

(Perdón, perdón, perdón, pero es que si no escribía eso no iba a ser capaz de dormir esta noche :p)

Harry salió por la abertura mirando a su alrededor. La habitación estaba desierta, pero a la derecha había una puerta abierta que daba a un vestíbulo en sombras. Hermione volvió a cogerse del brazo de Harry. Miraba de un lado a otro con los ojos muy abiertos, observando las ventanas tapadas.

—Harry —susurró—. Creo que estamos en la Casa de los Gritos.

Varios asintieron.

Harry miró a su alrededor. Posó la mirada en una silla de madera que estaba cerca de ellos. Le habían arrancado varios trozos y una pata.

—Eso no lo han hecho los fantasmas —observó.

En ese momento oyeron un crujido en lo alto. Algo se ha­bía movido en la parte de arriba. Miraron al techo. Hermio­ne le cogía el brazo con tal fuerza que perdía sensibilidad en los dedos. La miró. Hermione volvió a asentir con la cabeza y lo soltó.

Ron volvió a sentir lo mismo que antes, pero estaba tan avergonzado por como Harry había rechazado su muestra de afecto que no volvió a intentar nada. Y es que un chico lo tiene muy difícil cuando está enamorado de su mejor amigo.

(¿Hace falta que os diga que ignoréis ese párrafo?)

Tan en silencio como pudieron, entraron en el vestíbulo y subieron por la escalera, que se estaba desmoronando. Todo estaba cubierto por una gruesa capa de polvo, salvo el suelo, donde algo arrastrado escaleras arriba había dejado una es­tela ancha y brillante.

Llegaron hasta el oscuro descansillo.

—Nox —susurraron a un tiempo, y se apagaron las lu­ces de las varitas.

Solamente había una puerta abierta. Al dirigirse despa­cio hacia ella, oyeron un movimiento al otro lado. Un suave gemido, y luego un ronroneo profundo y sonoro. Cambiaron una última mirada y un último asentimiento con la cabeza.

Sosteniendo la varita ante sí, Harry abrió la puerta de una patada.

Crookshanks estaba acostado en una magnífica cama con dosel y colgaduras polvorientas. Ronroneó al verlos. En el suelo, a su lado, sujetándose la pierna que sobresalía en un ángulo anormal, estaba Ron. Harry y Hermione se le acerca­ron rápidamente.

—¡Ron!, ¿te encuentras bien?

—¿Dónde está el perro?

—No hay perro —gimió Ron. El dolor le hacía apretar los dientes—. Harry, esto es una trampa...

Muchos tragaron saliva, impacientes por saber que ocurría.

—¿Qué...?

—Él es el perro. Es un animago...

Para sorpresa de Sirius, nadie se mostró demasiado sorprendido, casi todos había llegado a esa conclusión hacia ya tiempo.

Ron miraba por encima del hombro de Harry. Harry se dio la vuelta. El hombre oculto en las sombras cerró la puer­ta tras ellos.

Una masa de pelo sucio y revuelto le caía hasta los co­dos. Si no le hubieran brillado los ojos en las cuencas pro­fundas y oscuras, habría creído que se trataba de un cadá­ver. La piel de cera estaba tan estirada sobre los huesos de la cara que parecía una calavera. Una mueca dejaba al descu­bierto sus dientes amarillos. 

—Tan sexy como siempre, ¿eh canuto? —bromeó Remus.

—Tampoco es que tu seas una autentica belleza, Lunatico.

—Ignora a mi tío, Remus, ya está chocheando, no sabe lo que dice —dijo Tonks antes de darle un pequeño beso (pequeño para ser Tonks).

Sirius refunfuñó, James estaba con Lily la fantastica, Remus estaba con Tonks la joven metamorfomaga, ¿Y el qué? Tal vez sería mejor que muriera ese año, como dictaba el destino...

(Sin comentarios)

Era Sirius Black.

(¡Oh, dios! ¿Era Sirius Black? ¡No me lo esperaba para nada! ¿Cual será la siguiente sorpresa? ¿Que Sirius Black sea una buena persona? Por favor...)

—¡Expeliarmo! —exclamó, dirigiendo hacia ellos la va­rita de Ron.

Las varitas que empuñaban Harry y Hermione saltaron de sus manos, y Black las recogió. Dio un paso hacia ellos, con los ojos fijos en Harry.

—Pensé que vendrías a ayudar a tu amigo —dijo con voz ronca. Su voz sonaba como si no la hubiera empleado en mu­cho tiempo—. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Habéis sido muy valientes por no salir corriendo en busca de un profesor. Muchas gracias. Esto lo hará todo mucho más fácil...

