Saludos, aquí el hombre-dátil, saludando desde su escondite secreto (también conocido como su casa).
Hoy no me he retrasado tanto con el capitulo ¿no? solo 3 horitas, bien, bien, estoy satisfecho con ello. Sobre el capítulo de hoy... Es algo corto, pero es que hoy no tocaba lectura así que... Sí, ha quedado bastante corto.
Hoy me ahorro responder ¿puedo? Es tarde de narices, así que, sin mas preámbulos, el capítulo:
Hoy no me he retrasado tanto con el capitulo ¿no? solo 3 horitas, bien, bien, estoy satisfecho con ello. Sobre el capítulo de hoy... Es algo corto, pero es que hoy no tocaba lectura así que... Sí, ha quedado bastante corto.
Hoy me ahorro responder ¿puedo? Es tarde de narices, así que, sin mas preámbulos, el capítulo:
Todos los personajes y los fragmentos del libro original pertenecen a J.K. Rowling.
LOS DESBARAJUSTES DE EL GINNY Y LA HARRY
LOS DESBARAJUSTES DE EL GINNY Y LA HARRY
-¡Comida! —ladró Sirius comenzando a ensalivar cual lindo y peludo cachorro.
Los asientos desaparecieron y, en su lugar, el comedor se llenó de largos bancos y amplias mesas de madera. Sobre ellas, y luciendo despampanantes, cientos de diferentes manjares posaban de diferentes maneras sobre plateadas bandejas. Los hambrientos alumnos, sintiendo comprensible atracción por dicha vista, no tardaron en abalanzarse sobre el festín que les esperaba. Harry, un joven estudiante que comía sin mucho afán, reflexionaba mentalmente sobre lo extraño que le resultaba la idea de que el resto de estudiantes prefiriesen pasar las vacaciones en sus lejanas casas en lugar de en escuela. ¿Acaso en sus casas tenían tanta variedad de comida? ¿Acaso en sus casas se organizaban fiestas más espectaculares que las que se preparaban en el castillo? Harry lo dudaba. No obstante, era capaz de entender la razón principal por la que lo hacían. Razón que el no compartía de ninguna de las maneras, por lo que, y sin dudarlo en segundo, el preferiría poder prescindir totalmente del frió lugar donde vivía actualmente y poder alojarse en Hogwarts, un lugar que para el era más un hogar que una escuela.
(No me preguntéis porque he escrito eso, ni siquiera yo lo entiendo.)
—Ginny —escuchó Harry que decía la voz de su mejor amiga. Parecía algo irritada, como si Ginny (la persona a la que claramente intentaba llamar) estuviese ignorando sus continuas llamadas—. ¡Ginny!
—¡Au! —exclamó Harry al sentir un fuerte puntapié en la espinilla—. ¡Eso duele, Hermione! ¿A que ha venido eso?
Por supuesto, por muy lento que nuestro protagonista pueda llegar a ser, todo tenía una explicación. Y es que Harry Potter, el niño que vivió, el elegido, el hombre cuya única cualidad es estar en el lugar apropiado en el momento apropiado, estaba, por gracia o por desgracia, atrapado dentro del cuerpo de la hermana de su mejor amigo. La cual, a su vez, estaba apresada dentro del cuerpo del mejor amigo de su hermano. Aunque lo que tal vez sea lo más complicado de todo esto resulta ser que, por casualidades de la vida (y tal vez de un pícaro destino), los causantes de este despropósito para el héroe de la historia hayan sido sus propios y todavía inexistentes hijos, los cuales, en un intento de tal vez, intentar juntar a sus padres antes de lo que marcaba la historia original o de, tal vez, divertirse a costa de lo indefensos que estaban sus jóvenes futuros padres o, quien sabe, tal vez de ambas cosas.
—¡Oh, ahora no te hagas el idiota! —le espetó su amiga agitando su pierna deseosa de soltar otro puntapié.
—¿El idiota? Ginny es chica, Hermione —le corrigió Ron con la boca tan llena que solo un experto o alguien que lleve un mínimo de cuatro años y varios meses conociéndole podría entender sus palabras—. ¿Como has podido confundirte?
—Ah... Ha... Es que me pones algo nerviosa —intentó Hermione a la desesperada.
—¡No, tu me pones nervioso a mi, tontita! —aseguró Ron con cara de bobo.
(Pido perdón, a veces no puedo resistirme a la tentación ¡el señor oscuro es demasiado fuerte!)
Ginny no pudo evitar reír al ver a Harry haciendo como que vomitaba encima de su comida. Espera... ¿o estaba vomitando de verdad?
—¡¿Estas bien?! —le preguntó Ginny sorprendida.
—Si —se apresuró a decir Harry—. Bueno, no. No lo se. Estoy mareado, creo que voy a ir a tumbarme a la sala común.
—Te acompaño —le informó Ginny sin darle la opción de negarse.
Lentamente, y no sin que antes Ginny cogiese un gran trozo de tarta de melaza (que por alguna razón ahora le gustaba más que antes), ambos se pusieron en camino.
—¿Es normal tener ganas de vomitar teniendo la... ya sabes? —le preguntó Harry al salir del gran comedor y acercarse a las escaleras del amplio vestíbulo.
—¿La regla? Bueno, pues yo no suelo vomitar... Pero tengo algunas amigas que si que se marean y vomitan cuando la tienen —explicó Ginny.
—¿Y si tu no vomitas porque yo estoy vomitando? Es tu cuerpo al fin y al cabo... —cuestionó Harry algo molesto por tener que pasar por todo esto cuando ni la dueña original del cuerpo en cuestión tenía que hacerlo.
—¿Y a mi que me preguntas? ¡Ni que fuese experta en el comportamiento de los cuerpos al intercambiarse!
—Pues deberías serlo, si lo fueras no tendría que pasar por toda esta estupidez —le contestó Harry algo borde.
Ginny suspiró y decidió no contestar; a palabras incoherentes oídos persicopéticos.
El resto de trayecto lo pasaron en silencio, con Ginny teniendo que aguantar los continuos suspiros lastimosos de su amigo.
—Echate un rato —le aconsejó Ginny al llegar al cuadro de la Dama Gorda—. Yo voy a ir a buscar a la señora Pomfrey para que me de algo que te quite el malestar.
Por alguna extraña, absurda, siniestra, incoherente e innecesaria razón Harry no quería que Ginny se fuera, pero no tenía las agallas para pedirle que se quedará a su lado. Y menos aún para decirle que, probablemente, eso tendría mejores efectos que cualquier potingue de la señora Pomfrey.
—Vuelvo enseguida —le aseguró la anteriormente pelirroja.
—Hasta ahora —se despidió el que ya no necesitaba lentes.
.
—Oye —les preguntó la joven a sus hermanos mayores—. ¿Estáis seguros de que hemos hecho bien?
—¿En serio lo estás preguntando? —se impresionó James—. ¡Pues claro! ¡Es la mejor idea que hemos tenido nunca!
—Bueno, yo sigo pensando que la mejor fue la de llegar al acuerdo con papa de no dejarle desayunar en calzoncillos —opinó Albus.
—Si, esta también fue buena —coincidió su hermano mayor.
—Opino lo mismo —aseguró la pequeña, tal vez para no sentirse excluida, aunque no. Los tres estaban completamente de acuerdo en esto (cosa que rara vez pasaba).
—En fin, ¿que decías de nuestro plan maestro? —preguntó James alzando las cejas esperando por una respuesta.
—Que... Bueno... ¡Es una locura! ¡Y no podéis negarlo! ¿Cuantas cosas podrían salir mal? ¡Tal vez incluso lleguen a odiarse para siempre y nosotros no lleguemos a nacer nunca!