—¡Un aplauso para el señor Black! —exclamaron los gemelos simultáneamente poniéndose en pie—. Acaba de ganar, de forma totalmente indiscutible, el premio a "el mejor hombre inocente que ha sido confundido como un villano y se comporta como un villano en frente del único que no debería comportarse como un villano". Felicidades.

Harry oyó la burla sobre su padre como si Black la hubie­ra proferido a voces. Notó la quemazón del odio, que no dejaba lugar al miedo. Por primera vez en su vida habría querido volver a tener en su mano la varita, no para defenderse, sino para atacar... 

Harry tragó saliva, esto era demasiado, no quería seguir leyendo. Se giró hacia Dumbledore y le suplicó con la mirada.

—Continua, por favor.

Harry cogió aire. Estaba algo molesto con el director pero siguió leyendo.

para matar. 

La vista de Harry se nubló, le costaba diferenciar las letras, no veía tildes, se comía espacios entre palabra y palabra y se saltaba las comas, cada vez más nervioso.

Sinsaber lo que haciase adelante pero algose movio asus cóstados y dos paresde manoslo sujetaron y lo hicieron retroceder.

Harry hizo una pausa y se puso la mano en el pecho, sentía su corazón latiendo con violencia. Su cabreo con Dumbledore aumentó, ¿Porque tenía que estar leyendo ahora? ¿Estaba aprendiendo algo? No. Solo estaba pasándolo mal. Y no era la primera vez que pasaba algo así, Dumbledore no le impidió participar en el torneo de los tres magos en el que el no quería participar, le utilizó como carnada para descubrir que estaba ocurriendo, ¡Y es más! ¡Por culpa de eso Voldemort regresó! ¿Era Dumbledore consciente de lo mucho que sus decisiones habían marcado los hechos que habían ocurrido? ¿Que demonios había dentro de esa cabeza? ¿Que clase de pensamientos se ocultan tras esos apagados ojos? En ese momento, más que nunca, Harry se sintió como una herramienta. Como una marioneta siendo manejada en un mundo mucho más grande que ella y sin entender porque hacia lo que hacia y porque pasaba lo que pasaba. Ahora no es momento de pensar estas estupideces, se obligó a pensar, hay que seguir con el libro.

—¡No, Harry! —exclamó Hermione, petrificada.

Ron, sin embargo, se dirigió a Black:

—Si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos tam­bién a nosotros —dijo con fiereza, aunque el esfuerzo que había hecho para levantarse lo había dejado aún más pálido, y oscilaba al hablar.

Todos se giraron hacia Ron con admiración y Harry no pudo evitar sonreirle, esto le había alejado un poco de todos esos anteriores pensamientos.

Algo titiló en los ojos sombríos de Black.

—Échate —le dijo a Ron en voz baja— o será peor para tu pierna.

—¿Me ha oído? —dijo Ron débilmente, apoyándose en Harry para mantenerse en pie—. Tendrá que matarnos a los tres.

—Sólo habrá un asesinato esta noche —respondió Black, acentuando la mueca.

—Sirius —le llamó Fred—. ¿Me lo parece a mi o estás pidiendo otro premio?

—Creo que tienes un talento natural para esto —comentó George.

—¿Por qué? —preguntó Harry, tratando de soltarse de Ron y de Hermione—. No le importó la última vez, ¿a que no? No le importó matar a todos aquellos muggles al mismo tiempo que a Pettigrew... ¿Qué ocurre, se ha ablandado us­ted en Azkaban?

Muchos abrieron los ojos sorprendidos, Harry si que tenía *****s.

—¡Harry! —sollozó Hermione—. ¡Cállate!

—¡ÉL MATÓ A MIS PADRES! —gritó Harry.

Muchos tragaron saliva pero nadie dijo nada. Harry volvió a sentirse incomodo por tener que seguir leyendo.

Y haciendo un último esfuerzo se liberó de Ron y de Her­mione, y se lanzó.

Había olvidado la magia. Había olvidado que era bajito y poca cosa y que tenía trece años, mientras que Black era un hombre adulto y alto. Lo único que sabía Harry era que quería hacerle a Black todo el daño posible, y que no le im­portaba el que recibiera a cambio.

Tal vez fuera por la impresión que le produjo ver a Harry cometiendo aquella necedad, pero Black no levantó a tiempo las varitas. Harry sujetó por la muñeca la mano li­bre de Black, desviando la orientación de las varitas. Tras propinarle un puñetazo en el pómulo, los dos cayeron hacia atrás, contra la pared.

Hermione y Ron gritaron. Vieron un resplandor cegador cuando las varitas que Black tenía en la mano lanzaron un chorro de chispas que por unos centímetros no dieron a Ha­rry en la cara. Harry sintió retorcerse bajo sus dedos el brazo de Black, pero no lo soltó y golpeó con la otra mano.