—Bue, que tontería, entonces, si vemos que se odian, solo tendríamos que volver otra vez al pasado para arreglarlo —razonó James.
—¡Pero serás idiota! ¿Es que no entendiste nada de lo que nos explicó Hermione sobre los viajes en el tiempo y sobre este en particular?
—Era una broma, Lily —mintió James para no dejar ver que no tenía ni idea.
—¿Entonces que? ¿Eh? ¿Que hacemos si todo sale mal y se odian?
—Venga, Lily, estamos hablando de papa y mama ¿no? ¡Sí se pasan más tiempo abrazados que trabajando!
Lily sabía que, probablemente, ese no fuera un argumento valido para la infinita rama de posibilidades que ofrecía cambiar el pasado pero, como hija de ambos, había visto con sus propios ojos (y por desgracia a diario) la relación de su padre y su madre. También había oído cosas en ocasiones que le gustaría olvidar cuanto antes, aunque no estaba segura de hasta donde eso valía como prueba.
—No, James, Lily tiene razón. No podemos dejar esto en manos del destino —dijo Albus muy serio—. Tenemos que preparar algo.
En ese momento Lily fue consciente de que tal vez habría sido mejor que no hubiera dicho nada desde el principio.
.
—¿Que hago yo aquí? —preguntó una voz que hacía mucho que este Harry adulto no escuchaba.
—Hay una buena y algo egoísta razón detrás de esto —le explicó—. Aunque por ahora ven, hay alguien a quien quiero que veas.
.
Ginny, después de contarle a la señora Pomfrey una versión inventada para que le preparase algo que pudiese darle a Harry, se encontraba de vuelta hacia la sala común de Gryffindor, donde debía esperarle Harry (porque, pensó Ginny, más le valía no haber ido a la habitación de las chicas ahora que ella no podía entrar allí),
—¡Harry, te estaba buscando! —dijo una voz que Ginny no esperaba (ni quería escuchar).
—Hola, Cho.
Cho Chang, la asiática y atractiva estudiante de Ravenclaw de la que era bastante obvio que Harry estaba enamorado, estaba frente a ella, sonriendole de forma amistosa y revolviéndose su negro cabello con los dedos. Ginny se permitió sonreír por un segundo al darse cuenta de lo divertido que era poder verla desde arriba ahora que era una cabeza más alta que ella.
—He visto como salias del comedor con la chica Weasley así que he aprovechado para salir para hablar contigo —le explicó Cho—. Que por cierto ¿donde está?
Ginny alzó una ceja, tal vez algo molesta por ser "la chica Weasley" o tal vez simplemente molesta porque se trataba de Cho, quien nunca había llegado a agradarle. Hacía unos días habían jugado juntas un partido de quidditch, y tenía que admitir que lo hicieron bien juntas, pero eso no tenía nada que ver.
—En la sala común —respondió sin molestarse en explicar nada—. ¿Que querías?
Cho, claramente cortada por lo directo que estaba siendo Harry, tardó un par de segundos en responder.
—Bueno... La verdad es que lo he estado pensando y... Ya estamos en el cuarto libro, es decir, el que corresponde a el curso pasado y... —cogió aire—. Bueno, tu sabes mejor que yo todo lo que ocurrió ¿no? así que qué voy a contarte —rió un poco de forma forzada e hizo una pequeña pausa—. Estoy segura de que voy a llorar cada vez que se hable de el —confesó suspirando levemente haciendo una clara referencia a Cedric Diggory—. Y, bueno, también estoy segura de que pensar tanto en el me va a hacer pensar en un montón de cosas... De todo tipo... Por eso quería hablar contigo antes.
Ginny parpadeó, le gustaría ser grosera y cortante con ella pero... ¿como podía hacerlo? Estaba completamente desarmada ahora mismo.
Cho tragó saliva y dio un pequeño paso hacia Harry.
Oh no, pensó Ginny intuyendo lo que se avecinaba, o no...
Sentía como los ojos de Cho miraban fijamente los suyos y no fue consciente de como, dando pasos tan pequeños como los daba, había llegado a situarse tan cerca de ella.
—Por eso tenía que comprobar si...
Ginny vió, lentamente, como Cho cerraba los ojos y acercaba su rostro hacia el suyo. Todo esto era tan irreal... ¿Como debía reaccionar? Ella no era Harry, no podía decir o hacer nada en una situación como esta, y, aunque pudiera ¿que podía hacer?
Entonces ocurrió, los labios de Cho tocaron los suyos. Su corazón se detuvo. Esto no podía estar pasando. Cho se separó un poco de el, vio el rostro de Harry, tan sorprendido como estaba. Sonrió un poco y volvió a acercarse. Ginny, paralizada y con los ojos completamente abiertos, no pudo más que soportar los que tal vez fueron los peores segundos de su vida. Cho volvió a separarse de ella, algo confusa.
—¿Que acabas de hacer? —le preguntó Ginny llevándose una mano a los labios, aterrorizada por lo que acababa de pasar. Cho Chang acababa de besarle en la boca, ¡tenía que ser una broma!
Cho torció un poco la cabeza y sonrió con tristeza y aceptación.
—Supongo que es así entonces... —suspiró levemente—. Lo siento entonces por esto, Harry.
Ginny no sabía como reaccionar así que se limitó a parpadear el doble de rápido de lo que lo hacía una persona normal.
—Bueno... Adiós... —y, estando claramente incomoda, Cho se despidió de ella y se marchó rápidamente.
Ginny seguía sin querer asimilar lo que acababa de pasar. Si no lo hacía tal vez pudiera vivir pensando que esto no había ocurrido nunca. Pero, aún así, había una enorme pregunta rondandole por la cabeza...
¿Que debía contarle a Harry?
.
—¡No puedo creerme que estés aquí! ¡No puedo creerlo! —lloriqueaba el hombre una y otra vez.
—En serio, no entiendo nada, ¿que diablos a pasado? —preguntó la voz causante de los lloriqueos del hombre.
—Supongo que tenemos que ponerte al día —comentó un Harry adulto con un suspiro.
.
—Toma —le dijo Ginny tendiéndole una pequeña taza llena de un extraño liquido algo espeso de color morado—. Bebetelo, te hará bien.
—Has tardado mucho —comentó Harry mientras cogía la taza de las manos de Ginny.
—Han pasado cosas —se limitó a decir ella.
—¿Que cosas? —preguntó Harry mientras se llevaba la taza a los labios y comenzaba a beber.
Ginny no sabía como contárselo.
—Bueno... Me he encontrado con Cho y... Me ha besado.
Harry, por la sorpresa, lanzó toda la poción que tenía en la boca.
—¡¿Que has dicho?!
—Ya me has oído, he dicho que Cho me ha besado —repitió Ginny algo molesta por la alegría con la que se lo estaba tomando Harry—. También me ha dicho que con todo lo de este libro va a llorar mucho por Cedric y que, el pensar tanto en él, seguramente haga que piense sobre muchas cosas y se replantee muchas otras.
Harry suspiró con tristeza, intuyendo lo que eso seguramente significaba.
—¿Entonces te ha besado? —volvió a preguntar Harry, aún sin creérselo del todo.
—¡Deja eso de una vez, pervertido!
—¿Pervertido por qué? Solo he preguntado sí...
—Que sepas que he notado como se ha comportado cierta parte de tu cuerpo cuando Cho me ha besado —mintió Ginny para molestarle.
—¿Que? No me fastidies Ginny —dijo Harry terriblemente avergonzado—. Dime que es una broma...
Ginny se encogió de hombros y se sentó a su lado.
—Venga, bebete lo que queda ¡y esta vez no lo tires!