Pero Black aferró con su mano libre el cuello de Harry.

—¡Sirius que coño haces!

—¡Que demonios te pasa!

—¿Primero Ron y ahora esto?

Muchas voces y gritos eran dirigidas a el, la mayoría de los alumnos estaban quietos y muy callados, sin entender para nada que estaba ocurriendo.

Sirius permaneció en silencio.

—No —susurró—. He esperado demasiado tiempo.

Apretó los dedos. Harry se ahogaba. Las gafas se le ha­bían caído hacia un lado.

James estaba empezando a volverse violento.

Entonces vio el pie de Hermione, salido de no se sabía dónde. 

Muchos miraron con admiración ahora a Hermione.

Black soltó a Harry profiriendo un alarido de dolor. Ron se arrojó sobre la mano con que Black sujetaba la varita y Harry oyó un débil tintineo.

Se soltó del nudo de cuerpos y vio su propia varita en el suelo. Se tiró hacia ella, pero...

—¡Ah!

Crookshanks se había unido a la lucha, clavándole las zarpas delanteras en el brazo. Harry se lo sacudió de enci­ma, pero Crookshanks se dirigió como una flecha hacia la va­rita de Harry.

—¡NO! —exclamó Harry, y propinó a Crookshanks un puntapié que lo tiró a un lado bufando. Harry recogió la varita y se dio la vuelta.

—¡Apartaos! —gritó a Ron y a Hermione.

No necesitaron oírlo dos veces. Hermione, sin aliento y con sangre en el labio, se hizo a un lado, recogiendo su varita y la de Ron. Ron se arrastró hasta la cama y se derrumbó so­bre ella, jadeando y con la cara ya casi verde, asiéndose la pierna rota con las manos.

Black yacía de cualquier manera junto a la pared. Su es­trecho tórax subía y bajaba con rapidez mientras veía a Harry aproximarse muy despacio, apuntándole directamen­te al corazón con la varita.

—¿Vas a matarme, Harry? —preguntó.

Todos en el comedor estaban aterrorizados, ¿que estaba pasando? ¿que iba a pasar?

Harry se paró delante de él, sin dejar de apuntarle con la varita, y bajando la vista para observarle la cara. El ojo iz­quierdo se le estaba hinchando y le sangraba la nariz.

—Usted mató a mis padres —dijo Harry con voz algo temblorosa, pero con la mano firme.

Harry suspiró, ¿es que Dumbledore no entendía que estaba sufriendo?

Black lo miró fijamente con aquellos ojos hundidos.

—No lo niego —dijo en voz baja—. Pero si supieras toda la historia...

—¿Toda la historia? —repitió Harry, con un furioso mar­tilleo en los oídos—. Los entregó a Voldemort, eso es todo lo que necesito saber.

—Tienes que escucharme —dijo Black con un dejo de apremio en la voz—. Lo lamentarás si no... si no com­prendes...

Harry cerró los ojos un segundo.

—Comprendo más de lo que cree —dijo Harry con la voz cada vez más temblorosa—. Usted no la ha oído nunca, ¿ver­dad? 

La voz de Harry comenzó a temblar.

A mi madre, impidiendo que Voldemort me matara... Y usted lo hizo. Lo hizo...

Ver a Harry leyendo esto... Con la voz tan temblorosa... Nadie entendía porque Dumbledore le había hecho leer.

Antes de que nadie pudiera decir nada más, algo canela pasó por delante de Harry como un rayo. Crookshanks saltó sobre el pecho de Black y se quedó allí, sobre su corazón. Black cerró los ojos y los volvió a abrir mirando al gato.

—Vete —ordenó Black, tratando de quitarse de encima al animal. Pero Crookshanks le hundió las garras en la túni­ca. Volvió a Harry su cara fea y aplastada, y lo miró con sus grandes ojos amarillos. Hermione, que estaba a su derecha, lanzó un sollozo.

Harry miró a Black y a Crookshanks, sujetando la varita aún con más fuerza. ¿Y qué si tenía que matar también al gato? Era un aliado de Black... 

Harry abrió mucho los ojos, ¿en serio había llegado a pensar algo así? Era horrible... Su respiración agitada aceleraba por momentos.

Si estaba dispuesto a morir defendiéndolo, no era asunto suyo. Si Black quería salvarlo, eso sólo demostraría que le importaba más Crookshanks que los padres de Harry...

Harry levantó la varita. Había llegado el momento de vengar a sus padres. Iba a matar a Black. Tenía que matarlo. Era su oportunidad...

Nadie se atrevía a decir nada.

—No quiero —dijo Harry.

—¿Perdona? —preguntó el profesor Dumbledore.

—He dicho que no quiero seguir leyendo.

—¿Puedo preguntar por que?

Harry no sabía realmente que contestar.

—¿Es porque te avergüenzas de lo que estabas pensando?

—Yo...

—¿Es porque te avergüenzas de tus actos?

La respiración de Harry se volvía cada vez más agitada.

—¿Te avergüenzas de haber intentado matar a alguien sin saber realmente si había hecho lo que creías que había hecho?

Harry tragó saliva.

—Albus —dijo Sirius en voz alta. Dumbledore se calló—. Harry... No le des demasiada importancia... Tenías trece años...

Pero Harry no pensaba lo mismo. Había sido un autentico idiota, ¿que habría pasado si realmente lo hubiera matado? ¡Habría eliminado el mismo a el último miembro de su familia! No quería pensar en ello, pero era inevitable. Odiaba haber tenido pensamientos así, siempre tan impulsivo... ¿porque no era capaz de pensar las cosas de una forma más fría? Estaba juzgando Sirius de la mima manera que lo había hecho el ministerio. Podía poner todas las excusas que quisiera, pero eso no cambiaba lo que había ocurrido. Hay algo que puedes sacar de aquí, Harry.

—Leeré.

Dumbledore asintió, satisfecho.

Pasaron unos segundos y Harry seguía inmóvil, con la varita en alto. Black lo miraba fijamente, con Crookshanks sobre el pecho. En la cama en la que estaba tendido Ron se oía una respiración jadeante. Hermione permanecía en silencio.

Y entonces oyeron algo que no habían oído hasta entonces.

Unos pasos amortiguados. Alguien caminaba por el piso inferior.

—¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! —gritó Hermione de pron­to—. ¡ESTAMOS AQUÍ ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡DENSE PRISA!

Black sufrió tal sobresalto que Crookshanks estuvo a punto de caerse. Harry apretó la varita con una fuerza irra­cional. ¡Mátalo ya!, dijo una voz en su cabeza. Pero los pasos que subían las escaleras se oían cada vez más fuertes, y Harry seguía sin moverse.

La puerta de la habitación se abrió de golpe entre una lluvia de chispas rojas y Harry se volvió cuando el profesor Lupin entró en la habitación como un rayo. El profesor Lu­pin tenía la cara exangüe, y la varita levantada y dispuesta. Miró a Ron, que yacía en la cama; a Hermione, encogida de miedo junto a la puerta; a Harry, que no dejaba de apuntar a Black con la varita; y al mismo Black, desplomado a los pies de Harry y sangrando.

—¡Expeliarmo! —gritó Lupin.

—¿Que? —exclamaron muchos sorprendidos. ¿Porque Lupin había hecho eso?

La varita de Harry salió volando de su mano. También lo hicieron las dos que sujetaba Hermione. Lupin las cogió todas hábilmente y luego penetró en la habitación, mirando a Black, que todavía tenía a Crookshanks protectoramente encaramado en el pecho.

Harry se sintió de pronto como vacío. No lo había mata­do. Le había faltado valor. Black volvería a manos de los dementores.

Entonces habló Lupin, con una voz extraña que tembla­ba de emoción contenida:

—¿Dónde está, Sirius?

Harry miró a Lupin. No comprendía qué quería decir. ¿De quién hablaba? Se volvió para mirar de nuevo a Black, cuyo rostro carecía completamente de expresión. Durante unos segundos no se movió. Luego, muy despacio, levantó la mano y señaló a Ron. Desconcertado, Harry se volvió hacia el sorprendido Ron.

—Pero entonces... —murmuró Lupin, mirando tan in­tensamente a Black que parecía leer sus pensamientos—, ¿por qué no se ha manifestado antes? A menos que... —De repente, los ojos de Lupin se dilataron como si viera algo más allá de Black, algo que no podía ver ninguno de los pre­sentes— ... a menos que fuera él quien... a menos que te transmutaras... sin decírmelo...

Muy despacio, sin apartar los hundidos ojos de Lupin, Black asintió con la cabeza.

—Profesor Lupin, ¿qué pasa? —interrumpió Harry en voz alta—. ¿Qué...?

Pero no terminó la pregunta, porque lo que vio lo dejó mudo. Lupin bajaba la varita. Un instante después, se acer­có a Black, le cogió la mano, tiró de él para incorporarlo y para que Crookshanks cayese al suelo, y abrazó a Black —como a un hermano.

Harry se sintió como si le hubieran agujereado el fondo del estómago.

—¡NO LO PUEDO CREER! —gritó Hermione.

Lupin soltó a Black y se volvió hacia ella. Hermione se había levantado del suelo y señalaba a Lupin con ojos espan­tados.

—Usted... usted...

—Hermione...

—¡... usted y él!

—Tranquilízate, Hermione.