Más o menos treinta minutos después, una vez la poción hizo efecto, Harry se veía preparado para continuar con la lectura, así que tanto Harry como Ginny bajaron al Gran Comedor, donde ambos pensaban que ya habían comenzado a leer el siguiente capitulo, pero se llevaron una gran sorpresa, porque no solo aún no habían comenzado a leer...
—No puede ser... —dijeron Harry como Ginny al mismo tiempo—. ¿Cedric?
Los asientos desaparecieron y, en su lugar, el comedor se llenó de largos bancos y amplias mesas de madera. Sobre ellas, y luciendo despampanantes, cientos de diferentes manjares posaban de diferentes maneras sobre plateadas bandejas. Los hambrientos alumnos, sintiendo comprensible atracción por dicha vista, no tardaron en abalanzarse sobre el festín que les esperaba. Harry, un joven estudiante que comía sin mucho afán, reflexionaba mentalmente sobre lo extraño que le resultaba la idea de que el resto de estudiantes prefiriesen pasar las vacaciones en sus lejanas casas en lugar de en escuela. ¿Acaso en sus casas tenían tanta variedad de comida? ¿Acaso en sus casas se organizaban fiestas más espectaculares que las que se preparaban en el castillo? Harry lo dudaba. No obstante, era capaz de entender la razón principal por la que lo hacían. Razón que el no compartía de ninguna de las maneras, por lo que, y sin dudarlo en segundo, el preferiría poder prescindir totalmente del frió lugar donde vivía actualmente y poder alojarse en Hogwarts, un lugar que para el era más un hogar que una escuela.
(No me preguntéis porque he escrito eso, ni siquiera yo lo entiendo.)
—Ginny —escuchó Harry que decía la voz de su mejor amiga. Parecía algo irritada, como si Ginny (la persona a la que claramente intentaba llamar) estuviese ignorando sus continuas llamadas—. ¡Ginny!
—¡Au! —exclamó Harry al sentir un fuerte puntapié en la espinilla—. ¡Eso duele, Hermione! ¿A que ha venido eso?
Por supuesto, por muy lento que nuestro protagonista pueda llegar a ser, todo tenía una explicación. Y es que Harry Potter, el niño que vivió, el elegido, el hombre cuya única cualidad es estar en el lugar apropiado en el momento apropiado, estaba, por gracia o por desgracia, atrapado dentro del cuerpo de la hermana de su mejor amigo. La cual, a su vez, estaba apresada dentro del cuerpo del mejor amigo de su hermano. Aunque lo que tal vez sea lo más complicado de todo esto resulta ser que, por casualidades de la vida (y tal vez de un pícaro destino), los causantes de este despropósito para el héroe de la historia hayan sido sus propios y todavía inexistentes hijos, los cuales, en un intento de tal vez, intentar juntar a sus padres antes de lo que marcaba la historia original o de, tal vez, divertirse a costa de lo indefensos que estaban sus jóvenes futuros padres o, quien sabe, tal vez de ambas cosas.
—¡Oh, ahora no te hagas el idiota! —le espetó su amiga agitando su pierna deseosa de soltar otro puntapié.
—¿El idiota? Ginny es chica, Hermione —le corrigió Ron con la boca tan llena que solo un experto o alguien que lleve un mínimo de cuatro años y varios meses conociéndole podría entender sus palabras—. ¿Como has podido confundirte?
—Ah... Ha... Es que me pones algo nerviosa —intentó Hermione a la desesperada.
—¡No, tu me pones nervioso a mi, tontita! —aseguró Ron con cara de bobo.
(Pido perdón, a veces no puedo resistirme a la tentación ¡el señor oscuro es demasiado fuerte!)
Ginny no pudo evitar reír al ver a Harry haciendo como que vomitaba encima de su comida. Espera... ¿o estaba vomitando de verdad?
—¡¿Estas bien?! —le preguntó Ginny sorprendida.
—Si —se apresuró a decir Harry—. Bueno, no. No lo se. Estoy mareado, creo que voy a ir a tumbarme a la sala común.