—¡No se lo dije a nadie! —gritó Hermione—. ¡Lo he estado encubriendo!

—¡Hermione, escúchame, por favor! —exclamó Lupin—. Puedo explicarlo...

Harry temblaba, no de miedo, sino de una ira renovada.

—Yo confié en usted —gritó a Lupin, flaqueándole la voz— y en realidad era amigo de él.

—Estáis en un error —explicó Lupin—. No he sido amigo suyo durante estos doce años, pero ahora sí... Dejadme que os lo explique...

—¡NO! —gritó Hermione—. Harry, no te fíes de él. Ha ayudado a Black a entrar en el castillo. También él quiere matarte. ¡Es un hombre lobo!

Bueno, no era una ninguna sorpresa que Lupin era un hombre lobo. Todos lo sabían. Pero eso de que quería matar a Harry... No podía ser cierto, ¿no?

Se hizo un vibrante silencio. Todos miraban a Lupin, que parecía tranquilo, aunque estaba muy pálido.

—Estás acertando mucho menos que de costumbre, Her­mione —dijo—. Me temo que sólo una de tres. No es verdad que haya ayudado a Sirius a entrar en el castillo, y te asegu­ro que no quiero matar a Harry... —Se estremeció visible­mente—. Pero no negaré que soy un hombre lobo.

Ron hizo un esfuerzo por volver a levantarse, pero se cayó con un gemido de dolor. Lupin se le acercó preocupado, pero Ron exclamó:

—¡Aléjate de mí, licántropo!

—Perdón por eso —se disculpó Ron.

Lupin se paró en seco. Y entonces, con un esfuerzo evi­dente, se volvió a Hermione y le dijo:

—¿Cuánto hace que lo sabes?

—Siglos —contestó Hermione—. Desde que hice el tra­bajo para el profesor Snape.

James fulminó a Snape con la mirada, era obvio que les había hecho hacer ese trabajo para que alguien se diera cuenta.

—Estará encantado —dijo Lupin con poco entusias­mo—. Os puso ese trabajo para que alguno de vosotros se percatara de mis síntomas. ¿Comprobaste el mapa lunar y te diste cuenta de que yo siempre estaba enfermo en luna llena? ¿Te diste cuenta de que el boggart se transformaba en luna al verme?

—Las dos cosas —respondió Hermione en voz baja.

Lupin lanzó una risa forzada.

—Nunca he conocido una bruja de tu edad tan inteligen­te, Hermione.

—Eso duele, Remus —dijo Lily.

—Yo no me quejo —dijo Tonks—. Lo que Hermione me saca de inteligencia yo se lo sacó en belleza.

—¡Hey! —se quejo Hermione.

—No soy tan inteligente —susurró Hermione—. ¡Si lo fuera, le habría dicho a todo el mundo lo que es usted!

—Ya lo saben —dijo Lupin—. Al menos, el personal do­cente lo sabe.

—¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era usted un li­cántropo? —preguntó Ron con voz ahogada—. ¿Está loco?

—Hay profesores que opinan que sí —admitió Lupin—. Le costó convencer a ciertos profesores de que yo era de fiar.

—¡Y ESTABA EN UN ERROR! —gritó Harry—. ¡HA ESTA­DO AYUDÁNDOLO TODO ESTE TIEMPO!

Señalaba a Black, que se había dirigido hacia la cama adoselada y se había echado encima, ocultando el rostro con mano temblorosa. Crookshanks saltó a su lado y se subió en sus rodillas ronroneando. Ron se alejó, arrastrando la pierna.

—No he ayudado a Sirius —dijo Lupin—. Si me dejáis, os lo explicaré. Mirad... —Separó las varitas de Harry, Ron y Hermione y las lanzó hacia sus respectivos dueños. Harry cogió la suya asombrado—. Ya veis —prosiguió Lupin, guar­dándose su propia varita en el cinto—. Ahora vosotros estáis armados y nosotros no. ¿Queréis escucharme?

Nadie sabía que pensar.

Harry no sabía qué pensar. ¿Sería un truco?

—Si no lo ha estado ayudando —dijo mirando furiosa­mente a Black—, ¿cómo sabía que se encontraba aquí?

—Por el mapa —explicó Lupin—. Por el mapa del mero­deador. Estaba en mi despacho examinándolo...

—¿Sabe utilizarlo? —le preguntó Harry con suspicacia.

—Por supuesto —contestó Lupin, haciendo con la mano un ademán de impaciencia—. Yo colaboré en su elaboración. Yo soy Lunático... Es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.

—¿Usted hizo...?

—Lo importante es que esta tarde lo estaba examinando porque tenía la idea de que tú, Ron y Hermione intentaríais salir furtivamente del castillo para visitar a Hagrid antes de que su hipogrifo fuera ejecutado. Y estaba en lo cierto, ¿a que sí? —Comenzó a pasear sin dejar de mirarlos, levantando el polvo con los pies—. Supuse que os cubriríais con la vieja capa de tu padre, Harry.

—¿Cómo sabe lo de la capa?

—¡La de veces que vi a James desaparecer bajo ella! —dijo Lupin, repitiendo el ademán de impaciencia—. Que llevéis una capa invisible no os impide aparecer en el mapa del merodeador. Os vi cruzar los terrenos del colegio y en­trar en la cabaña de Hagrid. Veinte minutos más tarde de­jasteis a Hagrid y volvisteis hacia el castillo. Pero en aquella ocasión os acompañaba alguien.

—¿Qué dice? —interrumpió Harry—. Nada de eso. No nos acompañaba nadie.

—No podía creer lo que veía —prosiguió Lupin, todavía paseando, sin escuchar a Harry—. Creía que el mapa estaría estropeado. ¿Cómo podía estar con vosotros?

—¡No había nadie con nosotros!

—Y entonces vi otro punto que se os acercaba rápida­mente, con la inscripción «Sirius Black». Vi que chocaba con vosotros, vi que arrastraba a dos de vosotros hasta el inte­rior del sauce boxeador.

—¡A uno de nosotros! —dijo Ron enfadado.

—No, Ron —dijo Lupin—. A dos.

Dejó de pasearse y miró a Ron.

—¿Me dejas echarle un vistazo a la rata? —dijo con amabilidad.

Todos tragaron saliva.

—¿Qué? —preguntó Ron—. ¿Qué tiene que ver Scabbers en todo esto?

—Todo —respondió Lupin—. ¿Podría echarle un vista­zo, por favor?

Ron dudó. Metió la mano en la túnica. Scabbers salió agitándose como loca. Ron tuvo que agarrarla por la larga cola sin pelo para impedirle escapar. Crookshanks, todavía en las rodillas de Black, se levantó y dio un suave bufido.

Lupin se acercó más a Ron. Contuvo el aliento mientras examinaba detenidamente a Scabbers.

—¿Qué? —volvió a preguntar Ron, con cara de asustado y manteniendo a Scabbers junto a él—. ¿Qué tiene que ver la rata en todo esto?

—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.

—¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.

Harry dejó de leer.

—Buen trabajo, Harry, permiteme leer a mi el siguiente —le pidió Dumbledore.

—Profesor... ¿Como ha sabido que aquí acababa el capitulo? —preguntó Harry con suspicacia.

—Oh, bueno —dijo Dumbledore—. Durante estás noches he tenido ciertos problemas para dormir y me he adelantado un poco con la lectura.

—¡Se los ha leído todos! —exclamó Hermione de pronto.

—No deja de sorprenderme, señorita Granger —dijo Dumbledore mientras confirmaba lo dicho por Hermione asintiendo con la cabeza—. Bien, entonces, comenzaré a leer: Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta.

Aquí lo dejamos esta semana. Me ha parecido apropiado decir que Dumbledore había leído todos los libros porque, sinceramente, es lo que creo que habría hecho en esa situación. Tendría tanto en la cabeza que la única manera de aclararlo todo sería leer los libros y, siendo Dumbledore como es, dudo que hubiera seguido el ritmo que llevan.

Bueno, ¿que os a parecido? Espero que os haya gustado y todo eso y, como siempre, me gustaría que dejéis un mensajito en los comentarios contándome que os a parecido, que esas cosas me alegran el día.

Hasta el miércoles!


¡Lee el siguiente capítulo!

¡Hora de admirar a Snape!

-¡Me tendría a mi! –exclamó Bellatrix con fervor-. ¡Yo pasé muchos años en Azkaban por él!
-Sí, eso fue admirable, desde luego –admitió Snape con tedio-. Claro que desde la prisión no podías ayudar mucho, pero el gesto fue sin duda muy considerado.

14 comentarios :

  1. Hola :D
    Cuanto tiempo sin saber de ti. Por cierto ¡Felicitaciones por tu aprobado! Es bueno saber que sigues vivo y que las cosas te están saliendo bien. Me encantó como hiciste a Harry reflexionar sobre como pensaba en el pasado. Y lo admito yo también me hubiera leído todos los libros de un solo. Mmmmm espera eso ya lo hice me los leí todos en menos de 2 meses. Por cierto se que todo mundo te lo dice pero deberías leer los libros de Percy Jackson. Estoy segura que te haría reír demasiado.
    Bueno cuidate mucho y que todo te salga bien.
    Erica
    Por cierto envidio un poco tu talento para escribir una historia tan larga, yo sólo logro escribir cuentos.