—Te acompaño —le informó Ginny sin darle la opción de negarse.
Lentamente, y no sin que antes Ginny cogiese un gran trozo de tarta de melaza (que por alguna razón ahora le gustaba más que antes), ambos se pusieron en camino.
—¿Es normal tener ganas de vomitar teniendo la... ya sabes? —le preguntó Harry al salir del gran comedor y acercarse a las escaleras del amplio vestíbulo.
—¿La regla? Bueno, pues yo no suelo vomitar... Pero tengo algunas amigas que si que se marean y vomitan cuando la tienen —explicó Ginny.
—¿Y si tu no vomitas porque yo estoy vomitando? Es tu cuerpo al fin y al cabo... —cuestionó Harry algo molesto por tener que pasar por todo esto cuando ni la dueña original del cuerpo en cuestión tenía que hacerlo.
—¿Y a mi que me preguntas? ¡Ni que fuese experta en el comportamiento de los cuerpos al intercambiarse!
—Pues deberías serlo, si lo fueras no tendría que pasar por toda esta estupidez —le contestó Harry algo borde.
Ginny suspiró y decidió no contestar; a palabras incoherentes oídos persicopéticos.
El resto de trayecto lo pasaron en silencio, con Ginny teniendo que aguantar los continuos suspiros lastimosos de su amigo.
—Echate un rato —le aconsejó Ginny al llegar al cuadro de la Dama Gorda—. Yo voy a ir a buscar a la señora Pomfrey para que me de algo que te quite el malestar.
Por alguna extraña, absurda, siniestra, incoherente e innecesaria razón Harry no quería que Ginny se fuera, pero no tenía las agallas para pedirle que se quedará a su lado. Y menos aún para decirle que, probablemente, eso tendría mejores efectos que cualquier potingue de la señora Pomfrey.
—Vuelvo enseguida —le aseguró la anteriormente pelirroja.
—Hasta ahora —se despidió el que ya no necesitaba lentes.
.
—Oye —les preguntó la joven a sus hermanos mayores—. ¿Estáis seguros de que hemos hecho bien?
—¿En serio lo estás preguntando? —se impresionó James—. ¡Pues claro! ¡Es la mejor idea que hemos tenido nunca!
—Bueno, yo sigo pensando que la mejor fue la de llegar al acuerdo con papa de no dejarle desayunar en calzoncillos —opinó Albus.
—Si, esta también fue buena —coincidió su hermano mayor.
—Opino lo mismo —aseguró la pequeña, tal vez para no sentirse excluida, aunque no. Los tres estaban completamente de acuerdo en esto (cosa que rara vez pasaba).
—En fin, ¿que decías de nuestro plan maestro? —preguntó James alzando las cejas esperando por una respuesta.
—Que... Bueno... ¡Es una locura! ¡Y no podéis negarlo! ¿Cuantas cosas podrían salir mal? ¡Tal vez incluso lleguen a odiarse para siempre y nosotros no lleguemos a nacer nunca!
—Bue, que tontería, entonces, si vemos que se odian, solo tendríamos que volver otra vez al pasado para arreglarlo —razonó James.
—¡Pero serás idiota! ¿Es que no entendiste nada de lo que nos explicó Hermione sobre los viajes en el tiempo y sobre este en particular?
—Era una broma, Lily —mintió James para no dejar ver que no tenía ni idea.
—¿Entonces que? ¿Eh? ¿Que hacemos si todo sale mal y se odian?
—Venga, Lily, estamos hablando de papa y mama ¿no? ¡Sí se pasan más tiempo abrazados que trabajando!
Lily sabía que, probablemente, ese no fuera un argumento valido para la infinita rama de posibilidades que ofrecía cambiar el pasado pero, como hija de ambos, había visto con sus propios ojos (y por desgracia a diario) la relación de su padre y su madre. También había oído cosas en ocasiones que le gustaría olvidar cuanto antes, aunque no estaba segura de hasta donde eso valía como prueba.
—No, James, Lily tiene razón. No podemos dejar esto en manos del destino —dijo Albus muy serio—. Tenemos que preparar algo.
En ese momento Lily fue consciente de que tal vez habría sido mejor que no hubiera dicho nada desde el principio.
.
—¿Que hago yo aquí? —preguntó una voz que hacía mucho que este Harry adulto no escuchaba.
—Hay una buena y algo egoísta razón detrás de esto —le explicó—. Aunque por ahora ven, hay alguien a quien quiero que veas.
.
Ginny, después de contarle a la señora Pomfrey una versión inventada para que le preparase algo que pudiese darle a Harry, se encontraba de vuelta hacia la sala común de Gryffindor, donde debía esperarle Harry (porque, pensó Ginny, más le valía no haber ido a la habitación de las chicas ahora que ella no podía entrar allí),
—¡Harry, te estaba buscando! —dijo una voz que Ginny no esperaba (ni quería escuchar).
—Hola, Cho.
Cho Chang, la asiática y atractiva estudiante de Ravenclaw de la que era bastante obvio que Harry estaba enamorado, estaba frente a ella, sonriendole de forma amistosa y revolviéndose su negro cabello con los dedos. Ginny se permitió sonreír por un segundo al darse cuenta de lo divertido que era poder verla desde arriba ahora que era una cabeza más alta que ella.
—He visto como salias del comedor con la chica Weasley así que he aprovechado para salir para hablar contigo —le explicó Cho—. Que por cierto ¿donde está?
Ginny alzó una ceja, tal vez algo molesta por ser "la chica Weasley" o tal vez simplemente molesta porque se trataba de Cho, quien nunca había llegado a agradarle. Hacía unos días habían jugado juntas un partido de quidditch, y tenía que admitir que lo hicieron bien juntas, pero eso no tenía nada que ver.
—En la sala común —respondió sin molestarse en explicar nada—. ¿Que querías?
Cho, claramente cortada por lo directo que estaba siendo Harry, tardó un par de segundos en responder.
—Bueno... La verdad es que lo he estado pensando y... Ya estamos en el cuarto libro, es decir, el que corresponde a el curso pasado y... —cogió aire—. Bueno, tu sabes mejor que yo todo lo que ocurrió ¿no? así que qué voy a contarte —rió un poco de forma forzada e hizo una pequeña pausa—. Estoy segura de que voy a llorar cada vez que se hable de el —confesó suspirando levemente haciendo una clara referencia a Cedric Diggory—. Y, bueno, también estoy segura de que pensar tanto en el me va a hacer pensar en un montón de cosas... De todo tipo... Por eso quería hablar contigo antes.
Ginny parpadeó, le gustaría ser grosera y cortante con ella pero... ¿como podía hacerlo? Estaba completamente desarmada ahora mismo.
Cho tragó saliva y dio un pequeño paso hacia Harry.
Oh no, pensó Ginny intuyendo lo que se avecinaba, o no...
Sentía como los ojos de Cho miraban fijamente los suyos y no fue consciente de como, dando pasos tan pequeños como los daba, había llegado a situarse tan cerca de ella.
—Por eso tenía que comprobar si...
Ginny vió, lentamente, como Cho cerraba los ojos y acercaba su rostro hacia el suyo. Todo esto era tan irreal... ¿Como debía reaccionar? Ella no era Harry, no podía decir o hacer nada en una situación como esta, y, aunque pudiera ¿que podía hacer?
Entonces ocurrió, los labios de Cho tocaron los suyos. Su corazón se detuvo. Esto no podía estar pasando. Cho se separó un poco de el, vio el rostro de Harry, tan sorprendido como estaba. Sonrió un poco y volvió a acercarse. Ginny, paralizada y con los ojos completamente abiertos, no pudo más que soportar los que tal vez fueron los peores segundos de su vida. Cho volvió a separarse de ella, algo confusa.