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  2. Phoenix1993
    Me encanto pobre harry :(
    Y Snape es uno de mis personajes preferidos xD
    Ya quiero que sea el miércoles que viene jajajajaja
    PD: que calor hace aquí donde vivimos nos vamos a derretir

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  3. Holaaa aquí nashi dragnnel
    Como me pareció el capítulo ...no me gusto.......... na mentira me encanto se nota q t llego la inspiración en este capitulo :) esa pelea entre pansy y astoria increible .la apuesta d los gemelos(también apostaría :P) y la lectura de harry uuufff mortal (no se por que pero creí q se le ivan a salir un par de lágrimas)lo matast haciendo q leyera este capitulo pero HARRY POTTER NO RETROSEDIO A ESTE CAPITULO SI NO QUE LO AFRONTO (buena analisis) próximo capitulo la inocencia de sirius uuu ya lo estoy esperando para q callen al ministro.
    Me encanto esta parte
    —¡Un aplauso para el señor Black! —exclamaron los gemelos simultáneamente poniéndose en pie—. Acaba de ganar, de forma totalmente indiscutible, el premio a "el mejor hombre inocente que ha sido confundido como un villano y se comporta como un villano en frente del único que no debería comportarse como un villano". Felicidades.
    Tu escritura esta volviendo ^__^
    Tendría q estar estudiando para un examen de filosofía pero no podía hacerlo sabiendo q había un capitulo nuevo es tentador este capitulo
    Gracias por el capitulo y sera hasta la otra semana

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  4. Hola este comentario fue borrado desconsideradamente por el blog espero q sea leido >_>
    supongo que mi tiemblen mortales por ser el primer comentario ya no tiene razon de ser, gracias por arruinarme la emocion wi-fi
    Decia: podemos brindar con batidos haber pasado las impasables pruebas de admision datil, excepto por el hecho de que hay una terrible escasez de leche en mi pais y beber chocolate sin leche, chocolate con agua, es una atrocidad! Es como harry sin cicatriz, quiddicht sin escobas, ron sin hermione, hogwarts sin dumbledore y voldemort sin nariz (Eh? Creo que algo ha estado un pelin mal XD)
    Si dait wue entrara a leer esto en miercoles fue pura coincidencia, y si me he leido los dos capitulos de un jalon y si estoy desesperada de que sea miercoles (el siguiente) cuando te has vuelto tsn inteligente? No hay mucho mas que decir... Salvo...
    me parecio acertadisimo que Dumby ya se leyera todos los libros, tiemblen mortales lleto Dumbledore el Boleta y va a mataros con spoilers a todos, spoilers tan crueles que voldemort se arrepentira y se pasara al bando bueno para luchar contra el, merlin es que hasta conoce los nombres de los hijos de todos D: oh god tal vez le regale hogwarts a harry por ponerle ese nombre a su futuro hijo...
    en fin, tienes mucho que hacer que alegria :D porque ciertamente el 3 libro es una maldicion de ese no pasan la mayoria de los fics, aunque el cuarto no es una simpleza, ni hablar del 5to, lo siento, esto de dar animos no es lo mio.
    Hasta pronto Dait o/
    Att. Disabel

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  5. GENESIS
    yo te felicito por tu aprobado dait me y siste soltar algunas risas por lo menos tu aprobaste yo reprobé hoy castellano pero tu me animaste por cierto pobre de Harry aunque fue bueno que reflexionara y siste que se molestara mas con Dumbledore y lo de Dumbledore yo tan bien lo isi el 1 me lo comí en #2 días y el 2 tan bien en #2 y el tercero tan bien de #4 para arriba me tarde como 1 mes mas o menos y tan bien te recomiendo percy Jackson es muy buena la saga espero pasar mañana biología deséame suerte y algo mas termina este libro que te falta poco supera la maldición del # 3 libro por los autores de las otras historias que no han podido animo dait

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  6. No se que pasó, pero los ultimos tres capítulos me los mostró juntos, osea antes no me aparecían y hoy sí. Lo único que pienso decir porque si no me voy a mandar el comentario más largo del mundo por hablar de los tres capítulos, es que el siguiente capítulo es mi fav del libro, por la historia, la amo, así que la espero con ansias. Ciao x

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  7. Me encanta, pero solo por preguntar... que harás con Pansy... si es una zorra y me cae mal pero puedes hacer algo más que sólo sacarla del comedor, por otro lado en el siguiente libro traeras a Victor Kron y a Fleurg verdad? Imagina los rayos que puedes hacer con ese par

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  8. ¡Buenos dias!
    Y son buenos porque has actualizado. ¡Bien!
    Hay que ver Dumblendore como le gusta hacer reflexionar a la gente e ir por delante...
    Estos capítulos son los mahdugqwjewuqg. Tengo unas ganas de leerlos que he empezado a leerme el primero otra vez, y después el segundo, para ver sii cuando llegue al tercero ya esta enterito y me le leo del tirón.

    Te está quedando genial (como siempre), los párrafos en los que tenemos que ignorarte me encantan, un rato de risa no esta mal. Espero que te lo pases igual de bien escribiendo que nosotros leyendo.

    Un saludote, y nos leemos la semana que viene ¿si?

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  9. Ok, te has lucido con este cap xD me ha encantado la pelea con Pansy (nunca me cayó bien esa chica) y el grito de Arthur a Sirius, porque en serio, si tú estuvieras leyendo como un tío que tienes sentado delante le rompe la pierna a tu hijo, no serías capaz de quedarte quieto sin decirle nada. O sin pegarle cuatro golpes bien dados. Pero lo que mas me gustó del cap fue Harry leyendo todo lo de matar a Sirius >.< toda esa parte fue genial. aish pobrecillo, me gusta verle sufrir (? :P
    Tiene mucho sentido que Dumbledore leyera todos los libros antes que los demás y me alegra que lo hayas escrito así. En muchas (muchas, demasiadas) historias de leer los libros no lo hacen y es en plan "hey, me he encontrado estos libros misteriosos en mi despacho, oh! hay una nota! "estos libros vienen el futuro" genial, le haré caso y me creeré todo lo que dice esta nota anónima que podría haber sido enviada por el mismísimo Lord Voldemort y leeré los libros delante de todo el colegio lleno de gente inocente porque no aprendí con el diario de Riddle que hay que sospechar siempre de libros mágicos desconocidos! :D"
    No, en serio, Dumbledore nunca leería esos libros delante de todos sin haberlos leído antes y sin estar seguro de que lo que dicen es cierto.
    Venga va, ya queda menos para acabar el libro y dejar atrás la maldición. Tú puedes! xD
    LaurieAngel (aka la pesada que suele dejar mensajes tan largos que hasta a ella le da pereza leerlos antes de mandarlos)

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  10. Me encanto este capítulo, estuvo muy bueno y espero que pronto puedas subir mas. Cuidate.

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  11. Jajjajaajaj mas o menos un minuto entero para comprender lo que había dicho Harry a Ron, jajajajajajajajajajajajaj bueno, seriedad.
    El cap estuvo muy bueno, me gusto que hayas podido describir las emociones de los personajes en algunos momentos, y mmmm te comente que uno de mis personajes favoritos es Tonks, es tan malditamente genial, y bueno, a si, leíste el fanfic que te recomendé? La duda me intriga, me contestas?

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  12. Buenas una nueva semana más muchacho.
    Cada miércoles tenemos una cita entonces, espero ��
    En cuanto a los personajes que alguien comenta pot ahí que tienes que quitar a Pansy porque es una zorra, lo cierto es que llegará un punto en que no molará que los malotes de slytherin sepan Las cosas, que después se chivan, sabes?
    En fin, te dejo. Nos leemos la semana que viene. Un besillo

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  13. Saludos, primero felicitarte muy buen fic, segundo hacerte dos aclaraciones....la primera y que preguntaste en uno o dos capítulos antes de este, la maestra de adivinación si está escuchando la lectura de los libros e incluso ha hecho comentarios, que aquí dada la importancia de su personaje no has hecho....segundo, cómo puede ser que Ron le agarre la mano a Harry y éste le contesta que Hermione está del otro lado, si Harry es el lector y en todos los capítulos has mencionado que el lector se para de su lugar....sólo es para aclarar

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    Respuestas
    1. Buenos días damo o cabellera! Aquí Dait (el autista o autor, como se diga en tu imaginación)

      Gracias por comentarlo, me gusta saber todo lo que se me escapa porque, siendo sincero, soy muy despistado. Pero también soy una persona enfermizamente autoexigente. He abandonado todos mis escritos porque, despues de pasarme horas, días, semanas e incluso meses corrigiendo y reescribiendo, he acabado pensando que todas mis historias eran malas. Por eso, uno de los principales motivos de este fic era precisamente ese, curar mi enfermedad. Es por eso que no me preocupo tanto por los posibles fallos que haya en el (que me duelen en el alma, pero entraba entre mis planes cometer errores, porque soy un estratega malicioso y con una risa bien ensayada).

      Lo lamento si te han incomodado, y probablemente te encuentres más fallos (y seguramente más gordos, como a un inocente bebé Harry del pasado que aún no ha visto a Voldemort y aún así tiene una cicatriz en su frente).

      Espero que eso no te haga huir, porque no quiero tener que contratar sicarios para perseguirte y traerte a la fuerza.

      Un abruzo.

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