—¿Que acabas de hacer? —le preguntó Ginny llevándose una mano a los labios, aterrorizada por lo que acababa de pasar. Cho Chang acababa de besarle en la boca, ¡tenía que ser una broma!
Cho torció un poco la cabeza y sonrió con tristeza y aceptación.
—Supongo que es así entonces... —suspiró levemente—. Lo siento entonces por esto, Harry.
Ginny no sabía como reaccionar así que se limitó a parpadear el doble de rápido de lo que lo hacía una persona normal.
—Bueno... Adiós... —y, estando claramente incomoda, Cho se despidió de ella y se marchó rápidamente.
Ginny seguía sin querer asimilar lo que acababa de pasar. Si no lo hacía tal vez pudiera vivir pensando que esto no había ocurrido nunca. Pero, aún así, había una enorme pregunta rondandole por la cabeza...
¿Que debía contarle a Harry?
.
—¡No puedo creerme que estés aquí! ¡No puedo creerlo! —lloriqueaba el hombre una y otra vez.
—En serio, no entiendo nada, ¿que diablos a pasado? —preguntó la voz causante de los lloriqueos del hombre.
—Supongo que tenemos que ponerte al día —comentó un Harry adulto con un suspiro.
.
—Toma —le dijo Ginny tendiéndole una pequeña taza llena de un extraño liquido algo espeso de color morado—. Bebetelo, te hará bien.
—Has tardado mucho —comentó Harry mientras cogía la taza de las manos de Ginny.
—Han pasado cosas —se limitó a decir ella.
—¿Que cosas? —preguntó Harry mientras se llevaba la taza a los labios y comenzaba a beber.
Ginny no sabía como contárselo.
—Bueno... Me he encontrado con Cho y... Me ha besado.
Harry, por la sorpresa, lanzó toda la poción que tenía en la boca.
—¡¿Que has dicho?!
—Ya me has oído, he dicho que Cho me ha besado —repitió Ginny algo molesta por la alegría con la que se lo estaba tomando Harry—. También me ha dicho que con todo lo de este libro va a llorar mucho por Cedric y que, el pensar tanto en él, seguramente haga que piense sobre muchas cosas y se replantee muchas otras.
Harry suspiró con tristeza, intuyendo lo que eso seguramente significaba.
—¿Entonces te ha besado? —volvió a preguntar Harry, aún sin creérselo del todo.
—¡Deja eso de una vez, pervertido!
—¿Pervertido por qué? Solo he preguntado sí...
—Que sepas que he notado como se ha comportado cierta parte de tu cuerpo cuando Cho me ha besado —mintió Ginny para molestarle.
—¿Que? No me fastidies Ginny —dijo Harry terriblemente avergonzado—. Dime que es una broma...
Ginny se encogió de hombros y se sentó a su lado.
—Venga, bebete lo que queda ¡y esta vez no lo tires!
Más o menos treinta minutos después, una vez la poción hizo efecto, Harry se veía preparado para continuar con la lectura, así que tanto Harry como Ginny bajaron al Gran Comedor, donde ambos pensaban que ya habían comenzado a leer el siguiente capitulo, pero se llevaron una gran sorpresa, porque no solo aún no habían comenzado a leer...
—No puede ser... —dijeron Harry como Ginny al mismo tiempo—. ¿Cedric?
Estoy seguro de que habrá más palabras mal escritas que al contrario... En fin, hoy no me lo tengáis en cuenta. Tampoco estoy muy seguro de lo que he escrito y, sobre Cedric... Ni siquiera se que va a pasar, ya sabéis que escribo lo que me da la gana en el momento.
Esto es todo por esta semana. Nos vemos la semana que viene.
Bye!
¡Lee el siguiente capítulo!
(El día 23 si todo va chupi piruli)
(El día 23 si todo va chupi piruli)